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sábado, 8 de noviembre de 2014

750 macetas, 100 pelotas de malabares, 3 acróbatas y 1 malabarista. Entrevista a La Trócola

Durante el IV Malabara’t en Villareal existen ratos de descanso donde los participantes intentan huir del sofocante calor levantino. El pequeño río que atraviesa la ciudad ofrece una tregua al bochorno. A su orilla, en una mesa, alrededor de un mate que viene y va de boca en boca, Guillem Fluixà, Lucas Escobedo y Federico Menini, responden a las preguntas sobre su joven compañía. Se percibe la ilusión por el proyecto en cada frase, en cada mirada, en cada sonrisa.


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Trócola: Polea.
1. f. Rueda acanalada en su circunferencia y móvil alrededor de un eje. Por la canal o garganta pasa una cuerda o cadena en cuyos dos extremos actúan, respectivamente, la potencia y la resistencia.
2. f. Más de 750 macetas en escena, 100 pelotas de malabares, tres acróbatas y un malabarista.

 


La compañía de circo La Trócola nació en agosto 2012 en Alicante, fruto del deseo de realizar un proyecto ambicioso por parte de sus integrantes. Previamente, Guillem Fluixà, Andrea Pérez y Jon Sádaba habían compuesto inicialmente un trío de portés y acrobacia. Tras alguna actuación, llegaron a la conclusión de que querían un número más largo. Surgió la idea de que se uniera su amigo Federico Menini para aportar diversidad y enriquecer el número con sus malabares. 

Todos ellos eran amigos y aficionados al circo gracias a la Asociación Donyet Ardit, de Alicante. Al poco de reunirse le comentaron a Lucas Escobedo que les ayudase con la dirección del espectáculo. “Cuando yo llegué ya se había decidido que la compañía quería ofrecer un número basado en acrobacia, malabares e investigación con macetas”, comenta el propio Lucas. Lo de usar macetas nació fruto de la casualidad, como tantas cosas. “Sabíamos que queríamos usar un objeto cotidiano, pero no sabíamos cual, hasta que un día vimos un macetón inmenso y pensamos que dentro cabríamos los cuatro juntos”, recuerda Guillem. A partir de ahí se dedicaron a recolectar macetas, por su cuenta y a través de donaciones de amigos; a investigar con ellas, a buscarles formas, juegos y usos diferentes. “Lucas nos hacia plantearnos preguntas como ¿Por qué macetas?, así definimos bien los por qués y cómo desarrollarlos”, continua Guillem. Actualmente utilizan más de 750 macetas, de las cuales 6 tienen capacidad para 500 litros, con más 20 kg de peso cada una. “Nos dimos cuenta que había que reforzarlas con metal por dentro porque no soportaban bien nuestro peso”, explica Fede.




Sobre el peculiar nombre de la compañía, Guillem aclara el origen: “una trócola son dos poleas en paralelo, y es una pieza de la loncha de seguridad que utilizamos en nuestros entrenamientos, nos gustó la sonoridad y que para nosotros tiene un gran significado”.

De esos inicios sin referencias en Alicante también habla el carácter emprendedor de esta compañía. Ninguno de sus integrantes procede de escuelas de circo, aunque han recibido numerosos cursos de formación y alguno ya sabía lo que significa vivir del circo. Guillem era componente de Voilà, una compañía de teatro y danza aérea, Fede había pasado por algunas compañías y por varios trabajos en solitario, Lucas tiene su propia compañía. En cambio Jon era educador social y Andrea se encontraba terminando un doctorado en ciencias ambientales.

Desde el inicio queríamos una apuesta fuerte, ofrecer algo profesional”, explica Fede. “Dejamos nuestros estudios y trabajos para dedicarnos por completo a ello”. Desde el primer momento se mostraron ambiciosos. “Conocíamos cómo estaba el panorama circense nacional y sabíamos que si queríamos que funcionara teníamos que ofrecer algo de un nivel similar. Esta premisa empujaba mucho a trabajar y autoexigirnos”, aclara Lucas.



En un momento dado del proceso creativo, su amigo Antonio Segura (integrante de la compañía Akoreacro) les ayudó con los entrenamientos y las acrobacias. “Después conocimos a Vitaly Motouzka, un artista de circo ruso jubilado que vive en Murcia y con el que trabajamos desde 2013”.

Con ese objetivo se encierran durante un año en la nave El Disparate, de Alicante, a entrenar, investigar, rechazar y pulir ideas. Inicialmente planteado para ser únicamente un espectáculo de sala, en agosto de 2013 les surge la oportunidad de presentar la versión de calle de su espectáculo, “Potted” (enmacetado, en inglés). Lo hacen en el festival Sagunt a Escèna, con una gran acogida por parte de crítica y público. “Fue muy esperanzador, nos confirmó que era el camino adecuado tras tanto encierro y renuncia; había merecido la pena”, recuerda Lucas con una sonrisa. “Para nosotros fue liberador. Lucas nos animaba diciéndonos que el trabajo era bueno, pero el resto no lo terminábamos de tener claro. Fue una satisfacción”, reconoce Guillem.


2014 parece el año de su confirmación. Durante el año pasado consiguieron algunos bolos sin apenas caché para poder rodar el espectáculo (Tabacalera de Madrid, Encuentro de Malabaristas de Herrera de Pisuerga, en La Chimenea Escénica de Murcia, etc). Este año, gracias a la ayuda en la distribución de Nacho Vilar Producciones han conseguido actuar en importantes festivales de todo el país, como Trapezi, La Bisbal, Igualada, Circada, Tárrega e incluso en el Aterteater de Italia; siempre con muy buen feedback. “Por ahora hemos movido más la versión de calle, que es más corta, pero pasado el otoño comenzará a rodarse el de sala, estamos muy ilusionados”, concluye Guillem mientras los demás integrantes asienten, confirmando que se encuentran en un momento dulce e ilusionante de la compañía.


Versión extendida de la entrevista aparecida en el número 42 de la revista Zirkólika.

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