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domingo, 23 de noviembre de 2014

"Somos una escuela de arte". Entrevista a Donald B. Lehn

Satisfecho por el reciente nombramiento como presidente de la FEDEC (Federación Europea de Escuelas de Circo Profesionales), Donald B. Lehn consigue hacer un hueco en su apretada agenda para esta entrevista. Al día siguiente se va a Brasil al Festival Internacional de Circo de Río de Janeiro, donde se realiza la segunda edición del CRECE Sur, y donde se reúnen las escuelas de la FIC (Federación Iberoamericana de Circo). Por suerte las videollamadas permiten resolver estos escollos y adaptar agendas.


Americano nacido en Nueva York en 1952, decidió dedicarse a la farándula tras terminar sus estudios universitarios  en Literatura Inglesa y Francesa en la State University of New York. La casualidad hizo que su furgoneta decidiera estropearse en Madrid, en mitad de un viaje de Londres a Marruecos. Lo que iba a ser una parada de 3 meses para reparar la furgoneta se han convertido ya en 32 años, y no parece que esa furgoneta vuelva a arrancar. Mientras tanto, Donald ha tenido tiempo de co-fundar la Asociación de Malabaristas, de escribir el primer libro de malabares en español, de organizar varios encuentros de malabaristas y festivales, de poner en marcha la Escuela de circo Carampa, de la que es director desde 1994; así como ser parte de la organización de federaciones internacionales como la FEDEC o la FIC. De pelo blanco revuelto y pobladas cejas negras, este "Malo Malísimo" habla con la calma que da la experiencia, repasa la historia de las escuelas de circo y la situación actual, aprovechando para lanzar críticas a aquello que le parece injusto.

Fuente: http://www.murodeespuma.com/profesores.html

¿Cómo ha sido la evolución de Carampa en estos 20 años? ¿Cuáles son sus objetivos?
Carampa, nace con la compra de una carpa por parte de la Asociación de Malabaristas (AM) en 1994. De hecho, eso significa, “carpa de la AM, Car-AM-pa”. Al principio teníamos tres objetivos claros: acoger las actividades de nuestra asociación, promover oportunidades para artistas (como pequeños espectáculos y campañas escolares) y empezar a dar cursos. Pronto nos dimos cuenta que la demanda para un programa de formación riguroso era cada vez mayor.

Del 94 al 99 se realizan cursos por la tarde, al principio solo 6 que fuimos ampliando. Empezamos a introducir disciplinas de arte escénico como clown, danza o teatro, porque lo considerábamos básico para formación circense. Como no había mucha cultura de elegir estos cursos, ideamos los “completos”, un pack de 5 cursos donde regalábamos uno de ellos si se contrataban juntos, donde obligatoriamente había que escoger una de estas artes escénicas. Así los alumnos que las escogieran harían creaciones diferentes, con otra textura, cultivando una formación más amplia.

En 1999 cambiamos la carpa por otra un poco mayor y pasamos de cursos trimestrales a también semestrales, mejorando la continuidad de la formación. Ante la demanda de alumnos y profesores, el curso 1999-2000 es el primero anual, que fue una ruina económicamente, pero marcó el camino.

Este curso anual nos permitió pedir ayudas de Formación al Empleo, primero como Casa de Oficios, después como Escuela Taller. Es un dinero que llega de Europa, pasa por el Ministerio de Trabajo, que lo cede a las Comunidades para gestionarlo como formación al empleo para jóvenes desempleados. Estas ayudas eran concursales, y no todos los años las disfrutábamos, de los 10 primeros cursos, 6 fueron a través de talleres. Esto permitía ofrecer gratis el “anual” (que en realidad son dos años y los no subvencionados cuesta más de 3000 €), y a los alumnos, cobrar algunos meses el 75% del Salario Mínimo Profesional. Nuestro presupuesto era muy oscilante, porque dependíamos de estos concursos, compitiendo con municipios y otras entidades contra las que era dificil conseguir tantos puntos del baremo.

Por suerte los funcionarios del programa entendían que nosotros sí cumplíamos con lo que se entiende que debe ser una Escuela Taller o Casa de Oficios. Hacían lo posible para que nos llegaran los puntos. Aunque luego nos hacían la vida imposible con gastos y burocracia (vestuarios, material, etc). Tuvimos que aprender a sortear todos estos escollos para no perder dinero.

¿Existe un modelo europeo de escuelas de circo? ¿En qué os habéis ido basando para fijar vuestra formación?
No, no existe ningún modelo de escuela. Es parte de la tarea que intenta realizar la FEDEC, poner en contacto a las distintas escuelas, saber qué es lo que están haciendo unas y otras, pero no reglar. Si cada escuela tiene una personalidad y carácter propios, los artistas que salgan de ellas serán diferentes, que es lo que enriquece el ámbito artístico.

Al inicio, cuando la FEDEC se estaba fundando, cada escuela tenía que entregar un dossier con sus actividades y plan formativo. Hicimos una tabla dividiendo los contenidos. Nos dimos cuenta que se cumplía lo que llamamos la "Regla del 30-30-30 mágico" en la suma de todas estas actividades. Un 30% era de preparación física y acrobacias, otro 30% de formación teatral y otro 30% de especialización. El otro 10% era una miscelánea de historia de circo, anatomía, etc. Esto es la media de todas las escuelas, pero nadie tenía este 30-30-30 perfecto. En la variación de estos pesos, de este canon, estaba la personalidad de cada escuela, su tendencia.

¿Cómo ves que se considere a Carampa como una "escuela puente"? Una escuela que prepara para ir a otras superiores.
Nosotros, en Carampa, entendemos que somos una escuela de arte, donde el propio artista es su propio autor, su propio dueño, su empresario y buscamos formarlo con esta capacidad de autonomía para su vida profesional. Nuestra escuela tiene mayor base de preparación física, perdiendo algo de la especialización artística. Enseñamos a la gente cómo afrontar sus necesidades físicas y técnicas para que en un futuro puedan ellos entrenar por su cuenta. En una escuela superior puede que no dediquen tiempo a esa preparación física, es problema del alumno en su tiempo libre, nosotros damos esa herramienta. En las escuelas más creativas asumen que los alumnos deben llegar con una base y fundamentos físicos ya aprendidos, no los trabajan porque suponen que ya deben estar.

Una escuela de 2 años te da muy poco tiempo. En el primer año, el primer trimestre se tienen que acostumbrar a hacer físico 6-7 horas al día. El segundo trimestre es de conocer su propio cuerpo y darse cuenta de que pueden aspirar a los diferentes retos técnicos que se planteen, es de asimilación. El tercero es eso, pero aplicado a un proceso de creación. Y ya se acaba el primer año. El segundo año comienza la especialización, pero están muy al comienzo. Cuando salen de Carampa están equipados para esa especialización y comenzar un proceso creativo personal. Es más, yo creo que una persona que sale de Carampa aspirando a tener un número hecho al salir, se equivoca. Es el momento de arriesgar, de meterte en problemas, de hacer cosas no comerciales ni perfiladas.



¿Cuáles son vuestras aspiraciones?
Aspiramos a tener una situación menos precaria, que venga como venga, sea cual sea nuestro modelo de escuela. Lo que queremos es que un alumno que quiere hacer este curso pueda hacerlo, aunque no tenga dinero. Es una barbaridad 3900 € al año, más vivir en Madrid, sin tiempo para trabajar, es poco asumible para un alumno de circo, sale más caro que la universidad.

El camino más corto hacia esto es la vía educativa. Tenemos que intentar que Educación reconozca nuestra enseñanza como Formación. Es cierto que un diploma o acreditación te sirve para bien poco como artista, pero es una forma de reconocimiento que en Europa ya se da. Llevamos años tocando diferentes puertas, ya sea dentro del Plan General de Circo, como Carampa, como la AM, etc.

Este año habéis incluido un “tercer año” de formación. ¿Para qué?
No puedo llamarlo exactamente "tercer año", lo llamaría estudio de creación, postgrado, formación continuada, o algo así. Este primer curso es un programa un poco más corto, pero ha sido el primer año por que ha sido el primer año que había realmente una demanda por parte de alumnos y profesores. La experiencia ha sido mixta, como en todo inicio. La lista de aciertos y fallos está pareja. Habrá que hacer un seguimiento de los artistas para hacernos una idea mejor. 

¿Cómo valoráis el éxito de vuestra escuela?
A parte de la solvencia económica, que es lo que te permite o no estar vivo, siempre nos tenemos que basar en el éxito profesional de nuestros alumnos. Ver dónde llegan nuestros egresados, si siguen felices en el circo y si siguen creciendo como personas. Por lo estamos siguiendo, tanto en proyectos como Circus Next, en los distintos Festivales, en otras escuelas, siguiendo sus trayectorias profesionales, estamos muy satisfechos con los alumnos de Carampa.

¿Cómo es la relación con otras escuelas del país?
El término escuela es muy ambiguo, para mí es un lugar que tiene un mismo grupo de gente cursando un programa variado sobre un periodo de tiempo de al menos un año. Hay otros sitios que ofrecen otro tipo de formación, pero no le llamaría “escuela”.

Así, en España hay buena comunicación entre las escuelas (Rogelio Rivel, Oreka, CAU...), a través de la FEDPAC hablamos de nuestras carencias y problemas, para intentar resolverlos y ayudarnos. También hemos desarrollado algunos programas de intercambio de alumnos o profesores. Buscamos potenciar nuestra formación juntándonos, evitando que cada escuela se convierta en una isla.


¿Crees que está aumentando el mercado circense en España? Sigue siendo algo minoritario.
Estamos en un momento muy gris, pero si comparas la cantidad de festivales que se realizan hoy día con los que se hacían hace 10 años, hemos mejorado, sí. No hay color. Hay muchos más espacios y municipios que han aceptado una oferta de circo como parte de su cupo anual cultural. También hay incluso espacio para que vengan compañías de fuera.

¿Cómo es la relación actual con la Administración en época de crisis? ¿Cómo os ha afectado en este sentido? ¿Sirvió de algo el Premio Nacional de Circo de 2011?
A nivel estatal, el Premio Nacional sirve de mucho. A la hora de pedir subvenciones sirve para que se tenga en cuenta el proyecto y se den cuenta que lo que nos aportan es ridículo comparado con lo que reciben otras escuelas en otros países. Por otro lado, nosotros no recibimos más que el 20% de nuestro presupuesto en forma de ayudas públicas, no conozco escuela europea que le suceda esto. Así, bienvenida sea la ayuda del Ministerio de Cultura, pero no llega casi ni a ser un salario (recibieron 20.000€ de dotación económica con el Premio Nacional de Circo de 2011). Por suerte todo esto se ha mantenido.

La CAM, por contra, ha disminuido. De 20.000 € anuales que teníamos de dotación económica hace año, se fue bajando a 18.000, luego a 12, luego a 7 y este año 2014 no hay ayudas. Pero lo grave es que en 2014 la CAM no ha destinado ni un euro a las asociaciones sin ánimo de lucro de su comunidad, es dramático.

Del Ayuntamiento no hemos recibido un euro nunca. Eso sí, nos contratan servicios, como actuaciones o cursos, o como fue el CRECE estos años pasados. Por suerte, el espacio que ocupamos dentro de la Casa de Campo, en el Albergue de Juventud, nunca se ha puesto en duda, es un espacio cedido que no parece que nos vayan a quitar.

¿Cómo os financiaréis el año próximo?
Los cursos de las tardes y los infantiles se mantienen solos. Se mantiene algo de ayuda desde el Ministerio, desde la Comunidad nada. Esto junto con sacrificios de todos, reducción salarial de todos, sobrecargas en los distintos puestos, recortes en inversiones en materiales, mantenimiento, y aun así estamos pagando a finales del mes. ¿Podemos seguir así sin que las cosas cambien? muy muy difícilmente.

Fuente: http://gaztea.euskonews.com/0501zbk/gaia50104.html

¿Cómo funciona la FEDEC?
Las escuelas profesionales de Europa funcionamos un poco como islas, pero como escuelas tenemos necesidades comunes: de mercado, de espacio artístico y que la formación creativa se desarrolle a nivel continental. Queremos que este proyecto común entre todos tenga presencia, diálogo y eventualmente apoyo para iniciativas a nivel europeo. También pone en contacto escuelas de todo el mundo, menos Kiev, Moscú y China, que no hemos conseguido que se introduzcan en este proyecto.

Intentamos definir qué es un profesor de circo de alto nivel, qué requisitos necesita, hacer un catálogo de competencias. También definir un proceso de formación continua, a modo de cursos de verano, para los alumnos que quieran estar más enfocados a la docencia.

También encuentros entre alumnos y escuelas. Ya sea un proyecto tipo CRECE, mediante intercambio de alumnos, grupos de trabajo sobre investigación, etc.

También para poner en contacto a los directores para resolver problemas comunes en el oficio. Creando un código deontológico de profesores y directores. Ayuda con los seguros para una escuela de circo, porque cada país aquí es un mundo. Ofrecemos contacto con profesionales y asesores en estos ámbitos. Son áreas donde cada cual está descubriendo América por su cuenta y así lo ponemos en común y facilitamos los procesos.

¿Ayudan las escuelas de circo a la difusión del circo? ¿Es uno de los objetivos?
Sí, claro que es uno de los objetivos. Hay diferencias en cuanto al papel que desarrollan los organizadores de festivales, por ejemplo, y nosotros. Nosotros no vendemos espectáculos, no somos festivales. Pero sí generamos profesionales, por lo que nos interesa generar también un mercado.
Así, tenemos que participar en estas actividades, hacer entender lo que hacemos, hacer ver que hay gente bien formada gracias a las escuelas de circo, gente con ganas de desarrollar trabajos de calidad. Todo está conectado. Es un paso a que haya una industria del circo. Tiene que haber proyectos comerciales y no comerciales. 

Versión extendida de la entrevista realizada en mayo de 2014 y publicada en el número 42 de la revista Zirkólika 

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