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viernes, 29 de enero de 2016

Ración de vídeos del mes. Enero 2016

Hale, ya tenemos nuevo año, nos ha costado casi un mes no equivocarnos al escribirlo. Más de un mes, caluroso y veraniego, de terracita y de debate interno entre el "qué bien se está" y el "esto no es lo correcto". Debe ser cosa del gobierno, o del no gobierno. Quién nos iba a decir que con un gobierno en funciones todo sigue igual, será que nos tenían engañados. Febrero asoma con la relevancia de una etapa histórica en lo político, de pactos, acuerdos e investiduras y, esperemos, que sin nuevas elecciones. Por lo demás, el circo sigue, como la vida. Los vídeos se acumulan y hay que sacarlos a la luz, que para eso se graban. Disfruten.

Pasen, hay sitio al fondo

1)  Chloe Walier. Americana formada en la NECCA. Chloe revisita un número de los de vieja tradición circense: caminar sobre botellas. Uno de esos números que, como espectador, te mantiene en vilo temiendo por los tobillos de la artista. Elegancia, riesgo y una bonita sonrisa hacen un número redondo.

                       
Chloe Walier - Bottle Walking - 2016 Demo <-- font="" for="" go="" ios="" jtv="" playback="" please="" to="">

2) Trio Markins. En Madrid tuvimos la inmensa suerte de disfrutar de este trío de rusos en el espectáculo de Navidad del Price. Antes habían estado en el Festival de Figueres. Lo impresionante de este trío de acróbatas sobre rulo (o rola-bola) es el portor, Roman Markins, una pieza sólida y limpia. Ser portor es de lo menos lucido del circo, es doloroso y encima es el ágil el que se lleva los éxitos. No así en este trío, Roman está por encima del resto, es la base que todo ágil quisiera.


3) Teslenko Jugglers. No nos alejamos del Este para poder disfrutar de esta troupe de malabaristas. El estilo ruso a la máxima expresión: técnica limpísima, passing con cientos de objetos viajando rápidos como misiles, ausencia de fallos y una presentación un tanto hortera. Una pasada.


4) Ezra Weill. La cuerda lisa es de esas disciplinas poco vistosas salvo para el ojo entrenado. La dificultad de algunas figuras continúa siendo un misterio para mi. Eso sí, no hay que negarle su elegancia. Me ha alegrado mucho descubrir que hay artistas buscando darle otra vuelta más a la cuerda e intentando fusionarla con otros elementos. Nunca hubiera podido imaginar que quedaría tan bien con un sombrero.


5)  Marta Paley. La fusión está de moda y los artistas siguen buscando el equilibrio perfecto entre disciplinas. La danza hace mucho que se imbricó con el circo, llenándolo de una presencia visual que a veces había perdido en pos de la técnica. Rusa y actualmente en el Circus Dreams, Paley combina ballet y cigar boxes, parece que va por el buen camino.


6) Michael Davis. Uno de los grandes, un clásico imperecedero. Sigue actuando y sacando carcajadas allá donde va. Un malabarista con un estilo del humor propio, emitido desde la sobriedad de su voz y sus gestos, pero que funciona siempre. Verle en una gala de la EJC de Toulouse fue un placer, aún más comprobar cómo arrancaba los aplausos entregados de miles de malabaristas, más acostumbrados a la onda moderna del circo.


7) Rowan Atkinson. Otro que ya es un clásico. Mundialmente conocido por ser Mr. Bean (serie que hay que revisitar de cuando en cuando para percibir su genialidad), aquí muestra otro papel, el de un batería jugando con su nuevo instrumento invisible. Técnicas de clown y mimo al alcance de muy pocos.


8) El regalo, las caras de los malabaristas. En la convención de Nüremberg alguien tuvo la maravillosa idea de centrarse en las caras de los malabaristas. Un poema de concentración, de lenguas fuera, de sonrisas y de miradas de disfrute.




Espero que hayan quedado satisfechos. Si se quedan con hambre, este fin de semana se está celebrando el Festival Mondial du Cirque de Demain en París. Cita imprescindible que se puede disfrutar también en streaming:

www.cirquededemain.paris

¡Salud y mucho circo!

miércoles, 20 de enero de 2016

El hogar y los recuerdos

Paco Roca lo ha vuelto a hacer. Ha creado otra gran obra. Por estos lares ya se ha escrito en varias ocasiones de Roca. Lo confieso, me encanta su trabajo y su forma de contar historias, tanto las dramáticamente cotidianas (como hizo en Arrugas) o las revisiones históricas de temas olvidados, dando cara a sus protagonistas (como en Los Surcos del Azar). Desde que diera su salto a la primera línea del cómic nacional en 2007, Paco Roca mantiene un excelente ritmo de producción, sin que la calidad de sus trabajos merme, algo que es digno de alabanza.




En diciembre de 2015 salió a la luz La Casa (editorial Astiberri), un proyecto que comenzó a fraguarse en 2014, huyendo del trabajo exhaustivo que requirió Los Surcos del Azar. Editado en un formato apaisado que recuerda a viejos cómics y que invita al reposo y al sosiego. La novela está escrita desde el sentimiento, desde los recuerdos y desde el intento de comprensión a un padre ausente.

La casa es la segunda vivienda en el campo de una familia de clase media de levante. Tras la muerte del padre queda abandonada hasta que los hijos deciden arreglarla para venderla. Es ahí donde cada objeto de la casa desempolva un recuerdo y hace rememorar tiempos pasados, tiempos de familia y de veranos. Una casa levantada con el esfuerzo continuo de un padre austero y trabajador, que obligaba a los hijos a colaborar en esas tareas, cosa que ellos odiaban. Es al volver a visitar la casa cuando comienzan a comprender a su padre, cada uno a su manera.

Detrás de esa consecución de recuerdos, existe un camino personal de cada hijo, un intento de reconciliación con un padre serio y del que se dan cuenta que apenas saben nada. Es la propia casa la que une a todos y a través de sus reparaciones la que hace aflorar los sentimientos y las opiniones de cada uno. Las sensaciones cruzadas, enfrentando la racionalidad de una venta prevista, con la idea de conservar esa casa entre todos, como símbolo.



El cómic huele a verano y suena a silencio, a la tranquilidad estival de estas casas de campo algo apartadas. Colores cálidos que cobran importancia en los recuerdos y que realzan en los sentimientos de las viñetas. Todo reglado por la atractiva línea de dibujo de Roca, que ya es identificable a lo lejos.

Es, al fin y al cabo, el homenaje que hace Paco Roca a su padre tras su muerte, un lucha por comprerle y reconciliarse con él en la que nos implica a todos y que desborda sentimientos y nostalgia. Otra obra imprescindible que lleva la firma del gran dibujante español del momento.




Para saber más:

martes, 12 de enero de 2016

David Bowie, laberintos y circo

Recientemente hemos desayunado con la noticia del fallecimiento de David Bowie a los 69 años, víctima de un cáncer. Reconozco abiertamente, quizá con algo de vergüenza, visto el aluvión de lamentos y memorandums escritos, que nunca me gustó Bowie musicalmente. De hecho, creo que no podría nombrar ninguna canción suya. Mis gustos musicales iban por otros derroteros, aunque esto tampoco es excusa para ignorar a un icono musical. Reconozco que, como médico, sus ojos atrajeron mi atención más de una vez, pero sobre el secreto de sus ojos, los de Bowie, ya se ha hablado mucho y bien.

¿Qué hace escribiendo sobre un cantante en un blog de circo? Os preguntaréis.

Bien, todo tiene su explicación. Siempre que he escuchado el nombre de David Bowie, a mi mente venía esto:


Exacto, Jareth, el Rey de los Goblins más malvado y "glam" que haya podido imaginar el cine. Dentro del Laberinto (Labyrinth, 1986) es una de esas películas que me marcaron. La atmósfera creada por Brian Froud, la historia escrita por Terry Jones, los muñecos de Jim Henson, todo hace especial a esta película. Sin duda una de las cosas que más me fascinaba era cuando Jareth manipulaba unas esferas de cristal en sus manos, como si fluyeran.

Fue mucho tiempo después, cuando comencé a andar por el camino del circo, cuando descubrí, en uno de mis buceos por la red, que lo que hacía Jareth no era magia, sino contact. Mejor aún, el que manipulaba las esferas no era Bowie, sino el mismísimo Michael Moschen. En este curiosísimo documental (que recomiendo muchío ver al completo para apreciar mejor la película) se puede ver cómo se rodaron las escenas de contact, una maravilla hoy casi impensable por lo artesanal.



No viene al caso recordar ahora la importancia de Michael Moschen para el mundo del malabarismo, ya que esta es una entrada sobre David Bowie y, además, no hay espacio en una sola entrada para resumir su figura. Os dejo simplemente con una muestra de su arte, una actuación donde rompe con muchas cosas establecidas y que hoy, treinta años después, sigue siendo muy novedosa.


La película, donde una jovencísima Jennifer Connelly busca a su hermano por un endiablado laberinto para rescatarlo de las manos del Rey de los Goblins fue seguramente mi primer acercamiento al "nuevo circo". Así es como, ya desde pequeño, de forma subliminal, comenzó a entrar este arte en mi vida. Con cada visionado posterior he ido disfrutando más y más de la película, y mi pasión por el circo y admiración por Moschen no ha hecho sino enriquecerla. Así, en cierto modo, Bowie es parte de mi vida, sobre todo de mi vida circense.

Ironías del destino, Bowie fallece el año en que Dentro del Laberinto cumple 30 años. 2016 puede ser un buen año para volver a disfrutar de esta gran obra del cine. Recomiendo que después de verla os leáis algunos de los interesantísimos artículos que se han escrito sobre ella, como este de John Tones para Canino. Os dejo con una de las canciones principales de la película, en la impresionante escena de las escaleras, inspirada en los dibujos de Escher (otro tipo fascinante).



martes, 5 de enero de 2016

I draw the line, por Wis y Rafus

Curioso que en un mundillo donde prima la concordia, las sonrisas, las ganas de compartir y la ilusión existan piques. Por otro lado, es normal, somos humanos y de todo hay en cada casa. Vamos a ver dos ejemplos de malabaristas muy conocidos (dentro del mundillo) que últimamente se han convertido en polémicos. Algo faltos de mano izquierda y abusando de la facilidad con que se pueden cruzar insultos en Internet, han acabado adoptando un bonito rol de incomprendidos, casi parias, en la comunidad circense. Con la inestimable ayuda de Wis, que se curró la búsqueda y elaboró casi todo este artículo (mil gracias, bro), vamos a intentar aclarar estos desaguisados. 

Steve Mills
Uno de los pocos malabaristas que tiene un truco con su nombre, el famoso "Mills Mess", obligatorio para todo aquél que quiera hacerse llamar malabarista. Muy habitual de los encuentros y convenciones, llegó a ganar varios campeonatos IJA a finales de los años 70.
Por desgracia, en los últimos años ha sido más conocido por sus salidas de tono y por su "declive" personal.

Hace cosa de uno o dos años Steve comenzó a poner en su cuenta de Youtube muchísimos vídeos de baja calidad. En la EJC de 2014, en Millstreet, Irlanda, pude ver con mis propios ojos cómo un tipo nacido en el 57 y consagrado ya como "leyenda" del malabarismo, se había convertido en una especie de mascota del encuentro. Se pasó la convención subiendo a todos los escenarios posibles, llamando la atención y haciendo chistes de dudoso gusto. En cada Renegade (actividad nocturna underground de los encuentros) acababa saliendo al escenario sin ton ni son, siendo ya abucheado por el público, cansado ya de sus bromas sin gracia. Llegó incluso a disfrazarse como Viktor Kee y acabó la noche siendo un bufón al que nadie quería cerca por lo pesado que se ponía.

Sin noticias posteriores de él, tras el Festival de Quèbec de 2015 sube un vídeo en el que se queja de que le han denegado la entrada al festival. No quedan claros los motivos por los que no le dejan entrar. De hecho, él mismo no intenta contradecirlos, sólo se queja de su terrible destino. Tanto es así que escribió un post en un evento de Facebook de la EJC 2014 (ya abandonado, muy raro todo), donde se lamenta sin explicar nada. Dice algo así:

Con afecto a los malabaristas de fuera de los EEUU,
He tomado una decisión. No puedo forzar ser querido. El amor es algo muy especial, está o no está. He abandonado la IJA (International Jugglers Association). Nunca me han querido ni respetado por lo que soy. Esto no es para despotricar, es simplemente para que algunos verdaderos amigos que me aman sepan lo que siento. No espero ninguna disculpa de una organización que me resulta tan odiosa y que sólo me quiere por mi estúpido truco (...). Voy a informar a la IJA de que retiro mi afiliación y así dejaré de formar mi amor en ese grupo. Fui invitado a Quèbec por Christiane Gaudreau, era una invitación oficial para hacer 30 horas de voluntariado. Se me negó una actuación de 3:40 min que iba a regalar (increíble, hay 47 años de trabajo en esa rutina), también se me negó el resto de mi trabajo como voluntario tras un viaje de 700 millas. Fue una gran semana, con amigos que vi y con los que comí, bebí y dormí. Gracias a Rafael y Cindy Marvell por evitar que acabara durmiendo en mi coche. Por lo tanto, no voy a ir a eventos de malabares en Norteamérica o México por estos motivos, porque se me odia. He luchado y he perdido, me retiro. 

Por desgracia, apenas gente leyó este mensaje y nadie contestó. Steve sigue subiendo vídeos de dudosa calidad casi a diario (ver nota al final del artículo).


Willy Colombaioni
Italiano de familia circense, trabaja como malabarista en un circo tradicional y, en sus ratos libres, se dedica a batir récords de malabarismo y grabarlos en calidad pésima. En los últimos meses ha ido sembrando polémica en un grupo de Facebook llamado "Juggling Rock". Para ponernos en antecedentes, este grupo es la comunidad más grande de malabaristas online, es muy activa y se suben muchos vídeos de altísimo nivel.

La polémica de Willy empezó con este vídeo en el que proclama lanzar 10 aros mientras mantiene en equilibrio una maza en la frente. Le recriminaron que parecía un fake y él lo desmintió con otro vídeo de mejor calidad, pero con unas formas muy infantiles.

Poco después Willy saca otro vídeo con calidad aún peor (si es que esto era posible) donde presume de hacer 16 lanzamientos con 8 mazas. Se lo recriminan y sube este otro vídeo donde remata con un bonito gesto para sus detractores, muy elegante todo.

La verdad es que todo el mundo le ha dicho que es un gran malabarista y que siga intentando récords, pero que lo haga en buena calidad (algunos con excesiva acidez e incluso parodias, como Luke Burrage). Pero él se enfada de forma un poco desmedida, pese a que algo de razón tiene, e intoxica la página con comentarios. Tanto que acaba yéndose y todo. Por suerte sigue grabando récords y otros usuarios los comparten, ya sin tanta polémica detrás.


Curiosamente, antes de que Willy dejara esta comunidad, encontró un sorprendente aliado. Steve Mills se había registrado en Juggling Rock y vio cómo un talentoso malabarista tenía a la comunidad en su contra. Fue como un amor a primera vista, comenzaron a escribir comentarios el uno mencionando al otro y a decir frases como "¿Por qué no hay más amor y menos odio?", pero a la vez criticando a los que tenían diferente opinión.

Por desgracia, esta bella historia tuvo su fin y ambos acabaron abandonando Juggling Rock

No me quieres como soy
Si algo une a estos dos malabaristas es su sensación de parias e incomprendidos. Ellos han decidido dibujar su línea de lo aceptable y no inaceptable. Esa es la clave, en su cabeza hay una línea muy clara, pero no ven la de los demás. Ellos parecen poder propasarse lo que les venga en gana, pero si alguien les ataca, aunque sea sutilmente, se ponen a la defensiva esgrimiendo argumentos como "no me quieres como soy".

Queda como tarea de cada uno decidir hasta qué punto la interacción social requiere que asumamos que nuestro punto de vista puede ser nocivo, y someter la salud del grupo a nuestras ganas de llamar la atención. El extremo es que la conciencia del grupo domine y nadie diga su opinión por miedo a salirse del tiesto. Así que vaya, qué sorpresa, tenemos un compromiso complejo en la vida, que algunos han querido intentar simplificar.

Queda por tanto un debate similar al de los límites del humor. La línea de la tolerancia con las ideas la tiene cada uno en su cabeza, lo importante es saber visualizar las de los otros y tratar de comprenderlas y respetarlas. Sabiendo también que si otra persona pasa "tu línea" no hay por qué clamar al cielo e indignarse muchísimo, encerrándose en uno mismo; sino en saber confrontarlo y solucionarlo de una forma sensata y serena. O mejor, ¿por qué no resolver las discusiones entre malabaristas con una buena sesión de combates?



Y hasta aquí este capítulo, en el que vemos cómo los malabares sirven también para establecer discusiones filosóficas. Si es que son una maravilla los malabares. 

NOTA: ya en su día hablé de la obsesión por los récords, que no comparto. A colación también sale un excelente artículo sobre la ética de los récords de malabarismo (inglés).

NOTA2: En uno de los comentarios de Facebook me entero que Steve Mills padece un trastorno bipolar. Esto explicaría mucho de su actitud y sus vaivenes emocionales. Siempre desde el respeto, creo que esto no cambia el objetivo final de la entrada