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viernes, 30 de septiembre de 2016

Siete años, que no son nada

Parece mentira, tal día como hoy, siete años como siete soles. Que siete años no es nada, que se ve en la mirada, y aún no ha dado tiempo a cansarse. Todo lo contrario, siete años vitales, de transición fluida y suave, de crecimiento personal, artístico, profesional. Siete años con altibajos, no podría ser menos, incluso con atardeceres que merecen ser olvidados, pues repasados los siete pecados, hay días que uno toca todos.


Pero no es momento de pensar en los siete círculos (¿o eran nueve?), ya sabéis que soy más de quedarme con lo bueno, con las fuerzas renovadas, con los proyectos ilusionantes que se vienen de tantos frentes. También en esta casa, claro, que uno echa la vista atrás y se motiva y estimula, pues he vuelto a pensar, por séptima vez, que ha sido un año muy bueno. Que hay siete magníficos también por aquí, siete verdades en forma de entradas más visitadas, o siete samuráis, como queráis:


¿Proyectos? Los de siempre, tirar siete pelotas sin resoplar, admirar las siete mazas y su aparatosidad, volver a escribir un mes siete entradas, flipar alguna noche con los siete enanitos, seguir metido en siete mil cosas, dejarme la espalda hecha un siete a base de acrecentar la bata y por supuesto, seguir disfrutando de la conviviencia en estas siete habitaciones (contando la entrada) de este sexto piso.

Que esto no se acaba y aún no se dicen las Siete Palabras, que queda tinta en los calamares y nos seguiremos leyendo, incluso viendo, en los bares.

Habrá que despedirse como está mandado, con el truco de bolas que permite un abrazo entre medias:

7770000


¡Salud y circo!


jueves, 29 de septiembre de 2016

La Sinergia vuelve al Price

Desde hoy y hasta el domingo 2 de octubre se podrá disfrutar de nuevo, en el Teatro Circo Price, del espectáculo Sinergia 3.0, de la Compañía Nueveuno. Será la segunda oportunidad en este 2016 para ver esta obra de circo contemporáneo en este recinto. La primera fue, coincidiendo con el estreno, en abril de este mismo año, cosechando un gran éxito de taquilla y de crítica, lo que les ha permitido, por iniciativa del Price, volver a trabajar en este gran escenario.



El espectáculo, una creación de 1 hora de duración basada en los malabares, habla de las relaciones sociales, de la adaptación y los conflictos personales. Todo se realiza a través de la investigación de dos materiales principales: la madera y el metal. Con ellos se van construyendo estructuras manipulables que van presentando dicha dramaturgia, siempre frente al espectador, que va viviendo toda esa evolución. Una evolución que viaja de la simpleza de la madera a la complejidad de las estructuras metálicas y la última tecnología, con una espectacular secuencia final de mazas de luz. 

La compañía se creó en Madrid en 2015 por iniciativa de Jorge Silvestre -"Silver"- junto con compañeros malabaristas con los que había trabajado para Gandini Juggling: Josu Montón, Stefano Fabris y Miguel Frutos. Se asociaron con un equipo de coreógrafos, escenógrafos, músicos para crear una obra compleja de malabarismo contemporáneo, pero que a la vez resultase atractiva a todos los públicos. Tras más de año y medio de gestación, desarrollo y pruebas, por fin, tras el estreno en abril, ha podido disfrutar de sus priemeros 6 meses de gira. Una gira que inicialmente partía con pocas fechas "por la dificultad de mover un espectáculo de este tipo, de circo contemporáneo, en España", pero que se ha visto aumentada gracias a la Red de Teatros de la Comunidad de Madrid y a Madrid Activa.

Stefano (I) y Miguel (D) durante los ensayos en el Price


"Tras el estreno en el Price hemos actuado en Reus, en la Fira Trapezi, adaptando el número a la actuación de calle; en la Circada de Sevilla y en la Feria de Circo de Calle de La Bisbal (Gerona)" resume Stefano Fabris. "Después fuimos al Pirineo, al Festival Nocte Graus, con una actuación nocturna en un paisaje espectacular". desde entonces han actuado también en Móstoles, en Alicante y en Moratalaz.  "La de Moratalaz fue una actuación curiosa", interviene Miguel Frutos, "fue en una cancha de deportes, de día, mientras unos chicos jugaban al balón y un grupo ensayaba danzas folklóricas; para nosotros fue muy bonito, por llevar circo al extrarradio y por la buenísima respuesta del público".



Aunque no todo han sido alegrías en estos seis meses, las lesiones se han cruzado en el camino desde el mismo estreno. El día antes del bolo inaugural Josu Montón sufrió una lesión en el codo durante los ensayos, por suerte pudo recuperarse a tiempo y actuar en aquellas fechas, aunque con un vendaje en el brazo y limitando algunos movimientos. En agosto, un accidente en moto mientras circulaba por Madrid le produjo varias fracturas en la mano, por lo que Isaac Posac, malabarista pucelano, tuvo que sustituirle desde entonces. "Isaac es un bestia, se aprendió la posición de Josu en una semana y se adaptó estupendamente al grupo", apunta Frutos. Por desgracia, en septiembre, un giro inapropiado en otro ensayo reagudizó una antigua lesión en la rodilla de Jorge Silvestre, que precisará una intervención quirúrgica para reponer su menisco dañado. "Silver va a poder actuar en el Price, pero después lo sustituirá Carlos Romero, que ya se está preparando su posición".

Escenografía en el Price


Todos estos imprevistos no desaniman a la compañía, que ya prepara sus próximas actuaciones en la Comunidad de Madrid (Barrio Salamanca, Leganés) y en el Teatro Circo de Murcia. "La idea es que en 2017 movamos mucho Sinergia por España, y si va bien en 2018 podamos salir al extranjero". 

Así, desde hoy hasta el domingo estará Sinergia en el Teatro Circo Price. No se lo pierdan, merece mucho la pena este espectáculo, y más sabiendo que puede ayudar a seguir tendiendo puentes entre el público y el circo contemporáneo. "Es un reto para nosotros hacer cuatro pases seguidos en el Price con este tipo de malabares. El circo es una forma de llenar la escena y con nuestro espectáculo de malabares queremos ofrecer una visión moderna sin caer en lo conceptual, me gusta pensar que es como un caleidoscopio, una cosa para mirar y disfrutar de sus efectos", resume Miguel Frutos.



Más información:

viernes, 23 de septiembre de 2016

Comentarios y construcciones, por Wis

Hace 10 días escribí una entrada sobre las sensaciones que transmite ir aprendiendo un truco nuevo. Generó algunos comentarios, pero el premio se lo llevó Wis, que escribió prácticamente un artículo entero. Por el tiempo dedicado a escribir esa respuesta, creo que merece una entrada en sí misma. 
¡Mil gracias Wis por tu comentario!

Para apreciar mejor este texto se recomienda leer antes la entrada: "Construyendo un truco
 
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Cuando uno empieza en los malabares, la mayoría piensa que, evidentemente, es incapaz de crear trucos nuevos porque "soy muy malo". Cuando pasa el tiempo uno se da cuenta de que eso no es cierto y cualquiera puede crear un gran truco. Pasan los años y descubres cómo gente con menos nivel que tú te enseña trucazos que dices "Jodo qué guapo, tron". Pero eso no quita para que sea mucho más fácil crear trucos nuevos cuando uno tiene más nivel.

Diría que hay dos factores, el psicológico y el técnico:
- Psicológico: evidentemente con el paso del tiempo uno se va acostumbrando a lo que inevitablemente le va pasando, los trucos que aprendes son cada vez más difíciles y requieren más tiempo. Y también es beneficioso tener más planificación como bien dices. Aquí hay un punto de ruptura, algunos dejan de hacer malabares y otros empiezan a aceptarlo. Con esto en mente es mucho más fácil decir "Venga, me voy a intentar sacar ese truco de 3 diábolos, o de 7 pelotas". Hasta aquí todo normal, nada de creatividad involucrada.
- Técnico: luego la cosa es que uno efectivamente se vuelve más bueno, y eso es una gran ayuda para la innovación.

Así que los esfuerzos parecen menos irrealizables y además, cuando uno se pone a probar las cosas, como que le salen cosas complicadas más rápido que antes. Esto da confianza para crear, entras en un estado mental "óptimo" para ponerse a crear, y además reduce frustración ya inmerso en el este proceso. Yo tengo los 3 diábolos desde 2009 y desde entonces estoy sacándome el sol. Y sale a veces, lo pierdo (lesiones de muñeca, la edad, etc), vuelve... La cuestión es que no lo termino de ver como imposible y me desespero poco o nada.


Lo de que el nivel mejora se nota una barbaridad cuando tuviste una idea imposible 5 años atrás, la olvidas,y de repente te da por probarla y ¡jodó chacho!, te sale casi a la primera y ves como los objetos se mueven más despacio o incluso más suavemente. Yo tengo unos cuantos trucos así esperando. Tengo uno de 2 diabolos que he ido trabajando sistemáticamente como has descrito, llevo un año o dos solidificando las bases, tanto que casi olvidé el truco. El otro día lo probé y no salió pero tenía una pinta, primo, que te caguers. Así que yo guardo todas mis ideas, buenas, malas, fáciles e imposibles. Tengo un directorio con unos 200 trucos que se me han ocurrido alguna vez y sobre esos, con el paso del tiempo, puedes desarrollar criterio y decidir a cuál quieres trabajar en el futuro.

Mi consejo: grábate siempre. Creo que es mas fácil arrepentirse de no haberse grabado que de haberse grabado (incluso esto ¡con el móvil en horizontal!). Siempre.


Ahora llega la madre del cordero de todo el asunto, y como de muchas cosas en el mundo, hay retro-alimentación. Cuando empiezas a crear trucos y te salen y tal, empiezas a confiar en que eres capaz de crear nuevas cosas, sean estas estéticas o no. Otra cosa que se puede descubrir durante el proceso, análogamente a lo que dices de que se puede descubrir que el truco se descompone en otros pasos más básicos, es la armonía inherente o no en el truco, que parece ser que va un poco ligada a la sencillez y elegancia. Supongo que esto es una consecuencia de acostumbrarse a desarrollar trucos, te sientes más a gusto, te relajas más y supongo que ese es el entorno en el que nace la percepción de armonía. No lo sé, yo sí puedo decir que eso lo he desarrollado, muchísimo. Ahora soy capaz de tener ideas y saber que esto "va a molar" o que algo "no va a molar", y me equivoco, claro, pero muy poco. Creo que esto mismo hace que subconscientemente los trucos que empiezas crear con el paso del tiempo tienden a ser más armónicos, a no ser que conscientemente quieras crear algo muy complejo.

Este proceso de creación y descomposición no tiene porque ser privado, compartir esto con otra gente puede ayudar a:
- Que la otra persona vea un error que cometemos y que en la version completa del truco era difícil de ver
- Que la otra persona vea tu proceso creativo y pueda aconsejarte estéticamente. Por ejemplo, "me gustaba más la versión básica, lo que intentas es muy rebuscado"


¡Mil gracias a todos los que comentáis! 

En la próxima entrega....¿Cuándo podemos decir que tenemos un truco consolidado?

martes, 13 de septiembre de 2016

Construyendo un truco

Llega un momento en la vida de todo aprendiz de malabares en que aprende a aprender. No es un momento de esos que hacen "click", es algo paulatino, pero un día te sorprendes a ti mismo sabiendo que puedes sacarte un truco. Y de verdad lo sabes, estás convencido de ello, sabes que ese truco que tienes en mente algún día llegará, sólo tienes que ir construyéndolo poco a poco, con mimo.

Stefan Sing describe los malabares como arquitecturas efímeras, algo en lo que coincide con Sean Gandini. Siempre me gustó esa definición, me parece muy gráfica. A los ojos del propio malabarista o de los espectadores, un truco crea una imagen en el espacio, ya sea estática (ese instante mágico) o dinámica (benditos patrones armónicos). Como toda arquitectura, esta nueva edificación debe pasar por una serie de fases, sino nunca llegará a ser.

Cuando uno decide que quiere hacer un truco en concreto, primero debe visualizarlo. Si se ha visto hacerlo a otra persona se tiene ese primer peldaño hecho, sino toca imaginarlo, visualizarlo mentalmente, lo cual es aún más estimulante. Después toca analizarlo, entenderlo, casi diría que sentirlo. Uno debe comprender bien dónde va cada bola lanzada, qué deben hacer en el aire, dónde está el cuerpo situado durante ese lanzamiento y cómo debe colocarse. Una vez entendido toca deconstruirlo, cual plato de cocina moderna. Un truco complejo tiene (y se debe dividir en) varios fragmentos más pequeños, esas piezas que, como en un lego, se pueden trabajar por separado para que después formen parte y den sentido al todo. A veces esas piezas se pueden manipular cada una por su lado para después pegarlas, otras veces una pieza sólo puede ensamblarse cuando tienes ya trabajada la base previa. Por eso es tan importante esta fase de diseño,  el boceto de lo que será la construcción del truco.

Con estos elementos podemos afrontar la fase práctica, aquí toca ensuciarse las manos. Toca manipular esas pequeñas piezas aisladas, manosearlas, familiarizarse con ellas, ver cómo cobran sentido y toman forma. Puedes, tímidamente, cada cierto tiempo, echar la vista hacia arriba y ver qué aspecto va teniendo tu edificio, todo lleno de andamios y con cierto tambaleo, pero por ahora tocará volver a trabajar bien esas pequeñas piezas.

De nada sirve ofuscarse ciegamente en un truco e intentar construirlo "a lo bruto", por el tejado, sin los cimientos adecuados. Aunque doy fe de que es la técnica de algunos "machacas": probar y probar hasta que salga. A veces hay que parar y dejarlo para otro día, dejar que el cerebro procese todo eso, dejar que el hormigón frague y así se puedan poner las cargas encima sin riesgos de rotura.




Esta evolución de un truco es uno de los grandes placeres. Ese pequeño detalle en determinado lanzamiento que te confirma que podrás hacer ese truco, igual dentro de 2 años, pero sabes que siguiendo ese camino, ladrillo a ladrillo, lo conseguirás. Que aparezca una sonrisa en tu rostro es inevitable - y ha sido con tan poco- con esa bola que ha caído donde tenía que caer en el momento adecuado. Disfruto enormemente cuando consigo este "cimiento", cuando veo que puedo hacer un truco, cuando sé que ese es el camino adecuado. A veces lo disfruto incluso más que cuando ya "tengo" el truco, cuando queda pulirlo. A veces disfruto más con la construcción de la casa que con la mano de pintura de la fachada.

Luego, ¿A que llamamos tener un truco sólido? Um, eso da para otra entrada, creo.

martes, 6 de septiembre de 2016

Almere 2016, una gran EJC. Segunda parte.

Si en la primera parte de esta crónica de la EJC 2016 ya se comentaron las instalaciones y torneos, en esta ocasión toca hablar de lo más esperado de cualquier convención europea, las actuaciones y galas. En una EJC hay que estar preparado para elevar el listón del asombro, basta con darse una vuelta por los pabellones de entrenamiento para observar el tremendo nivel que va alcanzando el malabarismo. A nadie sorprende ya ver a chavales de 15 años tirar cinco mazas al aire o hacer trucos con tres diábolos. Los espectáculos programados estuvieron a la altura de las expectativas.


Los “Open Stage” (escenario abierto) son galas de circo donde la gente se apunta a participar para mostrar sus habilidades. Hay una mínima selección previa y todo se monta en el mismo día, pese a ello el nivel siempre suele ser muy alto y cada noche uno sale de la carpa habiendo visto algo novedoso o increíble. Organizadas por Pola Brändle y Guillaume Martinet, consiguieron que fueran buenos Open Stage y muy homogéneos en su reparto.

Destacaron actuaciones como la de Nicolas Longuechaud  y sus malabares con espejo. El genial francés lleva tiempo ofreciendo material muy visual. Otra actuación que jugaba con el sentido de la vista y de paso nos indicaba hacia dónde va la unión de los malabares y la tecnología fue la de Kevin y Laury (Super Cho) en su "concierto cromático", ejecutado con cariocas de luz programables. También sirvió para ver la confirmación del israelí Sagi Bracha como un gran malabarista, para alucinar con un número completo de Asarato (instrumento musical africano) o para desencajar la mandíbula de todos los presentes con cualquiera de los taiwaneses que actuaron con sus diábolos durante la EJC.





De menor nivel fueron las galas temáticas que se sucedieron cada día, una gala holandesa, otra de Flevolanda, otra británica, etc, aunque sirvieron para que algunos artistas o escuelas pudieran probar sus actuaciones. También hubo una Gala de Fuego, pero el que estuviera lloviendo en ese momento y que se programara algo lejos del recinto no ayudó a que fuera muy concurrida.


La Gran Gala siempre es un acontecimiento muy esperado, ya que normalmente logra reunir grandes actuaciones. Este año la sensación fue algo decepcionante, debido a que aunque el nivel fue muy alto, algunas de los números fueron de peor nivel que otros vistos en los Open Stage. De todas formas, cabe destacar increíbles actuaciones como la del malabarista sueco Emil Dahl con mazas magnéticas, el dúo de trapecio Washington formado por Bert y Fred, la ucraniana Aleksandra Sobolieva con hasta 9 hulas en el aire, el maravilloso dúo israelí entre el acróbata Itamar Glucksmann y el malabarista Ron Beeri y el colofón final con los Teslenko.




Grandísimo  nivel en las compañías programadas.
Les Objects Volants, la compañía fundada por Denis Paumier, con su rompedora visión de los malabares y la manipulación de objetos triunfó el primer día de la EJC. Jonglissimo mostró su nuevo show, una increíble combinación de malabares con la última tecnología. Los continuos juegos con los cambios de luz de sus mazas, la sobreimpresión de patrones sobre proyecciones audiovisuales y la cuidada puesta en escena establecen un nuevo concepto de espectáculo multimedia en circo. Jay Gilligan, innovador malabarista y profesor de la escuela DOCH de Estocolmo, hizo su número de calle, donde las situaciones extrañas se suceden y los malabares entran en una nueva dimensión. “Raro” o “muy suyo” parecen buenas definiciones para resumir su show.

Jay Gilligan durante su show. Foto: Luke Burrage


Mención aparte merece la compañía británica Gandini Juggling. Suyo fue el acto inaugural tras el pasacalles por Almere, ofrecieron una versión de su show “Smashed” en formato grande, con 18 artistas. Además se pudo disfrutar de su última producción “4x4”, una bellísima combinación de malabarismo y ballet, jugando mucho con la creación de patrones rítmicos, formación de “arquitecturas efímeras” y toques sutiles de humor. Además de estas actuaciones, tanto Sean Gandini como Kati Yla-Hökkala demostraron su pasión por la docencia, impartiendo hasta dos talleres diarios mientras duró la convención.


En cuanto a las próximas ediciones de la EJC, este año se votó la candidatura de 2019, que será en la pequeña ciudad inglesa de Newark. En Lublin, Polonia, ya ultiman preparativos para repetir EJC en 2017 y los representantes de Azores (Portugal) se encargaron una y otra vez de recordar que en 2018 nos veremos en la EJC más exótica. Para que disfrutéis aún más de esta pasada EJC, os dejo con una galería de fotos de Luke Burrage y con el playlist que está recopilando Ray (nuestro representante español en la European Juggling Association) con más de 120 vídeos.

Foto: Rafus


¡Nos vemos en Polonia!

domingo, 4 de septiembre de 2016

Almere 2016, una gran EJC. Primera parte.

En Almere es una tranquila y próspera ciudad de los Países Bajos, donde residen unas 200.000 personas. Como curiosidad, decir que se fundó en 1978 en una región ganada al mar, Flevolanda. Hace unos 2 años, varias personas de diversas asociaciones de circo de la zona se embarcaron en la locura que supone organizar un Encuentro Europeo de Malabaristas (European Juggling Convention, EJC), pese al estrés y alto nivel de exgencia, la edición de este año (la 39ª, que tuvo lugar del 31 de julio al 7 de agosto)  sólo puede etiquetarse como brillante, a la altura de la de Brunico del año pasado.



Pese a que empezó con algunos problemas debido a las largas colas en la entrada, después la organización general del evento fue espectacular. Puntualidad, limpieza, buena gestión de espacios, diversificación de actividades y muchos recursos humanos fueron las caracteristicas constantes de la organización, algo a copiar en futuras ediciones de EJC. Manejar tantas actividades, tan diversas y para más de 5000 participantes y que salga tan bien es algo encomiable.


Las instalaciones fueron una de las claves del éxito de esta EJC, además de un gran pabellón con dos enormes pistas adecuadas para la práctica 24 horas (incluidas acrobacias y aéreos), el recinto contaba con una amplia zona de acampada -con numerosas áreas comunes y baños-, una zona exclusiva para la práctica de malabares de fuego y tres enormes carpas para ver los espectáculos y disfrutar de conciertos y fiestas.

Gracias a una buena distribución de actividades, rara la capacidad de los espacios se vio sobrepasada (cierto que alguna vez había que hacer cola durante 30 minutos, pero era por tener buen sitio, no por evitar quedarte fuera). La nota de color a las instalaciones la puso la piscina cubierta adyacente, de acceso gratuito para los inscritos, algo inédito en una EJC.

Algunas de las instalaciones. Foto: Rafus


Una de las sorpresas fue que esta edición contó con televisión propia (“EJC TV”) que retransimitió en streaming más de 12 horas al día de contenidos, muchos de ellos en directo. Además instalaron una gran pantalla en el recinto donde poder ver un show si no habías podido entrar a tiempo en la carpa.

Los talleres también son, junto a las actuaciones, los grandes protagonistas de cualquier EJC. En este caso se contaba con un amplio mural para cada día donde cada persona podía proponer los talleres que quisiera y en el sitio que propusiera, habiendo multitud de emplazamientos posibles. También había algunos programados, como los que impartieron instructores de la Federación Nacional Holandesa de Acrobacia. La verdad es que los talleres resultaron de lo más variado, desde los que eran para mejorar técnica de malabares, de danza o de acrobacia, hasta los de clown, yoga y consejos para crear un espectáculo. También hubo los talleres más peculiares, como el de "chupar codos" (ajenos) o el de malabares en el agua.


Zona de fuego. Foto: Rafus
 
Las competiciones de malabaristas, en auge. 
En un ambiente festivo y propicio a compartir conocimientos como es una EJC, una nueva forma de competición se abre paso en el mundo del circo. Se trata de las “fight nights” o combates de mazas, y la “Diabolo Battle”, batalla de diábolo. La primera de ellas lleva ya celebrándose en doce ediciones de la EJC, aunque es en los últimos cuatro años cuando ha cobrado un gran protagonismo. Consiste en combates entre dos malabaristas, cada uno con tres mazas, y cuyo objetivo es tirar alguna de las del rival mientras intentan mantener las suyas en movimiento. Desde que Luke Burrage y algunos compañeros más le dieran un impulso a estos combates, el juego se ha popularizado y casi profesionalizado (se puede consultar la web www.fightnightcombat.com para ver rankings).



Actualmente la “Fight Night” es uno de los platos fuertes de la programación de una EJC. Los combates son una sucesión de movimientos espectaculares y situaciones llenas de tensión. En Almere el despliegue fue increíble, con unos medios dignos de un combate de boxeo y más de 1000 espectadores para la ronda final (16 finalistas de 98 participantes). Al final, el ganador fue el de siempre, el alemán Joschen Pfeiffer, que ya cuenta con ocho victorias consecutivas.

Aún más amateur aunque en franco despegue está la Diabolo Battle. Ideada por el vallisoletano Luis “Wis” Hernández, su primera edición fue en 2014. Consiste en duelos entre dos diabolistas, a modo batallas de break-dance, en los que tienen un minuto para hacer los trucos que quieran y un jurado decide al ganador. Este año el vencedor fue el francés Robin Spinelli.


También, aunque menos populosa, se volvió a celebrar una competición de Kendama, un antiguo juego de habilidad asiático, donde Rob Henman ganó el primer premio. Las condiciones climatológicas (lluvia casi diaria y mucho, mucho viento) impidieron el correcto desarrollo del campeonato de volley-maza y de jollystick (como el volley-maza pero con devil stick)

Diábolos y récord de 5 pelotas.
Aparte de la exitosa Diabolo Battle, el diábolo tuvo una gran presencia en esta EJC. En parte fue debido a que un grupo de taiwaneses, de la compañía PAO, patrocinada por Red Bull , aterrizaron en Almere atraídos por la batalla. Además de participar en dicha competición, en cada Open Stage hubo un taiwanés actuando con diábolo, demostrando que esa isla este malabar se toma muy en serio.

Una EJC es una sucesión casi mareante de eventos, cabe destacar algunas pequeñas anécdotas, como la ruptura del récord de permanencia haciendo malabares con 5 pelotas. Lo consiguió el joven israelí Ofek Snir (17 años), que estuvo 2 horas y 41 minutos sin descanso. En el vídeo se puede ver el final de su gesta (min 5:40) y lo agotado que acabó.




En la segunda parte de esta crónica llegará lo más esperado: ¡las actuaciones!, antes os dejo con uno de los vídeos más curiosos de la EJC, un timelapse muy currado (no deja insertarlo, debéis hacer click sobre el enlace)