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martes, 13 de junio de 2017

¡Salud y Circo, que 'bellesa' sobra! Memorias de Circuba, por Lucas Escobedo (1 de 3)

Del 11 al 17 de Julio de 2016 se celebraba en La Habana la edición número 15 del Festival Circuba en la remodelada Carpa Trompoloco, que debe su nombre al personaje creado por Edewin Fernández, quien en los años 50 y 60 acercó el circo a la televisión cubana. Más de cincuenta artistas de diez nacionalidades diferentes habíamos sido invitados a participar en este evento que cumplía 35 años desde su primera edición, que se consolida, en palabras del director general de Circuba, Rigoberto E. Fernández, como “el tercer festival de circo más antiguo del mundo y el festival internacional de circo más importante de América”. Además de eso, este año estaba especialmente dedicado al 90 aniversario del “Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz”.

Festival Circuba
Circuba empezó a funcionar en 1981 con el propósito de mostrar lo mejor de ese arte en el país. Con la caída del bloque socialista en la década de los noventa Cuba vivió lo que se conoce como Período Especial, donde se produjeron fuertes cambios en la educación, en la alimentación, en las fábricas y, lógicamente, también afectó a la cultura y al circo. El festival tuvo que suspenderse hasta que en 2007 decidieron volver a sacarlo a la luz. Desde entonces se viene celebrando de manera anual a lo largo del mes de julio.

El festival Circuba se desarrolla principalmente, como ya he dicho, en La Habana, donde se concentran los días de competición ante el jurado y en los que participan todos los artistas nacionales e internacionales. Una vez se entregan los premios y acaban las presentaciones en la Carpa Trompoloco empieza lo que ellos llaman Circuba en gira (del 19 de julio al 4 de septiembre), cuyo objetivo principal es que el festival pueda ser visto por todos los ciudadanos del país haciendo que no sólo la capital disfrute del espectáculo circense. Para ello realizan una selección de artistas, nacionales e internacionales, para recorrer la isla actuando en diferentes teatros y salas polivalentes (grandes pabellones de deportes).

Tuve la suerte de ser seleccionado para formar parte de dicha gira y aquí me hallo, viajando por este país lleno de contradicciones, conociendo sus lugares y a sus gentes, disfrutando de sus tradiciones y absorbiendo Cuba por cada poro de mi piel. A continuación, os ofrezco breves retazos de mi cuaderno de bitácora con el único objetivo de compartir esta experiencia y abrir las puertas a lo que pueda surgir.



LA HABANA, las competencias.
Allí pasé los primeros diez días, sumido en la vorágine del festival, con artistas de diferentes países (Argentina, México, Rusia, Perú, Estados Unidos, Cuba, Taiwán,...) y presentando mi espectáculo ante el público cubano y los miembros del jurado, también de diferentes procedencias.

Mi aparato para el espectáculo llegó a Cuba el mismo día que yo, en el mismo avión, pero no nos dejaron sacarlo del aeropuerto hasta el día del debut. Pero ellos siempre me decían “tanquilo helmano, que too va salil bien”. Y realmente así fue; a pesar de no haber ensayado una sola vez ni con las luces, ni con el sonido, ni con los músicos.

Yo venía a participar en el festival y a disfrutar de la posterior gira. Sabía que en Circuba se daban premios pero, por tópico que suene, no venía pensando en ellos. Aún así, una vez todo empezó a andar, resultaba imposible olvidarte de ello, pues desde la organización hacían mucho hincapié en la importancia de los premios, de las competencias, de las presentaciones ante el jurado. Continuamente recordaban que estábamos en una competición. Por suerte el ambiente entre todos los artistas fue realmente bueno y en ningún momento nos tratábamos como competidores o contrincantes, todo lo contrario, dolía el fallo del otro como si de un amigo se tratara.

La Carpa estuvo hasta arriba todos los días del festival, con un ambiente difícilmente igualable. Cerca de dos mil personas disfrutaron cada día de los espectáculos convirtiendo ese espacio en un griterío constante, porque el público cubano, ríe, aplaude, se emociona ¡y grita! Cuando algún artista realizaba una proeza que era de su agrado, el público gritaba de emoción.

Así pasó la semana de Circuba en La Habana, muchos artistas volvieron a sus respectivos países y otros nos preparamos para empezar la gira. Próxima parada, Pinar del Río.

Lucas "Locus", en un momento de su espectáculo


PINAR DEL RÍO, el universo del reguetón.
Uno llega a este país con unos referentes musicales cubanos Carlos Puebla, La Trova, Buenavista Social Club, Bebo Valdés, Chucho Valdés, Silvio Rodríguez, entre otros, y de repente me encuentro con el reguetón, como principal exponente de la música cubana. A partir de ahora, todos los desplazamientos que haremos por el país serán en autobús a ritmo de reguetón a todo volumen.

Nada más llegar a Pinar del Río nos recibieron en el hotel y nos llevaron a comer a un restaurante español (al menos eso ponía), arroz con frijoles, congrí. “Primero las mujeres y los extranjeros” -decían a la hora de ocupar los taxis hacia el restaurante. Cuanto menos resulta curioso el trato hacia el extranjero; protegidos y valorados como una de las principales fuentes de ingreso económico para la isla.

En Pinar del Río hay importantes fábricas de tabaco. En ellas existe la figura del “lector de la fábrica”, cuya responsabilidad es leer para los trabajadores mientras ellos siguen haciendo su labor. Cuentos, poemas, teatro, periódicos, todo aquello que sea interesante para ellos, el objetivo es asegurar la cultura y la información a la población en su puesto de trabajo. Así pues, todas las mañanas, desde las 7:30 a las 8:30 h los lectores acuden a sus fábricas a leer para ser escuchados mientras los tabaqueros realizan sus tareas. Una bonita idea.

En esa primera semana presentamos el Gran Espectáculo Internacional de Circo con banderas de 17 países (cuando en realidad sólo somos cuatro los países en gira) en diferentes municipios de Pinar del Río. Alguno de los números que participan son: Estrellas Latinas, de Cuba, un trío de malabares clásico con rutinas de mazas, aros y voleadoras; Estilo Propio, también de Cuba, número de telepatía en el que dos personas adivinan todo lo que el público les ofrece; Yon Haros, México, ofrece un número de rueda Cyr, la primera vez que se ve en Cuba esta disciplina, al menos así lo anuncian.

Es difícil saber cuánto dura ya que nunca empezamos a tiempo. En La Palma se retrasó dos horas la función. No pasó nada, salió una chica con un megáfono por el pueblo a informar a la gente para que supieran que el espectáculo del Circo Nacional de Cuba se haría a las 13 h.

Terminamos la primera semana con algún que otro incidente. Por ejemplo, en cuanto a mi, un día no pude trabajar porque mi estructura de madera la habían dejado al aire libre en medio de una tormenta tropical; al día siguiente, media estructura viajó al teatro y la otra media se quedó en otro camión; otro día el escenario era mucho más pequeño de lo que se pensaba y hubo que suprimir muchos números. En fin, tal vez lo mejor sea dejarse llevar y discurrir por el país sin sobresaltos.




MAYABEQUE, el cocodrilo entró en escena.
Llegamos a Mayabeque tras un pequeño percance, tuvimos un reventón en una de las ruedas del autobús. Nos bajamos todos de la guagua y nos pusimos a esperar a que alguien parara con un gato para poder cambiar la rueda. Casi dos horas después de estar en pleno asfalto con un sol que sólo existe aquí, emprendimos de nuevo nuestra marcha.

Esto sigue siendo un país de contrastes. Cuando creo que estoy empezando a cubanizarme descubro algo realmente inesperado e inexplicable que me trae de nuevo a mi realidad de yuma o guiri, consiguiendo que mi deseo de entender este país siga quedándose en eso, en un deseo, que continúo tratando de satisfacer. Aquí nada ocurre como uno espera que ocurra y nunca nada es como dicen, siempre hay pequeños problemas que hacen que lleguemos cinco horas tarde a un sitio, por ejemplo.

La mayoría de los artistas del espectáculo son graduados de la Escuela Nacional de Circo de Cuba, que el próximo curso cumplirá cuarenta años de vida. Jóvenes de entre 15 y 22 años acuden a La Habana desde diferentes puntos del país con la ilusión de ser admitidos en la escuela. Los seleccionados, entre 30 y 40 personas cada promoción, pasarán los próximos tres o cuatro años estudiando y viviendo en las instalaciones que la escuela les ofrece.

El primer año es genérico, por las mañanas trabajan las asignaturas correspondientes a lo que sería 4º de ESO, 1º de Bachiller y 2º de Bachiller (matemáticas, lengua, historia,...) y por las tardes las disciplinas circenses (acrobacia, malabares, teatro,...).

Ernesto Perdomo JiménezNesti” (La Habana, 19/11/1990), uno de los payasos de la gira, salió de la escuela en 2009. Nieto del ilusionista cubano, el Mago Willar, se graduó como payaso y como mago. “En la escuela convivíamos gente que veníamos de familia de circo y gente que no” -nos cuenta. “Lo más negativo del circo en Cuba es que se ha vuelto un negocio, donde muchos artistas no aman lo que hacen, sólo quieren sacar dinero del circo”. Concluye diciendo “si Dios te dio la posibilidad de hacer lo que te gusta y cobrar por ello, tienes que protegerlo.”

En Mayabeque, Nesti y Pepitín, de quien hablaré más adelante, introdujeron un nuevo reprís en el que una persona del público queda “muerta” en escena cubierto con una sabana. Cuando se da cuenta, le han puesto un cocodrilo a escasos 30 cm de su cuerpo. Os imaginaréis la reacción de pavor en la mayoría de los “voluntarios”. Al público cubano le encanta.

Y hablando de cocodrilos, nos vamos a una tierra donde abundan.



ISLA DE LA JUVENTUD, la isla del tesoro.
Una isla paradisiaca en medio del Caribe. Antiguo lugar frecuentado por piratas que se refugiaban ahí a descansar y reponer víveres, al mismo tiempo que esperaban el paso de barcos para lanzarse a la emboscada. Robert L. Stevenson tomó esta isla como inspiración y la eligió para centrar su clásica historia La Isla del Tesoro.

“¿En esta zona nos podemos bañar?” -pregunté a un trabajador del hotel donde nos alojábamos. “Sí, claro.” -respondió escuetamente. “¿Pero no hay cocodrilos? Es que nos habían dicho...” -me interrumpió riéndose- “Claro que hay, pero no te preocupes que saben que si los vemos nos los comemos y nos tienen miedo.” Ambos reímos la broma, que no por ser graciosa dejaba de ser cierta, y disfrutamos de esas playas siguiendo el lema de allá donde fueres, haz lo que vieres.

Uno de los logros de la gira Circuba es llevar el circo a lugares donde de otra manera no se vería, como es el caso de Isla Juventud, donde ni siquiera podemos decir que pueda disfrutarlo una vez al año. Allí se presentó un nuevo número que lo anunciaban como el circo del futuro, y estreno nacional en Cuba, pues nunca antes se había visto esa disciplina: malabares de luz. Una rutina de swing con dos bastones de led ejecutada también por el mexicano Yon Haros. ¡Pocas veces he escuchado a un público gritar tanto!

El último día visitamos Cocodrilo, un poblado alejado de la isla y de difícil acceso (tardamos cuatro horas en recorrer 100 km). Cuando llegamos todos los niños y niñas dormían y fueron avisándoles casa por casa al grito de “¡Ha llegado el circo! ¡A las 10h comienza el espectáculo!”. Allí realizamos una versión reducida del espectáculo en un sencillo cobertizo donde suelen juntarse los habitantes de la comunidad.

Antes de comenzar la función la responsable de promoción cultural de Cocodrilo, Magdalí Adame, nos ofreció un bonito poema. Dejo aquí apenas unos versos:

“Hoy es un día especial 
que tiene un nuevo estilo
porque está en Cocodrilo
nuestro Circo Nacional.
Por eso en este local
de bailar con sabrosura,
vienen aquí a intercambiar 
y a mostrarnos su cultura...”

Al acabar nos regaló cangrejo cocinado por ella en su casa para nuestro viaje de vuelta.

Desde aquí, viaje largo en barco y autobús hacia Santa Clara.

Lucas Locus, preparándose antes de entrar a escena

SANTA CLARA, un punto de inflexión.
En Santa Clara reposan los restos del Che Guevara; allí fue donde culminó la Revolución de 1959 terminando así con el régimen de Batista. Sea a causa de eso, o sea casualidad, Santa Clara es un pequeño oasis libertario en esta Cuba de contrastes, donde el racismo, el machismo y la homofobia, por ejemplo, caminan por las calles de cualquier ciudad cubana.

“Quien va a La Habana y no va al Malecón, no ha estado en Cuba” -dicen. Yo diré “quien va a Santa Clara y no va al Mejunje, no ha estado en Cuba”. El Mejunje es una especie de centro cultural donde se combina programaciones teatrales, música tradicional, exposiciones, fiestas universitarias, conferencias, reuniones de colectivos, etc. Creado hace 32 años allí tienen cabida todas las personas, y eso aquí es mucho decir.

Allí trabajamos en la Sala Amistad, un pabellón de deportes presidido por dos grandes imágenes de Fidel, Honor Patriotismo, y de Chávez, Honor a la Dignidad. Un espacio inmenso con capacidad para más de 4.000 personas. En la foto se pueden ver ambas imágenes mientras en la pista está el número de animales amaestrados (palomas, cotorras y perros) que ofrece Ana Belén y Jesús Castro, también ex-alumno de la Escuela Nacional de Circo.

Todavía nos queda Ciego de Ávila, Santiago de Cuba, Guantánamo,...
¡Continuamos en el próximo capítulo!

Fotografías: Gabo Rousserie 
Artículo aparecido en la Revista Zirkólika en Otoño de 2016

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