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jueves, 10 de agosto de 2017

Beber de la historia

"Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetir sus errores". Esta frase, o alguna de sus variantes, es atribuida a múltiples personalidades. No por ello deja de ser cierta, y además se puede aplicar a casi cualquier ámbito. Siempre me ha interesado mucho la historia, me parece esencial para conocer el presente, aunque no he podido estudiarla todo lo que me gustaría.

En el circo la historia es breve, curiosamente. Pese a que las artes circenses son milenarias, hay muy poco escrito, y no digamos documentos gráficos. Nunca fue un "arte mayor", por lo tanto queda escasa constancia en los antiguos textos. Avanzando en el tiempo, ni siquiera en el siglo XIX y primeras décadas del XX es fácil conseguir información sobre el circo. De los primeros "espectáculos modernos" apenas nos han llegado algunos carteles de la época, breves reseñas en periódicos o pequeños clips de los primeros cinematógrafos. De algunos malabaristas históricos como Cinquevalli no tenemos más que algunas fotografías y las descripciones de sus proezas, el resto nos toca imaginarlo. De otros como Rastelli, por suerte, hay algunos vídeos maravillosos, que rápido saben a poco.


Incluso de épocas como los 50 y 60 del siglo XX, los años dorados del circo como espectáculo de masas, hay poca evidencia. Sí, de estas décadas ya tenemos un buen repertorio de nombres importantes, fotografías, vídeos, películas, noticias, etc. Libros, por desgracia, muy pocos. No es la escritura el medio por el que se ha transmitido la historia circense, parece algo más de tradición oral. Las familias circenses no se han prodigado por su prosa y por tanto el listado de libros de historia del circo no creo que pase de los 100 nombres, eso tomando varios idiomas, claro. Hoy en día, en español, sigue habiendo muy poquitos títulos, con las excepciones de los libros de Eguizábal o Javier Sáinz, cada uno en su ámbito, y las escasas traducciones de libros extranjeros.

Quizá sea ese uno de los motivos por el que tengo la impresión de que inclusive entre los propios artistas de circo hay un desconocimiento de dónde venimos. Esto no deja de ser grave ya que, como indica la frase inicial, esto conlleva tropezar varias veces con la misma piedra. Si un artista rebusca en el pasado aprenderá que hay trucos y rutinas que siempre funcionan en escena, o que eso tan original que se le ha ocurrido ya se hacía 80 años atrás y en doble altura. Hay que levantar una ceja de escepticismo cuando alguien presenta "algo nuevo y original" en escena, seguramente desconozca la Historia. O aquellos que proclaman récords mundiales cuando hay dibujos de la Edad Media de malabaristas con 6 objetos.

Porque, ¿qué trucos estaría haciendo este malabarista romano (estatuilla del siglo I a.C.) que maneja una de las bolas en la rodilla y la otra en la cabeza? ¿O el otro que tiene siete bolas alrededor? ¿O las cortesanas egipcias del 2000 a.C? Toca, de nuevo, imaginar.



 


Hay que beber de la Historia para poder entender el presente y mirar al futuro, también en el circo.

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