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lunes, 9 de octubre de 2017

Gumball, un chicle abrumador

Vale, por fin he podido ver Gumball, el último vídeo de Wes Peden (Rochester, NY, EEUU, 1990) y debo confesar que estoy abrumado. No he encontrado otro verbo. Resulta difícil definir lo que ha sido capaz de reunir en esos 60 minutos de vídeo, quizá lo mejor es empezar viendo el tráiler.


Bien, como se puede observar, sus vídeos siguen siendo muy "Peden", o al menos muy de su estilo de los últimos 5 años: clips cortos, edición cuidada, colores chillones, música indie, guiños a la subcultura y trucazos, una barbaridad de trucazos. Solo este minuto de malabares por sí mismo ya es muy revolucionario, por la cantidad de trucos diferentes y únicos que te lanza a la cara. Imaginad 60 minutos a ese ritmo.

Tiene varias secciones, intarcaladas todas por peculiares búsquedas en Google como "¿cuántos trucos debe tener un vídeo de malabares?" o "¿Sabe hacer Viktor Kee 4 aros en pancake?". Hay un par de secciones de él mismo llevando un truco al infinito, primero con una especie de lanzamiento de bola bajo el codo contrario (ver imagen de abajo) y otro con un toque que le da a la maza en el antebrazo. Es una muestra de la visión de Peden, coge una idea y la explota, la lleva más allá de lo que nadie hubiera imaginado. Además, el pack de descarga incluye una audioguía con comentarios sobre el vídeo, como ya hiciera en su vídeo para las mazas PX4 de Play, pero esta vez diseñada para ver a la vez que el vídeo.



Otra sección es un montaje burdo con trucos imposibles, como 7 mazas por la espalda, o aros rebotando por las paredes mientras desafían a la gravedad. Igual de curioso resulta otro en el que nos propone elegir nuestra propia aventura, y durante 2 minutos nos planta 28 vídeos diferentes en bucle. Por supuesto también tiene barbaridades técnicas con 5 mazas, muy centrado en los múltiplex, como para decir "sí, hago cosas raras pero también sigo siendo una bestia técnicamente". Que nadie se engañe, hay tramos donde uno piensa "buf, se le ha ido la pinza, esto no es ni estético ni interesante", pero era inevitable en Peden. Luego está la que ha sido mi sección preferida, una en la que simplemente se divierte. Enfundado en un horrible pijama Wes se lo pasa en grande y para hacerlo utiliza todo lo que se le ocurre: un coche teledirigido, una máquina de pompas de jabón, cintas de gimnasia rítmica, secadores y muchos malabares diferentes. Algunos son trucos absurdos, otros feos, otros impresionantes, pero nadie duda de que se se está divirtiendo mucho haciéndolo.

Lo importante de este vídeo es lo que se transmite. Tras verlo uno se da cuenta de que Peden juega en otra liga, su liga. Creo que nadie más puede ofrecer 60 minutos de material nuevo y único de tanta calidad. Surgen muchas preguntas al verlo: ¿dónde está su techo? ¿nunca se aburrirá de los malabares? ¿de dónde saca tanta creatividad? Esperemos que siga sacando vídeos de tanto en tanto, más que nada para responder a esas preguntas y para recordarnos dónde está él.



Nota: aunque nadie se lo crea, no es esta una entrada promocional, es que considero que lo que he visto está en otra escala muy superior a todo lo que se está haciendo en la actualidad en los malabares.
Nota 2: sí, yo soy aquél que dije que Peden no molaba.

viernes, 6 de octubre de 2017

Cuando la revolución llegó del Nórdico

Hace pocos días, el malabarista finlandés Sakari Männistö "Saku" ha publicado en su canal de Youtube la serie Juggledoll. Son 23 sketches de malabarismo interrumpidos por una simpática jirafa de peluche. Se trata, en conjunto, de un vídeo lanzado en 2006 en formato VHS, englobado dentro de Peapot, un colectivo que revolucionó los malabares de la época a base de vídeos. Uno no sólo alucina al ver el nivelazo técnico de Männistö, si no que también se asombra por la variedad de trucos que muestra. Son trucos de mucha investigación personal, que van más allá de lo que se veía por aquellos días y que nos revelan a una persona que es capaz de observar los malabares con otros ojos. Aquí os dejo el primer vídeo y la lista de reproducción con toda la recopilación de Juggledoll.




En aquella época uno sólo podía ver lo que hacían otros malabaristas de pocas formas: si entrenando en un punto de reunión (si existía en tu ciudad), yendo a ver espectáculos, asistiendo a encuentros y convenciones o viendo alguno de los escasísimos vídeos que circulaban. Entonces esos vídeos eran más bien poco variados: de malabaristas americanos (producidos por la IJA) con su monotemático estilo, de alguno de los grandes como el joven Gatto, educativos simplones o vídeos piratas de espectáculos grabados con pulso de anciano desde la última fila (algunos de esos se están rescatando también por Youtube). Hubo una pequeña pero relevante excepción, los vídeos Caught Clean (1996), inspirados y realizados por skaters, protagonizados entonces por un frenético Sean McKinney (D.E.P.). Por suerte también se han liberado para el disfrute general:



En Peapot se juntaron una serie de malabaristas finlandeses y algún amigo invitado allá por 1999 y 2000. Gente como Maksim Komaro, Ville Walo, Nakkinen o el mismo Saku, con Jay Gilligan como invitado estrella, decidieron hacer unos divertidos vídeos temáticos de malabares puros. No eran actuaciones ni entrenamientos, eran ellos mostrando los trucos que habían investigado, ya fuera en la calle o en extraños escenarios, todos con toques de humor. Muestran además una curiosa querencia por los patrones repetitivos y tienen además el detalle de escribir el nombre del artista en el que se inspiraron para hacer algunos trucos.

Tienen vídeos dedicados a los aros, como "Cooking Fat"; a los malabares de rebote, "The Big Bouncer Show"; de mazas, "Radical Club News" o a trucos que implicasen la cabeza como "Headache".  Hay uno especialmente llamativo: 3b Different Ways (3 pelotas en diferentes formas), donde sacan más de 45 minutos de patrones diferentes de 3 bolas, dejando constancia de lo infinito que es el universo malabar.



Eran un grupo de jóvenes que mostraban los malabares en estado puro, sin accesorios. Demostrando que uno podía divertirse enormemente investigando patrones. Uno ya no tenía por qué dedicarse al circo para hacer malabares a alto nivel, ni tenía que repetir una y otra vez las rutinas que se estaban haciendo desde hacía décadas. Este grupo de gente estaba investigando los malabares sólo por el placer de hacerlo, por ver a dónde les llevaba. Esto abrió la vía de lo que Jay Gilligan describió como el "estilo nórdico", donde se conjugaba un gran nivel técnico con muchas horas de investigación. Era (y es) un malabarismo menos corporal y expresivo que el francés, pero igualmente revolucionario. Hoy en día alguno de sus trucos puede seguir pareciendo raro o que no va a ir más allá, pero otros claramente siguen siendo modernos y muy originales. No en vano, ellos hicieron populares los "legos" con mazas.


Somos afortunados de que hayan decidido publicar todo este trabajo de forma abierta y que así todos lo podamos disfrutar. Larga vida a Peapot y al malabarismo nórdico, que sigue teniendo su estilo propio.

martes, 3 de octubre de 2017

EnseñArte, una oportunidad a través del circo

A 2500 metros sobre el nivel del mar, en el centro de Bolivia, se sitúa la ciudad de Cochabamba. Esta urbe de más de un millón de habitantes, conocida como la de la “eterna primavera” por su benigno clima, es un reflejo vivo del país: más de un 50% de su población bajo el umbral de la pobreza, casi un 70% con orígenes indígenas y el trabajo infantil visto como algo normal. Todo esto a pesar de ser una región con gran importancia agrícola y una ciudad rica en ambiente cultural y universitario.



En 2003, un joven estadounidense llamado John Connell visitó Bolivia en un viaje estival y allí se quedó durante más de un año. Tiempo en el que conoció el país y sus gentes, ganándose la vida como malabarista de semáforo, aprendiendo acerca de las duras condiciones de sus vidas. Regresó a EEUU con la idea de iniciar un proyecto social en Cochabamba. Reunió fondos suficientes y constituyó Performing Life (y EnseñArte, su equivalente registrado en Bolivia), una ONG destinada a ayudar a los niños y jóvenes que viven y/o trabajan en las calles de esta ciudad.


La forma que estableció para ayudarles era a través del circo y la música, con la idea de que estos jóvenes pudieran encontrar maneras positivas de expresarse y de labrarse un futuro económico mejor. De lo que empezó con unas clases de malabares para 6 niños, la Fundación ha crecido hasta realizar cuatro programas diferentes simultáneamente: circo social, música, socioeducativo y salud integral; centrando su acción principal en los barrios de Montenegro y Alto de Buenavista.

El programa de Artes Circenses tiene el objetivo principal de enseñar habilidades que aumenten su coordinación y concentración, al mismo tiempo que desarrollan su autoestima y determinación. Las habilidades circenses además entrenan habilidades sociales, trabajo en equipo, comunicación no agresiva, etc., lo que mejora mucho su desarrollo personal y humano. Muy ligado al circo está el programa Socio-educativo, centrado más en el trabajo de entrenar y mejorar las habilidades sociales, inteligencia emocional, planificación, igualdad de género, gestión de conflictos, etc; todo desde actividades participativas y lúdicas.

 

El programa de música ofrece clases de varios instrumentos musicales (piano, guitarra, percusión), incluidos los folclóricos de la zona. Además cuentan con un estudio de grabación, organizan conciertos y festivales, producen videoclips, etc. Esto les otorga a los jóvenes nuevas formas de expresarse y además mejorar su autoestima. El programa de salud integral se gestiona coordinándose con otras ONG locales, realizando actividades de prevención y chequeos rutinarios para los jóvenes atendidos. 

Irene Soria es una madrileña que desde abril de 2017 se integró en el proyecto con el puesto de Directora Nacional “en principio para dos años, pero ya tengo planes para finales de 2019, así que ¿Quién sabe?”. Sobre su labor, resume: “implica una gestión integral, desde coordinar los programas y equipos, responder ante financiadores y administraciones, mejorar la eficiencia, evaluar la calidad, hasta buscar apoyos económicos y mejorar la visibilidad”.



Se encuentran apoyados por las instituciones locales, como la Casa de la Cultura de Cochabamba y con otras 10 entidades, como centros de acogida, centros de música y arte, escuelas de trabajo, etc. “Las relaciones con las instituciones gubernamentales son inexistentes, no hay ayudas para ONG y algunas despiertan recelos por pensar que venimos a hacer intervencionismo político o espiar (…). La verdad sería fantástico poder entablar relaciones con ellos”. También reciben el apoyo de la población local. “Les gustan los programas que llevamos a sus comunidades (…), les encanta ver las actuaciones de sus hijos”, explica Soria. Además, la fundación plantea un feedback continuo con sus beneficiarios: “los propios niños participan en asambleas cada viernes donde les preguntamos qué es lo que más les ha gustado, lo que menos, otras ideas, expectativas, etc. (…) la intención es incluir sus ideas en nuestros proyectos para que sean también suyos. Con las familias nos reunimos cada 3 meses para darles información de los programas, el equipo, eventos, etc. También para preguntarles opinión y escuchar sus necesidades”. Refiere Irene que son un gran estímulo “son muy exigentes, nos hacen estar atentas a cada mínimo detalle. Si fallamos en detectar alguna necesidad o desacuerdo entonces la asistencia empieza a bajar. Nos obliga a re-evaluar y ajustar constantemente”.

Los alumnos acceden por dos vías a los programas. Lo explica Soria: “acuden a nosotros si se enteran por otro amigo o por alguna familia, y también los buscamos cuando los vemos por la calle o cuando vamos a las escuelas a hablar sobre los programas”. Estos alumnos deben cumplir algunas características: “todos los beneficiarios son niños/as y jóvenes de muy bajos recursos, con familias desestructuradas y de zonas pobres de la ciudad”.



Se encuentran especialmente orgullosos de que la mayoría de los jóvenes que han pasado por EnseñArte ya no están trabajando en las calles, van a la escuela, se han reunido con sus familiar y viven en mejores condiciones. “En ocasiones es difícil hacer ese seguimiento, por falta de personal y por las condiciones de cada familia”. Pese a que por desgracia hay casos (los menos) en que la fundación no logra sus objetivos de ofrecer alternativas a la violencia, la droga y la pobreza, sí son cientos los que ven su vida mejorada. Irene menciona, entre otros, los casos de Carlitos y Tania, “fueron dos niños que están en la fundación desde sus inicios, ninguno tenía una casa y trabajaban en la calle (…). Tras más de 11 años en la fundación ambos son instructores del Programa de Circo Social”. Además, Tania está estudiando derecho y va a hacer las pruebas para entrar en la academia de policía. Carlos es artista de circo y ha actuado en varios países de Sudamérica. Como ellos, cientos de ejemplos más.


Actualmente se encuentran en una campaña de crowdfunding para ayudar a financiar sus clases en el barrio de Montenegro, que les permita consolidar su trabajo y seguir creciendo como lo que es, una ONG que está mejorando su entorno.

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