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domingo, 11 de septiembre de 2011

No hay receta para el éxito. Entrevista a Kris Kremo.

Al resguardo del tórrido calor del julio madrileño, me reúno con Kris Kremo (París, 1951) en la cafetería del Teatro Circo Price, tres horas antes del pase del Cabaret Crazy Love. Llega puntual, enfundado en unos modernos vaqueros, un polo verde y unas gafas sin montura. Ni su vestimenta ni su forma de moverse te pueden hacer sospechar su edad. Pide un capuchino y un agua con gas. Kremo, historia viva del malabarismo, es un hombre de palabra fácil, con un marcado acento alemán, acostumbrado a las entrevistas, con un fino sentido del humor y una visión sosegada y con perspectiva de la vida; quizá ahí se nota su edad, para bien.


Pregunta. Con más de cuarenta años sobre los escenarios, ¿qué ha cambiado de tu número en solitario?
Respuesta. En solitario llevo desde febrero de 1975, pero sí, juntando todos llevo cuarenta años. La verdad es que hasta que alguien no me lo preguntó no los conté. Y cambiar, cambias muchas cosas, quitas unas, recuperas otras, depende mucho del espectáculo que quieras hacer. Creo que también debes actuar de acuerdo a tu edad; yo he quitado todos mis saltos y giros, porque me parecen ridículos, ya no soy un chico joven, no encajan.

P. ¿Y qué te motiva a seguir actuando?
R. Me encanta mi trabajo, es una profesión muy divertida, por eso sigo practicando unas dos horas al día, aunque ya dejo que sea la gente joven la que haga cosas nuevas. Por ejemplo, hace 10 años, en una entrevista, me preguntaban sobre el récord que batí en 1977 [triple pirueta con tres cajas de puros], que nadie lo había superado. ¿Por qué iba a estar yo interesado en batir mi propio récord?, yo no lo busqué. Respeto a gente como [Anthony] Gatto o [Albert] Lucas, que se han esforzado en batir récords, pero para mí el malabarismo es un arte y una profesión, no un deporte. Se me conoce por la rutina de puro, bolas, sombreros y cajas, pero he hecho otros proyectos. Hace poco hice, junto a mi mujer [Yelena Larkina], un dúo de una hora acompañados por una orquesta sinfónica. Es lo que sucede cuando tú te conviertes en un producto; los organizadores me llaman, Kris Kremo, y quieren mi número principal, el clásico. A veces vuelvo a un lugar donde ya he actuado, con música nueva, rutina diferente, otros objetos, etc; pero me dicen: “no, queremos tu número de siempre”.

P. ¿Por qué crees que tu rutina sigue funcionando después de tantos años, incluso entre el público malabarista?
R. No hay receta para el éxito, no puedes decir “si mezclas esto con esta música y esto otro tendrás éxito seguro”. Nunca sabes, depende de muchas cosas, y de la suerte. A mí me llegaron a decir que no les importaba lo que hiciera en escena, que les gustaba cómo actuaba, que parecía estar a gusto. Cuando comencé a actuar cada fallo era como un gran fracaso para un malabarista, por eso empecé a hacer pequeños gags con las caídas o los fallos. Eso los malabaristas clásicos de la generación anterior como [Francis] Brunn o [Rudy] Cardenas, lo odiaban, decían que un malabarista no podía hacer eso; pero al público le encantaba. Tú tienes que pensar en ser “comercial”, en tu audiencia, no sólo en batir récords.

P. Cuál es la parte que te resulta más complicada de tu rutina clásica?
R. Para mí es la parte del puro y el bombín, aunque más que dificil yo diría delicada. Son lanzamientos únicos que no debes fallar. Luego están los sombreros, que son objetos que cambian con el tiempo, se van estropeando. De mis tres sombreros, ninguno pesa exactamente lo mismo, ni tienen la misma flexibilidad ni nada. Te tienes que acostumbrar, son algo extraño, y muy caros. ¿Sabes que me cuestan 500€ cada uno?. En mi peor racha, en Alemania hace años, gasté en un mes doce sombreros. Lo único bueno es que puedo reciclarlos y usar partes de uno roto en reparar otro dañado, como un coche.

P. ¿Hay alguna actuación que te gustara especialmente, o de la que tengas muy buen recuerdo?
R. Bueno, para considerar una actuación como perfecta tienen que combinarse muchas cosas a la vez: buen show, sin fallos, con conexión con el público, cuadrado con la música, etc; y eso aún está por llegar. Una que recuerdo especialmente fue la vez que actué para la Reina Isabel II en Londres, no por actuar para ella si no porque mi padre [Bela Kremo] también estaba en Londres en otro espectáculo. Ese día vino al ensayo general y todo me estaba saliendo fatal, con muchos fallos. Mi padre no dijo nada, lo llevé al hotel y volví para actuar y salió todo bastante bien. Cuando al terminar fui al sitio donde él estaba actuando me dijo: “buen show”. Resulta que él había comprado una entrada para verme y no me había dicho nada, creo que de haber sabido que estaba él entre el público me habría puesto más nervioso. Fue muy especial.

P. ¿Te sigues poniendo nervioso antes de salir a escena?
R. Sí, por supuesto, siempre hay algo nuevo. Por ejemplo, he cometido la torpeza de venir aquí con unas cajas de puros completamente nuevas, y con la sequedad de Madrid y el aire acondicionado están muy resbaladizas, más que nunca en mi vida. He probado de todo, pero tengo un gran problema con las cajas aquí (risas). Curiosamente no me impresiona mucho actuar ante mil personas, pero sí me pongo más nervioso cuando viene un amigo o he traído un invitado, eso es lo peor. Lo curioso es que no me afecta en cuanto a fallos, si no en el “timing”, me cuesta más encontrar el ritmo en que estoy cómodo mientras actúo, unas cosas las hago más rápidas y otras más lentas, y me siento estúpido.

P. ¿Qué le pides a un número de circo para que te guste?
R. Volvemos a lo de antes, no hay receta. No es sólo que te guste, si no que lo entiendas. Cuando llevas un tiempo [en el mundo del circo], ves muchas cosas y muchas de ellas están repetidas, puede que vea un número igual a otro de hace 40 años, pero esta vez no me guste porque creo que no ha entendido la idea. A veces he visto a artistas que me imitan y copian mis trucos o gags, pero creo que no funcionan igual porque no entienden el por qué los hago, y por qué los hago en ese momento y no en otro.

P. ¿Qué malabaristas te gustan o crees que te han influenciado más?
R. Por supuesto mi padre, él fue mi único profesor. También me gustan muchos otros, aunque no es muy justo dejar a algunos fuera, Francis Brunn, Rudy Cardenas, Rudy Horn, etc. De los nuevos, bueno, ahora aparece mucha gente joven y desaparecen también rápido. Me gusta mucho Oliver Groszer, aunque ya no esté tan activo, y también Tuan Le, al que conocí en Berlín cuando estaba empezando. A veces puedes ver cómo una persona progresa tanto y saber que va a ser algo importante.

P. ¿Por qué crees que es tan importante el humor en el malabarismo y en la vida?
R. ¿Sabes? Creo que se ha perdido una figura importante en el mundo del circo, los payasos. Ya no hay tantos buenos payasos, antes eran los protagonistas. No se ofrecen risas al público, y creo que siguen haciendo falta, igual ahora más que nunca. A veces en los programas [de circo] no hay un número cómico, siendo yo a veces el único con el que la gente ríe, y lo agradecen. Yo empecé a introducir humor en Las Vegas, en 1981, porque no me gustaban nada los sombreros de copa. Es más comercial y a la gente le gusta, y a mí me permite disfrutarlo más, conectas con la gente, es muy divertido. Mira, una vez una persona del público e Berlín se me acercó tras una actuación y me dijo: “Mi mujer murió hace 1 año y esta noche, con tu show es la primera vez desde entonces que he vuelto a reir”. Estos son los pequeños logros que te hacen feliz.

P. En todos estos años habrás acumulado muchas anécdotas.
R. Haciendo esto nunca sabes lo que va a pasar, a veces un crío se ríe y se lo contagia al resto del público y se crea una atmósfera muy especial. Ayer, por ejemplo, a una mujer le sonó el teléfono durante el show, y ella comenzó a hablar mientras yo me quedé mirando riéndome en el escenario, sin música, poniendo cara como de “bueno, cuando ella acabe sigo yo”. Fue de locos, aunque nunca sabes lo que te va a pasar. ¡Una vez en EEUU un tipo subió al escenario! Yo estaba con un sombrero en la espalda y los otros en las manos, se me acercó y me preguntó dónde estaba el baño, increíble.

P. ¿Notas diferencias entre actuar en distintos países?
R. Sí, cada lugar es diferente. Ya no me preocupa mucho, pero la gente del este de Europa no entiende mi número. Una vez tras un show allí se me acercó un hombre y me dijo “tú engañas a la gente, sí, con los sombreros”. Se refería a los gags que hago cuando no me sale un truco y me pongo el sombrero con las manos rápidamente [se ríe]. O en Japón en 1971, la primera vez que fui, todas las partes que se suponen que debían hacer gracia no fueron entendidas y, sin embargo, en las partes que tenían que aplaudir se reían. La última vez que actué entendieron todos los gags, supongo que es por el cambio generacional.

Kris Kremo

P. ¿Crees que con Internet el número de malabaristas se ha incrementado, al igual que el nivel general?
R. Siempre ha habido muchos malabaristas. No pienso que el nivel haya subido tampoco. Cuando Gatto tenía ocho años hacía el mismo número que hace hoy en día, aunque todo el mundo pensara que con dieciocho él iba a jugar quince aros. Y en cuanto a los amateurs, siempre ha habido genios que no podían construir un show de diez minutos. Es muy distinto hacer algo en un encuentro o en privado que en un escenario, con la luz, el público, la música, etc. Cuando veo a un malabarista aprecio más lo fácil y mejor, no necesitas hacer algo distinto o nuevo para que sea mejor.

P. ¿Crees que estamos viviendo un nuevo auge del circo?
R. Yo creo que el circo siempre ha tenido altibajos. Se recuerdan los “buenos viejos tiempos”, pero cuando mi padre empezó en 1938, contaba que los circos estaban vacíos. Mi abuelo decía hace 55 años que el circo estaba muerto, y no parece que lo esté. En nuestro negocio hay mucha competencia: malabaristas, deportes, cantantes, conciertos, facebook, etc. Todas estas cosas no convivieron juntas antes.

P. ¿Existe un “nuevo circo”?
R. Hace unos 25 años fui a París y me dijeron: “hay dos malabaristas en el Casino actuando, ¡y lo hacen en camiseta y vaqueros!”. No se imaginaban que pudiera funcionar. Yo creo que los tiempos cambian y que los nuevos malabaristas lo saben. Ahora van a una escuela dos o tres años y luego intentan hacerse un número, probando cosas y tratando de experimentar. Me gusta cómo se integra la danza en todos los espectáculos, aunque esto ya se hiciera hace 50 años. Eso sí, a veces un número tarda dos o tres minutos en comenzar; entran en el escenario, caminan lentamente hacia el centro, aparece humo, luces bajas,etc, y varios minutos después aún no ha sucedido nada. Parece que tienen un número de cinco minutos pero necesitan alargarlo, y lo hacen de esta forma.

P. ¿Se entiende un número de malabares que no comprenda el público?
R. Me gusta ver cosas nuevas y difíficiles, pero tiene que encajar en cierto modo. A veces practicas un truco que la gente no entiende o aprecia, cuando en otras ocasiones hay trucos más sencillos que transmiten más emoción y la gente disfruta más, reaccionan a él. Sólo puedes saber cómo reaccionará el público a un determinado truco mostrándolo en escenario y escuchando a la audiencia. Además, entre el público hay múltiples opiniones y cambia con el tiempo. En los doce años que trabajé en Las Vegas, los primeros tres años me daba cuenta que a la gente no le gustaba mi rutina de tres bolas. Después de cuatro o cinco años, supongo que cambiaría la generación porque, sin cambiar la rutina notaba que gustaba más.

Kris y Bela Kremo (1970)

P. Viniendo de una familia circense, ¿alguna vez imaginaste otra profesión que no fuera en el circo?
R. No, siempre lo tuve claro, soy muy feliz como malabarista. Empecé con cinco años y he tenido altibajos, pero mi padre, mi único profesor, me hizo ver que valía para esto pero tenía que trabajarlo. Creo que su mejor consejo fue: “práctica, práctica, práctica” [se ríe]. Yo pensaba que todo el mundo elegía trabajar en algo que le gustaba, pero luego ves que mucha gente no lo hace, soy muy afortunado, no veo por qué cambiar. Tenía otros intereses, pero no me atraían tanto como para hacer de ellos un trabajo. Esta profesión también exige sacrificios, tienes que ser una persona que te guste viajar y cambiar de sitio con facilidad, no todo el mundo está dispuesto a ello. Ninguno de mis hermanos se dedica al show business, y mis hijos (de 8 y 12 años) parecen más interesados en el tenis, aunque también practican malabares de vez en cuando. Trato de no obligarles a nada y que sean ellos los que elijan.

P. ¿Te gusta actuar en España? ¿Crees que hay algo diferente aquí?
R: Hay muchas diferencias, la mentalidad, el clima...Y bueno, ahora menos porque los tiempos cambian, pero siempre me han fascinado las corridas de toros, desde que era joven. Mi madre me llevó a algunas corridas en mi infancia y he visto un montón. Me gustaban mucho, no tanto las banderillas o el picador, pero para mí siempre fue como una especie de ballet, la emoción del pase, de matar al toro. Por supuesto, con el tiempo comprendí que el pobre toro está sufriendo; sería bonito si se pudiera cambiar y no tener que matar al toro, como en Portugal. Estoy enterado de la polémica por la prohibición en Cataluña y que ya no es tan popular por aquí. Los tiempos cambian, incluso las tradiciones más arraigadas acaban cambiando.

P. Por último la pregunta más difícil: ¿Qué es para ti el malabarismo?
R: Malabarismo es nunca saber qué va a pasar a continuación y luchar contra la gravedad día a día.

Así, con una gran frase y una gran sonrisa, cerró la entrevista el gran Kris Kremo.




Versión extendida de la entrevista publicada en el nº 30 de la revista Zirkólika.
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5 comentarios:

  1. A mí me hubiera encantado preguntarse si fue suyo el rebote de sobrero en la cabeza o si lo sacó de Rudy Cárdenas.
    ¡Hablaste con toda una leyenda, enhroabuena!

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  2. Tienes razón Daniel, tantas preguntas que se quedaron en el aire...era mi primera entrevista importante y lo hice lo mejor que supe. Habrá más y mejores. Gracias por leer el blog, para las siguientes entrevistas pediré sugerencias e ideas ;)

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  3. Alguien sabe como se llama el tema musical que usa para los cigarbox?

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  4. Yo lo desconozco Fernando, lo siento, espero que alguien pueda ayudar.
    Un saludo

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  5. Uuuuu gran entrevista, me gusto. Enhorabuena!!

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