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sábado, 10 de marzo de 2012

A la vejez, arrugas

Y le dieron dos premios Goya, y con razón. Al mejor guión adaptado y a la mejor película de animación. Muy merecidos para un film que ha sabido plasmar con gran acierto el alma de un grandísimo cómic.


Arrugas es una breve novela gráfica escrita en 2007 por un (entonces) casi desconocido Paco Roca (Valencia, 1969). Tuvo que ser la editorial francesa Delcourt la primera en confiar en su obra. En vista del éxito cosechado en el país vecino, a los pocos meses, Astiberri editó su obra en español. Un acierto, Arrugas arrasó tanto en público (más de 20.000 ejemplares, hasta la fecha) como en críticas, llevándose numerosos premios hasta alzarse con el Premio Nacional de cómic de 2008. Esto le permitió a Roca subir un escalafón entre los autores españoles y, desde entonces, todas sus obras se editan con gran expectación, como Las Calles de Arena o El Invierno del Dibujante.

¿Qué tiene de especial Arrugas? Nada y todo. La sencillez con la que se relata un drama tan intenso y generalizado como es la demencia senil, el trato a los ancianos dentro de la sociedad o el mismo envejecimiento. No busca la lágrima fácil, si no que cuenta, con calma y sosiego, el imparable proceso de deterioro que aqueja una enfermedad como el Alzheimer.

Desde la primera viñeta simpatizas con Emilio, un banquero jubilado al que su hijo manda a una residencia ante la imposibilidad de poder cuidarle en vistas de su progresivo deterioro. Allí conoce a Miguel, que le introducirá en el modo de vida en la residencia.


El dibujo claro, sin mucho texto, con un tempo calmado que invita a leer despacio, disfrutando de la historia y parándonos a reflexionar sobre la ancianidad. En pocas páginas, Roca encuentra hueco para hacernos pensar en el rol de los ancianos en la sociedad (apartados de los focos principales contra su voluntad), para mostrar el lado más real (y por tanto, más dramático) de una enfermedad imparable, para resaltar el valor de una amistad inesperada y todo ello con las pinceladas de humor que siempre tiene la vida. Todo dentro de una historia que fluye sola, con imágenes poéticas que nos adentran en la mente de los ancianos, y que camina hacia el final ya anunciado, pero que consigue conmover igualmente. Todo un ejemplo de lo que se puede conseguir un medio como el cómic, ideal para los que aún no han integrado las viñetas como arte.

La película, dirigida por Ignacio Ferreras, con guión del mismo y de Paco Roca, es una fiel adaptación del cómic. Alguna diferencia sutil en el enfoque de la vivencia del personaje (quizá da una visión más optimista que el cómic), algún añadido que no desentona en absoluto y detalle perdonable que no termina de encajar si previamente leíste la novela (¿Miguel con acento argentino?). Es, por tanto, una obra redonda, a la que la música de Nani García le va como anillo al dedo. La película refleja el mismo tiempo pausado e invita a las mismas reflexiones, siendo una fiel adaptación, con el mérito que eso conlleva. Chapó por todos los integrantes de la película y en especial a Paco Roca, por hacer de su novela, en apariencia sencilla, algo muy especial.

Lean el cómic, vayan a ver la película, no se arrepentirán.



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