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lunes, 26 de octubre de 2015

Probablemente, la mejor EJC. Parte II. Por Carlos Such

Seguimos con la fantástica crónica de la EJC que tuvo lugar este verano en Bruneck (Italia), redactada por Carlos Such. Ahora más centrada en los espectáculos. (ver aquí la primera parte)

Foto: Luke Burrage


Para empezar, de nuevo un chapeau enorme al equipo de programación de espectáculos. No se pecó ni de un exceso de programación ni cayeron en el error de quedarse cortos.

Hubo dos grandes galas, aparte de los espectáculos que luego detallaremos: la Gala de apertura, que se celebró en un escenario en el centro de la ciudad, tras el concurrido pasacalles; y una Gala final (tres pases con los mismos números) en el Big Top.

En la Gala de apertura se vieron muchos y muy buenos malabares: Con mazas, el suave y cuidado número de Svetlana Zueva; después Anni Küpper demostrando una vez más estar a un altísimo nivel; un Jimmy González que levanta al público con su baile y sus malabares de arcilla; Eric Longequel un poco fallón con su número de diábolo; de nuevo Eric acompañado de Neta Oren consiguiendo maravillar al público con un número de movimiento, bolas y lanzamientos imposibles; un dúo cómico de trapecio, con un toque original por parte de las Passe Pieds; otro dúo, pero esta vez de diábolo, de Alexis Levillon y Victor Debouvère que mostraron una estética clásica con trucazos increíbles; y por último el presentador y malabarista Jon Udry, que amenizó perfectamente la Gala.

La Gala final, mucho más variada que la Gala Open, se realizó en una enorme carpa con escenario circular. De las cosas que más llamaron la atención fue lo cuidado que estuvo el tema de las luces. Cosa poco común en este tipo de eventos. Duró algo más de dos horas con descanso de por medio, y no dejó el listón nada bajo, ¡a ver qué montan en Almere 2016!

Las grandes triunfadoras de la Gala fueron Nata Galkina y Lisa Rinne. La primera, con un número nada clásico de antipodismo. Maravilló no sólo con su técnica sino con un peculiar personaje que ha trabajado durante este año en la escuela francesa de Le Lido. Por su parte Lisa, que entre otros muchos premios tiene una medalla de plata del Festival de circo Demain (París, Francia), fue la típica desconocida en el mundo de los malabares que dejó boquiabierto al público. La verdad es que nadie se esperaba un número de escalera y trapecio volante tan cañero y arriesgado.

Nata Galkina. Foto: Luke Burrage




Tony Pezzo no defraudó y abrió la función con su mix de bolas, mazas y aros. Aunque si tengo que elegir entre uno de los dioses Wes, Patrick o él, me quedo antes con los otros dos. Jacob Sharpe mucho mas limpio en escena de lo esperado. Con su personaje yankee que no se debe alejar mucho de su propia personalidad, llegó a lanzar hasta cuatro diábolos, aparte de otros trucos que sólo los diaboleros saben explicar. Olena y Svitlana es un número imposible de passing y monociclo, o más bien, de passing en monociclo. Dos jóvenes que apenas rozan la mayoría de edad y manejan ya un nivel de passing desorbitado. Lanzar diez mazas subidas en monociclos no parece especialmente sencillo. Aimé Morales, sobresaliente, como es habitual en él. Y como también suele ocurrirle, los técnicos de luces se encargaron de estropearle el número en algún pase. A pesar de ello, numerazo de rueda cyr para la Gala de la EJC. Miguel Gigosos volvió a mostrar sus lanzamientos imposibles que sólo él entiende. Además ahora hace una entrada mucho más bonita en escena y el número sigue mejorando.

Aimé Morales. Foto: Luke Burrage


Dúo TAU y Dúo Full House fueron los números más flojos de la gala. Los primeros hicieron una mezcla de antipodismo y robos con bolas, que no estuvo mal pero se vieron ligeramente eclipsados por el alto nivel de la gala. Los segundos, una pareja cómica que jugaban con el lenguaje y los tópicos mientras hacían robos de mazas y alguna que otra acrobacia. Stanislav Vysotskyi, para quien no lo haya visto nunca es un malabarista de pies. Juega maniatado y maneja los pies mejor de lo que utilizamos algunos las manos. 

 El pseudopresentador fue Gregor Wollny. Fue una apuesta arriesgada de la organización, ya que no es el clásico presentador que sale entre número y número, pero lo hizo fenomenal. Tuvo en cuenta que actuaba en un espacio circular y jugó mucho con ello. Sus intervenciones fueron cortas y cuidadas, evitando utilizar cualquier idioma para no perder ni ritmo ni atención. En definitiva, una gala de altísimo nivel que nada tiene que envidiar de muchas grandes producciones. 

Otros espectáculos programados fueron la Gala de escuelas, la Gala italiana, el espectáculo de Cie De Fracto “Flaque” y Mathias Romir con “Life is short stories”. Quizá la más floja fue la gala italiana, con un nivel por debajo de las expectativas, pero las demás sí ofrecieron espectáculos atractivos. 

Olena y Svitlana. Foto: Luke Burrage

La gala de escuelas es algo atractivo que estaría bien mantener en futuras EJC’s. Me parece interesante poder ver números muy distintos, cada uno con su toque personal y con el sello de su propia escuela. Todos ellos reunidos en un espacio de intercambio poco acostumbrado a ver este tipo de creaciones noveles. La gala, a pesar de tener varios altibajos mantuvo un buen ritmo. De ella destacamos que hubo dos números de españoles, el de Daniel Tamariz representando a Carampa y el de Máximo Pastor por la escuela belga ESAC. Sin embargo, fue Lucas Castelo, de Le Lido (Toulouse) quien se llevó la ovación de la noche con su número de bolas. 

Mathias Romir encandiló al público con su creación. Pequeños y cuidados detallitos audiovisuales se entremezclan con los malabares y la manipulación. Una auténtica delicia de espectáculo que el público agradeció ver. 

 Por su parte, Cie. De Fracto vivió sensaciones muy diferentes en los dos pases que hicieron de Flaque. En la primera, -la que yo vi- se vivió una especie de supervivencia escénica. La temperatura de la carpa alcanzó los cuarenta grados; mucho público no aguantó el calor y fueron constantes las entradas y salidas a la carpa. Todo ello mientras Guillaume y Eric aguantaban estoicamente en escena. La segunda función, mucho menos extrema, levantó al público e hizo quitarse a los artistas la espinita del primer pase. 

Pero antes de terminar no podemos olvidar muchas de las cosas que ocurrieron en la EJC 2015, como las descafeinadas olimpiadas en las que ni tan siquiera pudimos disfrutar del equilibrio de maza, gladiator y otros clásicos; o la asentada Batalla de diábolos que Wis y compañía montan con todo el cariño y cada año coge mas forma; el entretenido y bien recibido pasacalles por el centro de la ciudad que siempre deja atónito al público local funcionó una vez más aquí; o la Fight night, que ya es un macroevento al más puro estilo televisivo, en la que por primera vez -que yo recuerde-, no ganó Jochen. Y por supuesto, una gala de fuego en el centro del pueblo en la que no cabía un alma.  

En resumidas cuentas, ojalá se mantenga este nivel organizativo en Almere 2016 y podamos seguir disfrutando de este tipo de encuentros.

Gracias Bruneck.

¡Larga vida para las EJC!


Lanzada. Foto: Luke Burrage





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