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martes, 5 de enero de 2016

I draw the line, por Wis y Rafus

Curioso que en un mundillo donde prima la concordia, las sonrisas, las ganas de compartir y la ilusión existan piques. Por otro lado, es normal, somos humanos y de todo hay en cada casa. Vamos a ver dos ejemplos de malabaristas muy conocidos (dentro del mundillo) que últimamente se han convertido en polémicos. Algo faltos de mano izquierda y abusando de la facilidad con que se pueden cruzar insultos en Internet, han acabado adoptando un bonito rol de incomprendidos, casi parias, en la comunidad circense. Con la inestimable ayuda de Wis, que se curró la búsqueda y elaboró casi todo este artículo (mil gracias, bro), vamos a intentar aclarar estos desaguisados. 

Steve Mills
Uno de los pocos malabaristas que tiene un truco con su nombre, el famoso "Mills Mess", obligatorio para todo aquél que quiera hacerse llamar malabarista. Muy habitual de los encuentros y convenciones, llegó a ganar varios campeonatos IJA a finales de los años 70.
Por desgracia, en los últimos años ha sido más conocido por sus salidas de tono y por su "declive" personal.

Hace cosa de uno o dos años Steve comenzó a poner en su cuenta de Youtube muchísimos vídeos de baja calidad. En la EJC de 2014, en Millstreet, Irlanda, pude ver con mis propios ojos cómo un tipo nacido en el 57 y consagrado ya como "leyenda" del malabarismo, se había convertido en una especie de mascota del encuentro. Se pasó la convención subiendo a todos los escenarios posibles, llamando la atención y haciendo chistes de dudoso gusto. En cada Renegade (actividad nocturna underground de los encuentros) acababa saliendo al escenario sin ton ni son, siendo ya abucheado por el público, cansado ya de sus bromas sin gracia. Llegó incluso a disfrazarse como Viktor Kee y acabó la noche siendo un bufón al que nadie quería cerca por lo pesado que se ponía.

Sin noticias posteriores de él, tras el Festival de Quèbec de 2015 sube un vídeo en el que se queja de que le han denegado la entrada al festival. No quedan claros los motivos por los que no le dejan entrar. De hecho, él mismo no intenta contradecirlos, sólo se queja de su terrible destino. Tanto es así que escribió un post en un evento de Facebook de la EJC 2014 (ya abandonado, muy raro todo), donde se lamenta sin explicar nada. Dice algo así:

Con afecto a los malabaristas de fuera de los EEUU,
He tomado una decisión. No puedo forzar ser querido. El amor es algo muy especial, está o no está. He abandonado la IJA (International Jugglers Association). Nunca me han querido ni respetado por lo que soy. Esto no es para despotricar, es simplemente para que algunos verdaderos amigos que me aman sepan lo que siento. No espero ninguna disculpa de una organización que me resulta tan odiosa y que sólo me quiere por mi estúpido truco (...). Voy a informar a la IJA de que retiro mi afiliación y así dejaré de formar mi amor en ese grupo. Fui invitado a Quèbec por Christiane Gaudreau, era una invitación oficial para hacer 30 horas de voluntariado. Se me negó una actuación de 3:40 min que iba a regalar (increíble, hay 47 años de trabajo en esa rutina), también se me negó el resto de mi trabajo como voluntario tras un viaje de 700 millas. Fue una gran semana, con amigos que vi y con los que comí, bebí y dormí. Gracias a Rafael y Cindy Marvell por evitar que acabara durmiendo en mi coche. Por lo tanto, no voy a ir a eventos de malabares en Norteamérica o México por estos motivos, porque se me odia. He luchado y he perdido, me retiro. 

Por desgracia, apenas gente leyó este mensaje y nadie contestó. Steve sigue subiendo vídeos de dudosa calidad casi a diario (ver nota al final del artículo).


Willy Colombaioni
Italiano de familia circense, trabaja como malabarista en un circo tradicional y, en sus ratos libres, se dedica a batir récords de malabarismo y grabarlos en calidad pésima. En los últimos meses ha ido sembrando polémica en un grupo de Facebook llamado "Juggling Rock". Para ponernos en antecedentes, este grupo es la comunidad más grande de malabaristas online, es muy activa y se suben muchos vídeos de altísimo nivel.

La polémica de Willy empezó con este vídeo en el que proclama lanzar 10 aros mientras mantiene en equilibrio una maza en la frente. Le recriminaron que parecía un fake y él lo desmintió con otro vídeo de mejor calidad, pero con unas formas muy infantiles.

Poco después Willy saca otro vídeo con calidad aún peor (si es que esto era posible) donde presume de hacer 16 lanzamientos con 8 mazas. Se lo recriminan y sube este otro vídeo donde remata con un bonito gesto para sus detractores, muy elegante todo.

La verdad es que todo el mundo le ha dicho que es un gran malabarista y que siga intentando récords, pero que lo haga en buena calidad (algunos con excesiva acidez e incluso parodias, como Luke Burrage). Pero él se enfada de forma un poco desmedida, pese a que algo de razón tiene, e intoxica la página con comentarios. Tanto que acaba yéndose y todo. Por suerte sigue grabando récords y otros usuarios los comparten, ya sin tanta polémica detrás.


Curiosamente, antes de que Willy dejara esta comunidad, encontró un sorprendente aliado. Steve Mills se había registrado en Juggling Rock y vio cómo un talentoso malabarista tenía a la comunidad en su contra. Fue como un amor a primera vista, comenzaron a escribir comentarios el uno mencionando al otro y a decir frases como "¿Por qué no hay más amor y menos odio?", pero a la vez criticando a los que tenían diferente opinión.

Por desgracia, esta bella historia tuvo su fin y ambos acabaron abandonando Juggling Rock

No me quieres como soy
Si algo une a estos dos malabaristas es su sensación de parias e incomprendidos. Ellos han decidido dibujar su línea de lo aceptable y no inaceptable. Esa es la clave, en su cabeza hay una línea muy clara, pero no ven la de los demás. Ellos parecen poder propasarse lo que les venga en gana, pero si alguien les ataca, aunque sea sutilmente, se ponen a la defensiva esgrimiendo argumentos como "no me quieres como soy".

Queda como tarea de cada uno decidir hasta qué punto la interacción social requiere que asumamos que nuestro punto de vista puede ser nocivo, y someter la salud del grupo a nuestras ganas de llamar la atención. El extremo es que la conciencia del grupo domine y nadie diga su opinión por miedo a salirse del tiesto. Así que vaya, qué sorpresa, tenemos un compromiso complejo en la vida, que algunos han querido intentar simplificar.

Queda por tanto un debate similar al de los límites del humor. La línea de la tolerancia con las ideas la tiene cada uno en su cabeza, lo importante es saber visualizar las de los otros y tratar de comprenderlas y respetarlas. Sabiendo también que si otra persona pasa "tu línea" no hay por qué clamar al cielo e indignarse muchísimo, encerrándose en uno mismo; sino en saber confrontarlo y solucionarlo de una forma sensata y serena. O mejor, ¿por qué no resolver las discusiones entre malabaristas con una buena sesión de combates?



Y hasta aquí este capítulo, en el que vemos cómo los malabares sirven también para establecer discusiones filosóficas. Si es que son una maravilla los malabares. 

NOTA: ya en su día hablé de la obsesión por los récords, que no comparto. A colación también sale un excelente artículo sobre la ética de los récords de malabarismo (inglés).

NOTA2: En uno de los comentarios de Facebook me entero que Steve Mills padece un trastorno bipolar. Esto explicaría mucho de su actitud y sus vaivenes emocionales. Siempre desde el respeto, creo que esto no cambia el objetivo final de la entrada 

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