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martes, 28 de junio de 2016

Zileri, reflexiones a través de la distonía focal

¿Qué harías si un día te das cuenta que ya no puedes realizar los movimientos necesarios para tu trabajo? ¿Y si ese trabajo es tu pasión, aquello con lo que soñabas desde la infancia? 

Esta reflexión se cruzó un día en la vida de Lucas Zileri. Malabarista de profesión, llevaba tiempo notando cosas raras en su mano derecha, no conseguía hacer los lanzamientos adecuadamente. El problema fue a más, hasta que, tras un largo periplo, fue diagnosticado de distonía focal, una rara y complicada enfermedad neuromuscular que afecta a personas con profesiones que exigen movimientos precisos y muy repetidos, rara y con difícil solución. Lector habitual del blog y colaborador ocasional, Lucas ha accedido a contar su historia, sin caer en dramatismos y sin perder su sentido del humor.



Lucas Zileri nace en Lima, Perú, en 1990. De niño se aficiona al teatro, pero el temor a tener que memorizar largos textos le hace optar por usar los malabares en escena. Se integra en la compañía peruana Pie Derecho, con los que aprende y perfecciona su malabarismo. Pese a tener una escuela local, La Tarumba, en un festival de circo en Lima oye hablar de Carampa y decide cruzar el charco. Curiosa decisión para alguien que en su primera infancia quería ser ninja “algún adulto me lo explicó, los ninjas hacían de todo: eran atletas, inventores, artistas y usaban armas exóticas” recuerda Zileri.

En Carampa sigue mejorando en malabares gracias a Churun y Silver, pero también descubre otras disciplinas: “para mi Carampa fue un corte radical, me ayudó a focalizar, entrenando muchísimo y conviviendo intensamente con mi promoción, todavía hoy me saca una sonrisa boba pensar en el par años que pasé en Madrid”. De ahí pasó a la ESAC, la prestigiosa escuela de Bruselas, a donde recabó porque “decían que era buena”. El primer año forma, junto a Cecilia Sdrubolini, el Dúo Dinámico Circo, con el que ya llevan cuatro veranos trabajando. De su paso por la ESAC se queda con “sobre todo con las lecciones de teatro, danza y malabarismo y con la libertad que se le da a uno a la hora de crear. Eso sí, a mi parecer falta escena y sobran horas de clase”.

Zileri, a los 13 años


En este momento de la conversación aparece la pregunta “¿Cuándo comenzaste a notar problemas en tu mano?”, a lo que Lucas comienza a responder extensamente y con acertadas reflexiones, por lo que acaba cambiando el rumbo de la entrevista.

¿Cuándo comenzaste a notar problemas en tu mano? 
Comencé a sentir “algo raro” en marzo de 2015, pero supongo que algunos de los síntomas los venía arrastrando ya un tiempo. Las cinco pelotas, por ejemplo, empezaron a complicarse. Repasar la base no funcionó, darles un descanso tampoco. Pero no me preocupé demasiado, en ese momento estaba preparando mi número de graduación de la ESAC y entrenaba unas 20 horas semanales solo de malabares. Sabía que con un ritmo así las lesiones podían llegar, así que le prestaba mucha atención a cada pequeña molestia que iba surgiendo. Las cinco pelotas funcionaban cada vez menos pero no dolían, “y si algo sé yo de las lesiones es que duelen”, pensaba. Con el tiempo, tanto los síntomas como la preocupación aumentaron. Para cuando llegó mi graduación, hacer cinco pelotas me era casi imposible. Por suerte, aunque no sin dificultades, todavía podía hacer los siete minutos de mi número:


Hasta el momento no había ido a ver a ningún doctor. La verdad es que temía que, una vez sacada la cita y explicado el problema, el doctor de turno me dijera que debía ser un tonto si pensaba que estaba dentro de su currículum enseñarle a alguien como lanzar y atrapar pelotas. Pero se me empezó a ocurrir que quizás no había otra salida. Los que siguieron fueron algunos de los meses más duros por los que he pasado. Visité montones de doctores y, desesperado como estaba, me dejé seducir por más de un “especialista”. La lista de tratamientos que probé incluye (pero no se limita a): fisioterapia, osteopatía, acupuntura, ponerme mucho hielo, tomar suplementos de magnesio, ponerme muchas cremas, acupuntura (de nuevo), electroterapia, pensar positivo, gimotear en posición fetal, recomenzar los entrenamientos de manera gradual, hacerme analíticas de sangre y comer más tomates. Sí, comer más tomates, comí muchos tomates.

 El diagnóstico final vino gracias a una neuróloga pero la alegría de saber (¡por fin!) lo que tenía duró poco. También conocida con la distonía del músico, la distonía focal es un transtorno que afecta a las personas que repiten mucho un movimiento. Los labios del trompetista se olvidan como soplar y las manos del violinista pierden su característica agilidad. Los tratamientos son caros, largos y vienen con pocas garantías.



¿Llegaste a pensar en dejar todo? 
 Sí. La creación de mi número de graduación había sido un proceso intenso. Estaba muy cansado. Fue como escalar un montaña y, justo cuando has llegado a la cima (y estás sacando la mantita del picnic), descubrir que te espera una montaña más alta aún. ¿Significa que voy a tener que aprender todo de nuevo? ¿Y si no puedo volver a aprenderlo? ¿Y si lo aprendo y se vuelve a ir? ¿Y si nunca más puedo hacer malabares? ¿Y si nunca más puedo siquiera pensar en los malabares sin que me entren ganas llorar?

En octubre me fui a Perú. Poquito a poco, la distancia, la familia y los amigos hicieron que la calma volviera. Encontré las respuestas a algunas de las preguntas y pude aceptar que otras quedarían, al menos por el momento, sin respuesta. Regresó el optimismo y, con él, las ganas de entrenar y crear. ¡De componer magníficas odas a lo inútil! ¡De conquistar el mundo un movimiento innecesario a la vez! ¡De ser un malabarista! ¡De ser un ninja!

Hoy me puedo reír de todo lo que pasó. ¿Un malabarista al que le deja de funcionar la mano? Objetivamente, eso suena como la idea inicial de una excelente comedia, pero creo que también es importante recordar que fueron momentos complicados. Las dudas que tuve, por más que hoy muchas me parezcan pasajeras o excesivamente melodramáticas, fueron reales. Lo tomo como un deber (que solemne suena eso) ser sincero con el tema porque, en su momento, yo mismo agradecí la sinceridad que otros pusieron en sus respectivos blogs, videos y/o películas.

En esa época fuiste seleccionado para actuar en el prestigioso Festival Mondial du Cirque de Demain, en la edición de 2016 ¿Te costó mucho tomar la decisión de decir no a esta oportunidad? 
No realmente. Aunque es cierto que el dinero y los contactos no me hubieran venido de más, creo que no es difícil entender que en el momento tenía cosas más importantes de las que preocuparme.



¿Consejos para evitar la distonía?
La distonía focal llega cuando entrenas mucho y tienes muchísima mala suerte. Dicho esto, la mala noticia es que no la puedes evitar: la suerte no es algo que controles y no voy a ser yo quien diga que deberías entrenar poco si está disponible la opción de “reach for the sky cause tomorrow may never come”. La buena noticia, por otro lado, es que es increíblemente improbable que te pase. De hecho, es tan improbable que, incluso con lo jodida que es, uno no puede evitar sentirse privilegiado pensando en cómo, gracias a una entorpecido mano, ahora es miembro del muy exclusivo Club de Artistas con Rarezas Cerebrales. En fin, que lo que quiero decir es que si eres parte del 99.9% de la gente (y probablemente lo eres) no vale la pena que te estreses. Vive tu vida, haz tus malabares. Ya formarás parte de otros clubes.


¿Opciones para gente a la que ya se la han diagnosticado? 
Para ellos creo que lo más importante es conseguir un grupo de apoyo. Yo contacté a algunos malabaristas que han estado en la comunidad mucho tiempo, les expliqué mi situación y les pregunté si habían escuchado hablar de algún caso similar. También les escribí a amigos músicos y me uní al grupo de Facebook “Musicians with Focal Dystonia” (más de 600 artistas con rarezas cerebrales... ¡y contando!). Hablar con gente que ya había pasado por esto me ayudó mucho.

¿Cuál es tu plan de futuro? ¿Qué malabares puedes hacer? 
Mi problema es lanzar y atrapar objetos con la mano derecha, sobre todo si lo tengo que hacer de forma rápida y constante. Es por eso que actualmente estoy malabareando con raquetas de ping-pong, hago las manipulaciones a través de ellas. Ese es mi gran proyecto: explorar el mundo de las raquetas y pelotas de ping-pong. Mezcla de malabarismo y percusión con evocaciones tanto de lo cotidiano como de lo olímpico. Es interesante ver cómo se traduce todo lo aprendido anteriormente y cómo el nuevo objeto impone sus propias reglas. Es magnífico estar de vuelta.



Así, con el buen humor que le caracteriza y el entusiasmo por los malabares que siempre ha transmitido, Lucas prepara su próxima etapa, seguro llena de éxitos. Mientras, seguirá leyendo, escribiendo a escondidas (sus dos grandes aficiones), idealmente a caballo entre Perú y Europa, como él dice “a ser posible en los meses del invierno europeo, para poder vivir en un eterno verano”.

Más información sobre la distonía focal:

viernes, 17 de junio de 2016

Crónica del IV MYAU, por Jorge Conte

La cuarta edición del ya tradicional encuentro de la Sierra Norte de Guadalajara, el MYAU, abría sus puertas el pasado miércoles 1 de junio, con la Asamblea de Organización, en la que se preparaban los últimos detalles para que todo estuviera según lo esperado. Cabe destacar el gran número de voluntarias que aportaron su esfuerzo y ganas para sacar el encuentro adelante, con mención especial para el Colectivo de Berlín, que se desplazó hasta Albendiego para ayudar de manera totalmente altruista en la organización del Festival. Hasta 700 personas pasaron por este pequeño pueblo con 37 habitantes censados.



El primer día del MYAU 2016, tras idas y venidas para cerrar los últimos detalles organizativos, acababa con la proyección del documental “Feincita” en la Carpa. El jueves volvió a reinar un ambiente familiar, con las energías volcadas en acabar de configurar el MYAU soñado, voluntarios y los primeros asistentes en llegar pudieron disfrutar también de momentos de tranquilidad con el estreno del espectáculo John-K, de Tafa, y con el posterior Cine-Forum tras la proyección de la película “ Poppy “, de W.C. Fields. Durante la tarde y hasta bien entrada la noche, no faltaron los reencuentros con muchas de esas personas que se ven de festival en festival. Abrazos, anécdotas y muchos saludos llenaron la Plaza del Ayto. de Albendiego de un espíritu mágico que barruntaba un gran MYAU 2016.



El viernes amanecía soleado y el número de personas que acampaban en la antigua y florida era (1) del pueblo crecía exponencialmente. Los niños y niñas de aquí y de allí, llenaban la habitualmente tranquila atmósfera de Albendiego con un bullicio especial. Mientras, los talleres comenzaban en la carpa y en la pista polideportiva, destacando el divertido taller de cascadas y el siempre atractivo Trapecio Volante que instalaron los amigos de Arribas Circo. A la hora del vermout, en el “Espacio Pirata”, la gente se congregaba para disfrutar y reír con el desparpajo de Komotedigorodrigo, que con su clásico número de calle y sus tablas supo meterse al público rápidamente en el bolsillo. Por la tarde las nubes hicieron acto de presencia indicando que ellas tampoco se querían perder el MYAU 2016. Su presencia desplazó el primer espectáculo del Premio Stuartini a la Carpa Principal. Era el turno de Nando Caneca y su espectáculo “Woow”, en el que la mezcla de la magia que aporta el artista, y la que aporta una gran personita del público escogida al azar, crean un espectáculo especialmente bonito.

Circovito, en un momento de su espectáculo


Y por la noche llegaba uno de los platos fuertes del Festival; el Gran Cabaret MYAU 2016. Con casi dos horas de retraso (pues la realización en la Carpa del Stuartini retrasó las pruebas técnicas del cabaret). Aitor Autoestopista y Arturo Kobackx arrancaban la velada entre acordes punk y “reuniones”. Abría el espectáculo Toto, que tenía la labor de levantar a un público quizás algo cansado de esperar la apertura de puertas, y no defraudó. Un frenético número en el que las mazas no paraban un segundo, rápido, técnicamente cuidado y sin apenas fallos. Después le tocaba el turno a Sara Volatil, que tras problemas técnicos que hicieron que los presentadores tuvieran que arremangarse y salir de nuevo a escena para resolver la situación, ejecutó muy bien su cuidado número de trapecio estático. Después venía Iván de Asaco Producciones, con un número de clown que quizás se hizo algo largo por la avanzada hora de la noche. Continuaba Sifón Fontana que se atrevía a subirse al pequeño escenario con una bici acrobática y que, pese a la dificultad técnica asociada al espacio, resolvía con solvencia. Antes del descanso, Rebe Alrebes levantaba la carpa con su potente número de cuerda lisa y su habitual derroche de técnica y fuerza. Después del descanso, que quizás se hizo largo para algunas de las personas asistentes (sobre todo las más peques), reabría Víctor de CircoVito, con un espectacular número de cuerda floja en el que, no conforme con el nivel de trucos imposibles que realiza sobre este elemento, acaba andando con un monociclo sobre la cuerda. Quedaba noche para los equilibrios, y en concreto para la bola de Eleni Anna, que servía de base para un número de hula en el que se perdía la cuenta de cuántos de estos había girando sobre su cuerpo al mismo tiempo. Era ya bien entrada la madrugada cuando le tocaba el turno al Payaso Carapapa, que deleitó con trucos imposibles de peonzas, aunque quizás alargó de más el número, sobre todo teniendo en cuenta la hora que era. Sólo faltaba, para cerrar, el tradicional número de acrodúo sobre Rulo de los conocidos Circobaya, que volvió a no defraudar.

Toto en un momento de la Gala


Después de ésto, a unas horas innombrables, empezaban los conciertos de Jan Luc Godard Street Band, que volvían por segundo año consecutivo a llenar la carpa de los acordes más Rockabillys, diréctamente desde Carabanchel; y de Ode Zulé, con una cuidada puesta en escena que convirtió su actuación en algo más que un concierto. Para los que todavía tenían fuerzas para seguir bailando, Dj Capuzzi cerraba la noche (o abría la mañana, según se mire) con sus mezclas de música techno.


El sábado volvía a amanecer soleado, aunque el destino que nos esperaba sería parecido al del viernes con un gran chaparrón que obligaba a mover todos los Stuartini a la carpa, además de pausar el popular taller de trapecio volante, que se reanudaba sin embargo por la tarde. A medio día era el turno para el conocido Fuman y su espectáculo Musicóloco, con una expectación especial, este año por la viralización de uno de sus vídeos que le ha catapultado a la fama. Aunque quizás su personaje estuvo algo más fuera del espectáculo de lo que nos tiene acostumbrados. Por la tarde otras dos muestras se realizaban dentro del premio Stuartini: Capuzzi y la Srta X, y Maité presentando su espectáculo “Tentación Divina”, con el que mediante el clown, la acrobacia aérea, y muchos otros ingredientes, fue capaz de levantar a toda la carpa en una ovación unánime.

El MYAU se caracteriza por su ambiente familiar


Casi sin tiempo para una rápida cena con la batukada de por medio, el Payaso Carapapa en el “espacio pirata”, y el estrés de realizar las pruebas de sonido y luces de nuevo a matacaballo por el poco tiempo disponible, arrancaba la guinda del encuentro, la Gran Gala MYAU 2016, con algo menos de retraso que el cabaret del día anterior. Fede Scoch, llegado desde Italia, era el encargado de conducir la Gala y presentar a los artistas; desde el público, desde una minibici... ¡E incluso desde las alturas de la carpa! La noche de Circo la abría Arce, con un potente número de mástil, en el que se forzaba el estilo clásico para darle una vuelta al mismo. No faltó técnica y unos arrojes de los que pausan el aliento. El escenario quedaba entonces para Antonio Bellavitta y su clásico número de balones de fútbol, en el que acaba con cinco de estos en el aire. En tercer lugar llegaba el turno de uno de los grandes, Jordi Querol, en el que la combinación de manipulación de mazas, beat box, e interpretación gestual conforman un espectáculo de otro nivel. Después venía Luís Buseti que empezaba su poético número desde una óptica musical con guitarra y violín, para acabar con una rutina de telas aéreas mientras recitaba una historia que buscaba transmitir sensaciones. Avanzaba la noche y el turno era para El Negro, y su particular dirección de la obra Romeo y Julieta, a través de actores improvisados. Continuaba Carolina con su enérgico número de trapecio fijo, despertando a la gente que llenaba la carpa, para luego cederle el turno a La Cía Rolabola en un número en el que, pese al tiempo de espera y lo avanzado de la noche, Michael, el perro de Alfonso, realizó todos los ejercicios que le indicaba su compañero de escenario, acabando con una bonita canción aullada al calor de la acordeón. La velada de circo llegaba a su fin, aunque todavía faltaba una de las figuras del encuentro: El dúo Desiguales, con su célebre integrante Tinga, llenó el escenario y la carpa de esa alegría que le caracteriza, con portés imposibles sobre zancos que soportaban una buena pila de años y experiencia.

Tras los saludos, la despedida, y el calor del público devuelto en forma de ovación, la noche seguía despierta en Albendiego. Y en concreto en la Carpa, con un conciertazo de los Chotokeu, que llegados desde Galicia, dieron en el clavo para poner a bailar a todo el mundo. Bien entrada la madrugada, Hueso del Row y Fuman del Zapatilla Sound System, se pusieron a los mandos de una alocada mesa de mezclas de la que no sólo salían ritmos houseros que se metieron hasta bien entrado el domingo. Solapándose con los últimos bailarines de la carpa, el resto de myaumetanos y myaumetanas despertaban en un domingo que venía cargado de actividades: El tradicional pasacampos, el espectáculo “Desfile de Humor”, de Kalvin Klown, dentro del premio Stuartini, la épica cadena de tartazos que acababa de despertar a unos cuantos, la comida popular y las esperadas Olimpiadas.


Lanzada

Después, llegaba el turno para los agradecimientos, las palabras de cariño, los reconocimientos y ... ¡Los premios! Como ha sido siempre, esta cuarta edición del premio Stuartini contaba con un jurado independiente y sin complejos; Tres niños y niñas de Albendiego, que tuvieron a bien darle la afamada pizarra grabada a la compañía Kalvin Clown y su espectáculo “Desfile de Humor”. La organización del festival, quiso además reconocer la calidad artística mediante los premios Myau, a Nando Caneca y a Dj Capuzzi y la Srta. X. Y la mejor puesta en escena a Fuman Musicóloco y a Maité con “Tentación Divina”.  Un premio especial, que dará que hablar en próximos años, pues se crea este año y toma el nombre de su primer agraciado, el Premio Tinga Tinga, en reconocimiento a una trayectoria, unos valores y una forma de entender la vida y el circo. Y tras esto, la gran lanzada que habitualmente echa el cierre a cualquier encuentro de Circo, llenaba el cielo de Albendiego de todo tipo de cachibaches. Sin embargo, en este pequeño pueblo de la sierra de Guadalajara, todavía quedaba algo de energía para un renegado en el que pudimos ver desde rutinas hasta equilibrios imposibles, y que acababa bien entrada la noche, una vez más. El lunes, la era de Albendiego recobraba esa tranquilidad que le caracteriza y se preparaba para esperar, un año más, la vuelta de la primavera y del MYAU. Muchos ronroneos para todas desde Albendiego.
1) Terreno descubierto, de superficie llana y limpia donde se trilla el cereal

miércoles, 15 de junio de 2016

"El diábolo es como un puzzle". Entrevista a Jacob Sharpe

Un diábolo comienza a bailar sobre una cuerda mientras comienza a sonar Jasmine de Jai Paul. Lo mueve un hombre con una peculiar vestimenta deportiva, varias tallas más de lo que le correspondería, coderas a juego con las zapatillas rojas y una barba también XL. Es Jacob Sharpe, una referencia en cuanto a diábolo se refiere, y está realizando su número en solitario en la Gala Internacional de Circo del EUCIMA el pasado abril.

Sharpe en el EUCIMA 2016. Foto: Mai Ibargüen



Sharpe es un tipo sorprendente, de primeras uno podría pensar que está ante un genio excéntrico, de ideas desordenadas; quizá por su poblada y descuidada barba, o por su tendencia a girar los ojos hacia los lados cuando piensa la respuesta a las preguntas. Nada más lejos de la realidad, la de Sharpe es una cabeza muy bien puesta, con los objetivos muy claros desde hace años.

Inicios y formación.
Jacob Sharpe nació en Canton, Massachusetts (EEUU) en 1989, en el seno de una familia de clase media a la que un día llegó el circo. "Mi padre es profesor en la escuela de negocios de Harvard, un tipo serio, pero que aprendió malabares en la universidad y que cuando éramos pequeños hacia pequeñas actuaciones en nuestra guardería y cosas así". Esto hizo que a los 10 años Jacob fuera con su hermano mayor, Nate, a un campamento de circo llamado Circus Smirkus, con el que durante varios años harían giras locales (como se ve en este vídeo de 2006). Ahí nació la pasión por el circo de estos hermanos, que derivó en una de las parejas de diábolo más influyentes en los primeros años de Youtube. "Primero teníamos el libro de Mr. Babache, después los de Donald Grant y un profesor que había en Smirkus, luego ya llegó el vídeo de Mad French Posse y nos obsesionamos en sacarnos todos esos trucos, eran una locura", recuerda Sharpe y explica su preferencia por este malabar: "del diábolo me gustó que tenía menos reglas que los otros malabares, quizá es como un puzzle que tienes que construir". En este vídeo de 2005 se puede ver la soltura con el diábolo de estos hermanos.



De ahí salió un dúo de hermanos, los Sharpe, que revolucionarían el diábolo. Giras internacionales, vídeos que se convirtieron en referentes y passing, mucho passing de diábolo, hasta tal punto que varios de sus récords siguen vigentes. "En cierto modo sí que éramos conscientes de que estábamos haciendo algo grande, era guay", recuerda Jacob. En 2008 llegaron a ganar una medalla en el campeonato de la IJA (International Jugglers Association) y el años previo a participar en el Festival Cirque de Demain de París. Todo eso en una época en la que Nate ya estudiaba ingeniería mecánica en la prestigiosa y exigente universidad MIT y además formaba parte de su equipo de atletismo. Jacob siguió el mismo camino y cursó Físicas en la misma universidad. "Yo tenía claro que quería dedicarme al circo, pero cursé la universidad un poco por inercia, por la presión de que si has sido un buen estudiante tienes que ir a la facultad, era sinónimo de éxito. Ahora no me importa mucho ese título, pero en su momento me hizo sentir orgulloso y era una forma de decir a la gente 'hago circo porque quiero'". Y consiguió compaginar los estudios con ese objetivo, ser artista de circo.



Carrera en solitario.
"En el verano de 2011 ya dejamos de actuar juntos, aunque hasta 2013 hicimos alguna actuación esporádica. Yo comencé a trabajar solo [participó en Loft, de los 7 Dedos de la Mano] y mi hermano se quedó en Boston con su familia, trabajando como ingeniero y era difícil mantener el dúo" recuerda Sharpe. "Volví a entrenar otros malabares e incluso probé a actuar como monologuista". Es el momento de Pink Shorts, un vídeo donde, sin haber tenido nadie noticias de sus habilidades con las bolas, sacó un repertorio de una calidad y originalidad espectaculares. "Fue un vídeo que me hizo muy popular en Europa y me abrió muchas puertas para conocer a gente y actuar por aquí, había entrenado duro dos años para conseguir ese nivel".



Actualmente Sharpe vive entre Suecia y EEUU. "He estado entrenando en Estocolmo, con el director Olle Strandberg. Mi idea es mejorar en aspectos en los que no entreno tanto y así poder consolidar mi técnica para, en un futuro cercano, intentar ser parte de las nuevas creaciones de Cirkus Cirkör con las que trabajará este director". Ya había trabajado en Europa una temporada, en el Circus Monti, de Suiza "una gran experiencia, a veces agotadora, pero para mí muy satifactoria porque eran todos muy profesionales y yo hacía hasta tres actuaciones distintas". También participó en solitario de nuevo en el Cirque de Demain de 2015, aunque con peor suerte. Parece muy asentado en Europa, y él lo explica: "me gusta cómo se perciben las artes aquí, la vida en general, como más en la tierra; en EEUU hay mucha tradición de circo de calle, pero al volver allí me di cuenta que quería volver a los escenarios, a actuar en Europa".

Y así, con la idea fija de actuar en Europa, entrena a diario, hasta 4-5 horas, distintas disciplinas como mazas, bolas, acrobacias o portes "he ahorrado dinero suficiente como para vivir sin actuar una temporada, ahora lo que tengo que hacer es mejorar la técnica". Mientras tanto seguirá devorando libros y probando a escribir pequeños relatos, sus únicos hobbies. "Yo espero entrar en Cirkus Cirkör, creo que tengo posibilidades", dice con naturalidad, sin estrés, sabedor de que lo bueno vendrá después y todo ese esfuerzo habrá merecido la pena, como todos los que ha hecho en su vida.



En su número, los diábolos van creciendo sobre la cuerda, primero uno, luego dos, después un tercero.... bailan al son pesado de la música, moviéndose también con lentitud. Es un número sin adornos, puro malabar, ejecutado con esa seguridad técnica que consigue hacer fácil lo difícil. El cierre también es a lo grande, cuatro diábolos. Cuando el público ya se ha puesto en pie para aplaudir, Sharpe vuelve a lanzar los cuatro al aire para hacer una pirueta antes de recogerlos todos. Puro circo en una cabeza con las cosas muy claras.