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viernes, 29 de septiembre de 2017

Que ocho años no son nada

Ocho, que se dice pronto. Ocho años de blog, de malabares y tintas. Ocho años, como tentáculos de cefalópodo (o de calamar malabarista), como ojos de araña. El ocho de la chulería, de la suerte china, del infinito erguido, el de la bola de billar adivina.
A sus ocho años, creo que ya debo asumir que el blog tiene este caminar cansado, como al que le aqueja alguna dolencia. El principal achaque en este caso es el tiempo (el horario, no el climatológico), concretamente la falta de él. Un blog requiere mimo y cariño, y más si uno quiere llenarlo de calidad. Eso se traduce en tiempo y éste, como todos sabemos va de la mano con la prioridad. Uno dedica el tiempo que quiere a una cosa en función sus prioridades, que van cambiando según la época. Por suerte el blog siempre ha sido una de esas prioridades, con mayor o menor protagonismo, pero ahí se mantiene. ¿Que me gustaría dedicarle más tiempo y que siempre tengo algo que escribir en mente? Cierto. ¿Que no siempre puedo hacerlo? Cierto también. No pasa nada, ya voy comprendiendo que es su caminar, como ese andar característico que define a algunas personas. No voy a torturarme intentando que sea lo que no es, estamos aquí para aprender y pasarlo bien. Asumo que es su forma de moverse y ya está, no pasa nada. A veces correrá, a veces aminorará para coger resuello, no importa, lo bueno es que sigue un camino y que, aunque no sé a dónde va, este me llena y me satisface. Estoy disfrutando enormemente de este viaje, y más sabiendo que hay gente que me acompaña y que también se deleita con el paisaje.

De todo esto me doy cuenta en este año 2017, en el que he comprendido muchas cosas, el de los grandes cambios: el de asentar la convivencia, el de la firma del papel que ratifica la vida en común con la persona que quieres, en este caso pasando por un arco de mazas. El del nuevo vehículo, cambio obligado cuando el previo decide que ya está mayor. El de confirmar nuevos proyectos iberoamericanos que vendrán, de esos maravillosos líos circenses en que uno se mete con compañeros maravillosos, aunque no sepa bien cómo van a salir. Pero hay proyectos que quedan siempre por encima de cualquier otro, porque son en pareja y porque generan unas expectativas e ilusiones como ningún otro, el verdadero cambio de vida. 
Brindemos pues por los cambios, por el circo, por los proyectos y por el futuro. Esto seguirá de una forma u otra, por más cambios que se sucedan, y ustedes que los vean y los vivan conmigo.
Porque ocho años no son nada, 
¡Salud y mucho circo!

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Fallece Picaso Junior

La pasada madrugada del 25 de septiembre se produjo un trágico suceso para el mundo del circo, el malabarista madrileño Franciso Tébar Honrubia, alias "Picaso Junior", falleció en su domicilio por un infarto. Nos deja así, a los 47 años, uno de los malabaristas españoles con mayor repercusión internacional, uno de los grandes.

Nacido en 1969 en Madrid, hijo de Francisco Tébar Picazo "El Gran Picaso". Éste, un músico nacido en Valencia, fue un artista autodidacta que inició su carrera como trompetista en el Circus Knie y acabó como uno de los grandes malabaristas de su época. Popularizó (algunos dicen que incluso inventó) la rutina de malabares con pelotas de pingpong lanzadas con la boca y también el lanzamiento de platos voladores (más tarde conocidos como frisbees). Gracias a estas habilidades actuó en los principales circos europeos y americanos.

Enseñó a su hijo a hacer malabares desde muy pequeño, pero no parecía muy interesado en los escenarios. Así, llega a cursar la carrera de Económicas en Valencia, donde conoce a la que sería su esposa. Tras finalizar sus estudios, durante el servicio militar en Melilla, retoma los malabares y comienza a entrenar a espaldas de su madre. Realiza una prueba en el Magic Circus del empresario Arturo Segura en 1993 y es contratado. Compaginó entonces un riguroso entrenamiento de malabares con su trabajo como en los campos de naranjos que su padre, ya retirado, había ido comprando durante su vida. En 1996 actúa junto con su padre en el Benidorm Palace, lo que sin duda representa el paso de un legado.


Como se puede apreciar, Picaso Jr. fue claramente influenciado por el estilo de su padre, aunque consiguió superarle en varios aspectos. Mejoró la rutina de pelotas de pingpong lanzadas con la boca, llegando incluso a batir un récord Guiness (el de más lanzamientos con cuatro bolas); también hizo más dinámica la parte de los platos voladores, arriesgando entre los espectadores. Añadió algo de su cosecha, una primera parte de su número en el que golpeaba varias pelotas de pingpong con una pala de madera, llegando a mantener hasta cuatro a la vez. Aquí vemos su actuación en el prestigioso Circus Krone de Múnich.


Para situar un poco mejor su alcance como artista, toca repasar algunos de sus logros: con 24 años, en 1997 participa en el Festival Mondial du Cirque de Demain, logrando la medalla de bronce. En 1998 participa en el Festival de Circo de Budapest, lo que le sirvió para realizar una gira de dos años con el circo americano Ringling & Barnum. En 2002 logra el Clown de plata del Festival Internacional de Circo de Montecarlo y en 2007 le fue otorgado el Premio Nacional de Circo del INAEM. Además, actuó en los principales circos y escenarios del mundo: Circus Krone, Circus Knie, Big Apple Circus, Tiger Palas, Wintergarten, Cirque d'Hiver y un largo etcétera.

Hemos perdido, por tanto, a uno de los grandes artistas españoles, reconocido como uno de los mejores malabaristas del mundo. Una leyenda del malabarismo.



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