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sábado, 27 de enero de 2018

"No hay que subestimar al espectador". Entrevista a Itsaso Iribarren y Germán de la Riva

Al poco de finalizar uno de sus últimos proyectos, "Cien años después", me reúno con Itsaso y Germán para conocerlos mejor. Me invitan a su casa, encantados con la propuesta. Así, en su bonito apartamento al que han transmitido la tranquilidad que se refleja en sus miradas, con una infusión en la mano, pasan los minutos saltando de un tema a otro. Surgen reflexiones, recuerdos e imágenes, todos relatados con complicidad y sosiego. Así, paseando con las palabras, acabamos conociéndonos mejor.

"I like when you don´t speak" - En Londres 2005

Itsaso Iribarren (Pamplona, 1981) y Germán de la Riva (Santander, 1977) se conocieron en Bilbao, en su etapa universitaria, gracias a la danza. Itsaso se estaba licenciando en Bellas Artes, con especialización en performances. Germán había finalizado sus estudios de Ingeniería Informática, pero los había compaginado con los malabares y la danza. "Cuando conozco a Germán entra el circo en mi vida y me interesa mucho su forma de entrenamiento", recuerda Itsaso, "comenzamos a crear y surge la necesidad de seguir formándonos". Entonces van a Londres, a la escuela Circus Space, y de ahí a Buenos Aires, donde ambos cursan un postgrado de tendencias contemporáneas de la danza. "Nuestra formación es muy híbrida, y nuestras obras son también el resultado de esa hibridación entre disciplinas. Por eso nos denominamos artistas escénicos, porque engloba todo y es más acorde a lo que hacemos", explica Germán. Pese a ello, al ser preguntados por su implicación activa en proyectos circenses, se excusan: "creo que es más por la forma que tiene el circo de ser, con poca gente, más relación entre protagonistas, entrenar juntos, etc. Aunque a nivel conceptual estamos más cerca de la danza o el teatro contemporáneos. Intentamos que no haya esa división, empiezas un proyecto y vamos viendo si demanda circo u otra cosa". Y concluye Itsaso, "utilizamos las herramientas que tenemos para crear, el hecho de que sea circo o sea danza no es de nuestro interés, tenemos una paleta con diferentes colores y con eso hacemos obras".

"Jut for the money. Una historia de circo" - En el Reina Sofía 2014
Repasando su carrera, existen espectáculos cercanos a la performance, de esos que el espectador hace que se retuerza en la silla y se plantee qué está viendo. "Hay un imaginario muy fuerte en el circo, y el espectador cree saber lo que va a ver, y si no lo ve puede frustrarse, ahí pueden surgir las preguntas (...). Si  se queda extrañado o con preguntas no es un mal resultado, nos gusta provocar cuestiones en el otro. No creemos que todas las obras tengan que ser fáciles o entretenidas, aunque no deben caer lo aburrido", explica Itsaso. "Hay diferentes obras para diferentes públicos", matiza Germán, "a veces una obra muy de investigación tienes que presentarla ante un público general, ahí puede haber interferencias. Pero nos hemos encontrado sorpresas, Just for the Money tuvo mucho éxito en Bilbao y en Tabakalera ante público familiar. O en Acercarse al Límite, una mezcla entre mástil, coreografía y poesía, pensado más para espectador adulto. Lo hemos empezado a hacer en colegios y ha funcionado muy bien, no hay que subestimar al espectador, puede haber sorpresas".

La investigación en el circo.
Ellos se definen como investigadores en artes escénicas, aunque son conscientes de la dificultad para vender este producto. "Uno ve un producto de Apple y piensa, 'esto es la hostia', pero no ve toda la investigación que hay detrás. En las artes escénicas pasa lo mismo", explica Germán, "¿Debe esta investigación estar subvencionada? la realidad es que nadie la compra, pero es la base de muchas cosas (...), para ir hacia delante debe haber errores. El investigador debe recibir una ayuda institucional, pero sin salirse del mundo real, en el que se venden y compran cosas". Y prosigue: "ahora mismo, tanto Cien Años Después como Acercarse al Límite están funcionando muy bien, pero son el resultado de investigación de obras raras previas nada comerciales, eran 'pruebas'".

Cien Años Después.
En 2017 el Teatro Circo Price les hace una propuesta para conmemorar el centenario del fallecimiento de William Parish, uno de los antiguos directores del Circo Price.  A raíz de su experiencia en Paseando Santander, les proponen realizar una obra que una el Price, el Cementerio Británico y a William Parish. "Para nosotros estaba el desafío de crear algo con respeto y en corcondancia con el lugar" recuerda Itsaso. El resultado es una visita por el Cementerio, no sólo hablando de Parish y su mujer Matilde de Fassi, sino que también nos introduce en la vida de las personas que están allí enterradas, la vida del Madrid de la época y las cartas a los periódicos a propósito del Circo Price. "La obra ha sido muy bien acogida, tanto por el público como por los medios. Aquí podéis ver un reportaje de "La aventura del Saber", de RTVE.

                       

   
   

       
           
       

          
            100 años después
       

   


Germán explica parte del proceso creativo, ""inicialmente queríamos instalar un mástil, hacer malabares, etc. Luego vimos que no era el lugar, y con las visitas de David Bartler [guía voluntario del Cementerio Británico, cuyas explicaciones aparecen en la obra en varias ocasiones] encontramos la esencia del sitio", y prosigue, "esa sensibilidad es la que perciben las personas que vienen ha verlo, valoran mucho cómo hemos trabajado el espacio y la experiencia personal que se lleva el espectador". El espectáculo ha resultado un éxito, con lleno en todas las visitas. "nos gustaría prorrogarlo, aunque por ahora no tenemos nada concretado. Hemos recibido propuestas de mucha gente". En diciembre se realizó un acto a propósito de este centenario en la Biblioteca Nacional, donde se expusieron carteles y textos de la época.

Mientras, Itsaso y Germán ya están mirando al futuro, embarcados en nuevos proyectos. "Ahora estamos realizando residencias artísticas en Francia para una nueva obra que está empezando y trata sobre el lenguaje de las máquinas. Estamos en el punto de 'a ver por dónde va' (...), hay que escuchar a las obras, ellas te van pidiendo cosas (...); aún no tenemos fecha de persentación, vamos a dedicarle todo 2018 al proyecto". 



"Cien años después" - 2017


Para saber más de Itsaso y Germán:
Imágenes cedidas por Itsaso y Germán, realizadas por Javier de la Riva

miércoles, 17 de enero de 2018

"Hay que dejar espacios para el amor y el disfrute", entrevista a Thom Wall

En el espacio de tiempo entre los dos shows de Totem en los que ese día tiene que actuar, en un gran traíler-restaurante, nos recibe Thom Wall (EEUU, 1987). Mientras picotea, Thom se muestra divertido, amigable y muy entusiasta, reflejo de una persona que ama lo que hace y que parece estar dispuesto a compartir esa ilusión con todo el que le rodea. Siempre abierto a conocer a los malabaristas de los sitios donde viaja, charlar con Thom se hace muy ameno y enriquecedor. Con él hablamos de su biografía y su situación actual en el Circo del Sol.


Thom se aficiona a los malabares al mudarse a St. Louis, Misouri, una ciudad del medio-oeste americano. Allí, en un club de malabares, aprende lo básico y comienza a asistir a festivales y a hacer pequeñas actuaciones. Realiza una audición para la Escuela de Circo de Quebec (Canadá), pero es rechazado. Decide, por tanto, centrarse en sus estudios y asiste a la universidad local realizando una licenciatura en Literatura Alemana, "en realidad, estaba más interesado en el idioma. Me gustaba el alemán desde el instituto, junto con el español, que me parecía útil. Quise combinar ambos idiomas en la universidad, junto con asignaturas de árabe, portugués, psicología, pedagogía, etc. En un momento dado me dijeron que para poder licenciarme y mantener la beca tenía que escoger asignaturas de literatura alemana. Fue interesante, pero no me apasionaba, por lo que hacía muchos malabares, entrenaba, iba a encuentros, etc", explica Thom.

"Cuando terminé e intenté conseguir un trabajo con mi licenciatura en alemán me di cuenta de que tenía que buscar otras salidas", recuerda entre risas. Así empezó un periplo en el que trabajó como monitor de campamento donde se hacían malabares, en un show alternativo compartiendo gira con tragasables y faquires, etc; así vio que podía vivir del circo. Se sacó el título CELTA (Certificate for Teaching the English Language To Adults) de la Universidad de Cambridge para poder ser profesor de refugiados en EEUU. Teniendo ya comprometido un destino, en el último momento fue rechazado. Es entonces cuando se muda a Vermont y entra en NECCA (New England Center for Circus Arts), una pequeña escuela donde realizó un programa de entrenamiento de un año y creó un número de bolas. Una vez terminado, con 25 años, volvió a echar la solicitud para la Escuela de Quebec, siendo nuevamente rechazado.


Como explica en su blog, estos rechazos le ayudaron a crecer y a esforzarse más en su carrera profesional. "Además, su estilo es muy contemporáneo, no creo que si hubiese estado en Quebec estaría haciendo las mismas cosas ahora. Hay cosas que no puedes aprender en la escuela, que sólo se aprenden probando y fallando"; y recuerda entre risas una anécdota: "el primer espectáculo de calle que hice en mi vida salió tan mal que al terminar le devolví el dinero al público de lo avergonzado que estaba. No niego que [la escuela] es una gran experiencia, pero hay cosas que se aprenden de otra forma".

Señalado sobre las peculiaridades del mercado circense en EEUU, explica: "en las escuelas parece que pretendan que vivas de un número de 7 minutos, pero en realidad necesitas algo mucho más largo y que resulte entretenido al público americano, con más conexión humana. El humor es un gran vehículo para lograrlo, eso sí, sin detrimento de la calidad técnica". Y completa: "para otro tipo de shows apenas hay espacios, quizá algunos teatros o salas, pero muchos buenos malabaristas americanos han tenido que emigrar a Europa a buscar una línea más artística, como Wes Peden, Tony Pezzo o Jay Gilligan". 

Interesado desde el principio en la historia del malabarismo y en utilizar objetos peculiares en sus espectáculos, Thom lo ve como una especie de arqueología: "hay trucos clásicos que ya nadie hace, como los malabares con 6 platos (...), quizá porque la única forma de estudiarlos y aprenderlos es leyéndote libros y mirando viejas fotos. Hay muchas cosas por redescubrir, cuantos más libros lees, más te interesa". De hecho uno de los últimos shows de Thom, On the topic of juggling, habla de los malabares y su historia. Es por eso que Thom es uno de los pocos artistas en activo que trabaja con el mouthstick (aparato de madera que se introduce en la boca y con el que se mantienen otros objetos en equilibrio). "Una vez trabajé con un artista ruso que lo hacía y me gustó, además, muy poca gente lo hace en EEUU, por lo que eso me beneficia de cara a posibles contrataciones. Me fabrico yo todos los aparatos con los que actúo, me llevó unos 6 meses conseguir mantener una copa sobre el palo, es muy difícil".



Tras una temporada trabajando en parques de atracciones (incluido en Corea del Sur) y con sus shows personales por todo EEUU, Thom recibe en 2013 una llamada del Circo del Sol. "Me llamaron para ir a Portland, donde estaba el show [Totem] entonces y me presentaron a Greg Kennedy, que es quien me había localizado como posible sustituto, y me dijeron: si dentro de 3 días haces 100 lanzamientos con 7 bolas dentro del cono, el trabajo es tuyo". Lo consiguió y a las dos semanas estaba de gira. El número de Kennedy es de los pocos en el circo con copyright y es tan específico que tiene que repetir todo el número con los mismos lanzamientos, sin permitirle variarlo (aquí explica cómo fue el entrenamiento). "Por suerte tengo tiempo para entrenar otras cosas y hacer actuaciones en las semanas de descanso, ¡Incluso pude casarme [con la artista Chloe Walier] en noviembre entre la gira de Bruselas y Madrid!".

También explica qué supone para un artista trabajar en el prestigioso Circo del Sol: "para mí es un trabajo, nada más. Tiene cosas buenas y malas. Por un lado es el sitio donde todo el mundo quiere actuar y no tienes que hacer trámites burocráticos. Por otro cada vez que fallo se anota y cada poco tiempo mandan un informe a Montreal sobre mis fallos o sobre mi maquillaje. (...) además, cuando se sustituye a un artista es por otro que hace exactamente lo mismo, los artistas parece que no existen. Es un negocio enorme, tienen que cuidar todo eso para que funcione".

Thom mira el reloj, tiene que volver al camerino para maquillarse antes del show, es el octavo de esta semana y nos explica que con los horarios españoles, tan tardíos, los artistas están muy alterados, con muchas lesiones. Por suerte hay tiempo para plantearle una duda que se hacía él mismo hace tiempo: ¿El malabarismo es un hobby o un trabajo? "Ambas, es un trabajo como el de Totem, pero a la vez es un hobby porque sigo practicando cosas como el spinning que ahora mismo hago para mí, igual en un futuro los hago en el escenario, pero no ahora. Hay que dejar esos espacios de amor y disfrute, ya que el trabajo a veces te deja poco sitio".

Más información:
Imágenes de Thomwall.com

miércoles, 3 de enero de 2018

Lo más leído del blog en 2017

¡Feliz año a todo el mundo! Espero que hayáis entrado en 2018 como se merece. Por mi parte lo hago preñado de ilusión, nunca mejor dicho. Toca repasar cómo fue 2017 en esta casa y hablar de las entradas más visitadas:
  1. Malabares y Equilibrios, por Thom Wall. Es un buen toque al ego darse cuenta que tu entrada más visitada es la traducción de otra, aunque a la vez le hace a uno sentirse como el creador de algo exclusivo y minoritario (y tú, afortunado lector, eres parte de ello). El que no se consuela es porque no puede, pero la verdad es que la entrada original de Thom Wall es buenísima y explica de maravilla cómo hacer el dichoso truco.



  2. ¿Está Anthony Gatto infravalorado? Reflexión que dio para cierto debate tras ver el vídeo que hizo en su momento Luke Burrage (y podéis ver en el enlace a la entrada). Está claro que hablar del gran Gatto sigue removiendo a la comunidad circense, aunque lleve ya retirado unos años. Acababa el artículo con una buena moraleja: "bebamos de la historia (...), al recordarla podremos apreciar mucho mejor el presente".


     
  3.  Por qué el EUCIMA no es un festival. Esta entrada reinvica el caracter peculiar de un encuentro de circo como es el EUCIMA, que pese a su crecimiento con los años se esfuerza por mantener su carácter altruista. Un alegato a que todos los que participamos en el encuentro lo sintamos como nuestro y le demos vida. Larga vida al EUCIMA, cuya IX edición fue un éxitohttp://www.malabaresensutinta.com/2017/04/ix-eucima-de-las-dudas-al-exito.html y que ya ha anunciado la décima.

    Foto: Javi Cassi

  4. Sobre circo con animales. En febrero me arropaba con mi toga de abogado del diablo y lanzaba al aire varias preguntas sobre si la solución era prohibir los animales en el circo. Por primera vez en el blog aparecieron "haters" (supuestamente defensores de los animales) a insultar sin argumentar, lo cual hace mucho por la imagen de este colectivo. Por suerte, más tarde pude entrevistar a Alberto Díez, portavoz de InfoCircos y respondió a todas las preguntas allí vertidas, un placer conocer a esta persona.


  5. Menciones especiales. Pese a que no han sido de las entradas más visitadas, para mí han sido muy bonitas. La primera es la entrevista al acróbata australiano Lewie West, que nos permite conocer un poco por dentro a este increíble artista. Y la segunda es mi experiencia en el backstage de Totem, del Circo del Sol, que resultó fabulosa.
 


Bien, veremos qué nos depara 2018, seguro que mucho circo.