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martes, 30 de septiembre de 2014

Ración de vídeos del mes. Septiembre 2014

Se fue el verano y nos trajo un mes de reencuentros, preguntas vacías y el anunciado cambio de estación. El carrusel de conversaciones en bucle sobre el tiempo se dispara mientras decae el ratio de recuerdos de las vacaciones. Noticias repetitivas, con los nacionalismos mal entendidos chocando entre sí, la policía publicando datos privados de un acusado aún no condenado (aunque sí por la masa enfurecida), el islamismo mal entendido lanzando un pulso a todos, los rusos y ucranianos en una guerra que ha pasado al segundo plano, y Siria y Palestina ya casi olvidadas. Ah, y el fracaso del Mundial de baloncesto, cachis la mar. Una vez adquirido el "ritmo crucero" laboral, estudiantil o loqueseaqueunohagaconsuvidaestemes toca afrontar con buena cara los nuevos proyectos, el día a día y todo lo que se cruce. Nada mejor que algunos vídeos, seleccionados con mimo y esmero para paladares exigentes. Advierto que degustarán platos con aromas clásicos en su mayoría.

Pasen, hay sitio al fondo

1) Troupe del Circo de Pekín. El circo chino de calidad se caracteriza por realizar las cosas impensables y luego hacerlas aún más difíciles. Ver a 5 chicas subidas en monociclos jirafa ejecutando de forma simultánea el clásico número de monociclo y lanzamiento de cuencos a la cabeza impresiona. Luego viene la locura. Agárrense.



2) Ermoloff, malabares y música clásica. Ermoloff nos traslada inmediatamente al siglo XVIII, con las pelucas empolvadas y las calzas de época. Pero a parte de una actuación sublime, en un momento dado, se alza por los aires y sigue ejecutando trucos de dificultad altísima (no es chiste malo, lo siento). Curioso número, sin duda.



3) Anton Mikheev. Desde las tierras rusas también viene este artista, pero doy una concesión al moderneo porque es algo que no había visto nunca. Un número de cintas aéreas y pelota. Lo mejor de todo es que esta extraña mezcla, viene ejecutada, es muy vistosa. Meritoria combinación de fuerza y habilidad.



4) Matt Pasquet. Verticales, handbalancing. Este precioso vídeo, además de estar magníficamente grabado y editado, cuidando muchos detalles, ofrece una auténtica enciclopedia de verticales. Ejecutada por un artista muy plástico y elegante.



5) Donnie y Camila Rhodes. Vuelta a lo clásico. Numerazo de Frisbee, algo poco visto por estos lares, salvo por la presencia de Ayal en el panorama circense nacional durante estos pasados años. Aquí un dúo de los que impresionan, parece mentira que no haya más gente que haga esta disciplina tan espectacular.


6) Familia de malabaristas. 1898. Nada como ver un espectáculo con 116 años de historia para darse cuenta que las cosas que funcionan, seguirán funcionando. Divertidísimo número, sin duda.



7) Artistas Callejeros. Sudáfrica. El circo está en todas partes. Aquello de mostrar habilidades extraordinarias simplemente por deleite. La calle es exigente, y como tal general números de esos que no dan respiro, con aires de improvisación milimetrada, con energía y saltando de sorpresa a sorpresa. El mejor ejemplo, estos sudafricanos:




Guindas, chupitos y café, que invita la casa.
Uf, cuánto vídeo para una sola ración, y los que quedan por poner. Así da gusto. Espero que lo hayan disfrutado. A brindar tocan

¡Salud y mucho circo!

lunes, 29 de septiembre de 2014

CincocinccinqfivefünfbostcinquecirquecircO


Ahora que se cumplen 5 años de los primeros pasos de este blog.

Que el proyecto sigue firme y cambiante.

Que los huecos en "mi otra vida" cada vez son más escasos, pero siguen existiendo. 

Que no pasa un mes sin escribir. 

Que aún leo cómics, y sobre alguno incluso escribo

Que el circo sigue presente cada día de mi vida. 

Que el circo se va haciendo presente en las vidas de otros, poco a poco, piano, pero sin vuelta atrás.

Que descubro que no he perdido habilidad cuando vuelvo a coger los malabares. 

Que confirmo que las camisetas con calamares volando siguen gustando. 

Que en los encuentros se sigue conociendo a muchísima gente e impulsan el circo con buenas sensaciones. 

Que el EUCIMA está creciendo con salud y buena cara. 

Que sigo sacando algo positivo y sorprendente de cada espectáculo que veo. 

Que "el más dificil todavía" sigue muy empeñado en abrir bocas, ojos, mentes y traspasar límites. 

Que me sigo lamentando por no poder escribir más, leer más, entrenar más, ver más.

Que sigo conociendo personas y personajes increíbles, de los que siempre hay mucho que aprender, sean famosos, ilustres, o desconocidos.

Que estoy descubriendo la entrevista como medio para saber. 

Que las colaboraciones han crecido, ayudando a diversificar, ampliar y dar color.

Que no hago tanto caso a las estadísticas, aunque sé que siguen creciendo.

Que a veces me releo y no me reconozco, y en otras ocasiones me gusta, porque revivo las sensaciones que me llevaron a escribir eso.

Que los apoyos están ahí, en forma de cifra, de comentario, de abrazo, de enlace, de "me gusta", de sonrisa, de lectura. 





Ahora que nos reunimos todos, aunque sea por la Red. Esa red que antaño se interponía entre el artista en la altura y el suelo mortal. Esa, se ha transformado en una red virtual y cirquera que nos une, envuelve y aproxima.

Ahora.

Que hay que seguir pensando en lo siguiente sobre lo que quiero escribir.

Gracias por leer, por comentar, por el feedback y por escribir.

Chocad esos cinco, lanzad esas cinco, leed por cinco años más. De cinco a circo.

 CincocinccinqfivefünfbostcinquecirquecircO



Brindemos, como cada año, que esto sigue:

¡Salud y mucho cinco!



martes, 23 de septiembre de 2014

Adiós a Pinito del Oro. Entrevista por Julio Penedo Iglesias

Continúo con el tercero de los artículos y entrevistas que publicó mi abuelo Julio Penedo Iglesias en los años 60 a diversas personalidades de circo de la época. Lo hizo en la revista LARMA, una pequeña publicación de los extintos Laboratorios R. Malo de Molina, a modo de entretenimiento y autopromoción. Esta vez es sobre la otra gran trapecista española. Si ya escribió sobre Miss Mara, hoy toca rescatar la entrevista realizada con motivo de la gran estrella canaria: María Cristina del Pino Segura, "Pinito del Oro".



ADIÓS A PINITO DEL ORO
Pinito del Oro, nuestra estrella que voló por los cielos de lona de todo el mundo, se retira del circo.
Ha querido despedirse en España, en Madrid. Sus últimas actuaciones las está realizando en el Palacio de los Deportes como figura del grandioso espectáculo Festival de Circo 1960. Todos ustedes saben que el impresionante trabajo de esta valiente trapecista consiste en sostenerse cabeza abajo sobre el travesaño y, sin más apoyo, pendular sobre la pista sin red protectora.
Pinito nos recibe después de su actuación de la tarde. Con ella, su marido y su hijo. Nuestra conversación es varias veces interrumpida por una serie de admiradores que vienen en busca de una foto o de un autógrafo. Entre ellos también una niña de unos cuatro años que también se llama María del Pino y que también nació en Las Palmas.
- ¿Cuántos años lleva arriesgado la vida, Pinito?
- Catorce, trabajando continuamente.
- ¿Por qué se retira?
- Porque no quisiera que me ocurriera lo mismo que a Manolete.
- Su número, ¿es único en el mundo o tiene competidoras?
- De esta clase no hay otro. Quizá dentro de unos años aparezca alguien que haga lo mismo que yo y aún lo supere. Sin embargo, es difícil, porque para hacer esto se necesita un buen profesor que lo haya hecho. A mí me lo enseñó mi padre.
- ¿El elogio que más le agradó de todos cuantos le ha dedicado la Prensa?
- Varios: “el ángel del trapecio”, “la bailarina del espacio”, “que hago lo que nadie ha hecho ni hará…”
- ¿En cuántos países del mundo ha actuado?
- En todo Estados Unidos, Cuba, Canadá, Méjico, Portugal, Francia, Inglaterra, Suecia, Bélgica, Holanda, Italia…
- ¿Qué piensa hacer cuando ya no trabaje en el circo?
- No pienso hacer nada. Bueno, lo corriente en una mujer casada: cuidaré la casa y a mi hijo. Leeré mucho. También pienso escribir cuentos y reportajes sobre Canarias. El día 15 [de mayo de 1960] saldrá un cuento mío en la revista “Ama”.
- ¿Qué actuación suya recordará con más cariño?
- Mi presentación en Nueva York, en el Madison Square Garden. Me acompañaba un ballet de ciento veinte chicas. Sesenta en el aire y sesenta en la pista. Yo estaba muy nerviosa porque no había podido ensayar, pero gracias a Dios todo salió bien.
- ¿Se somete regularmente a examen médico para conservarse en forma?
- No, lo único que hago es comer poco.
- ¿Cuántos accidentes ha sufrido?
- Importantes, tres. El primero en Huelva. Me fracturé la base del cráneo y estuvieron a punto de hacerme la trepanación. Permanecí siete días en coma. Se puede decir que le debo la vida al doctor Vázquez Limón, que fue el que me atendió entonces. El segundo fue en Nueva York, me hice daño en una rodilla, con derrame sinovial. El tercero fue en Suecia, donde me fracturé la mano izquierda y la mejilla derecha. En el párpado derecho se me abrió una herida de siete centímetros que por poco pierdo el ojo. Al caer del trapecio tropecé con el bordillo de la pista.
Dentro de unos días Pinito del Oro se despedirá del Circo y todos la echaremos de menos.


Entrevista publicada en el número 50 de la revista LARMA (24 de abril de 1960)

Otros artículos de Julio Penedo sobre circo:

domingo, 14 de septiembre de 2014

El fallo

Existe un elemento fundamental en el malabarismo, aunque no nos guste: el fallo. El fallo está ahí, acechando, por mucho que uno trate de evitarlo, éste acaba encontrando su hueco y asoma la cabeza

¿Y qué es el fallo? Cuando un elemento que uno está manipulando no hace lo que estaba planeado y, normalmente, cae al suelo, creando un punto de ruptura con lo visto hasta el momento. Las artes circenses son algo orientado principalmente de cara a un potencial público. Uno muestra habilidades extraordinarias, hasta que se crea una magia muy especial. El malabarismo es probable que sea el arte circense menos agradecido. Conlleva las mismas horas de entrenamiento que las demás, pero durante la actuación las probabilidades de fallo se elevan a un grado exponencial. Cada lanzamiento y cada recogida está amenazada por el error. Un error que cambia completamente el foco de la actuación, que rompe, que despista.




¿Cómo se evita? Bien, esta pregunta es fácil. Entrenando. Ni más ni menos, así de fácil y de difícil. Practicando una y otra vez los movimientos, los lanzamientos, los trucos. Automatizando. Agachándose una y mil veces, pues ya se sabe que el malabarista mira más tiempo al suelo que al cielo. Dominando los nervios.

¿Cómo se resuelve? Para esto hay muchas versiones. Una vez se produce el fallo, hay que tener varias cosas en mente. La primera es dónde está uno. Es decir, si uno está entrenando, la respuesta es fácil, me agacho, pienso por qué he fallado y sigo lanzando cosas. Si estoy en escena la cosa cambia. ¿Tiene mi número un personaje? ¿Voy acoplado a la música? ¿Hago un número cómico? ¿Estoy en sala o calle? De todo esto depende cómo saldré del fallo. Uno debe ser consciente de qué estado viene en la rutina y a dónde va. 


Cada uno tiene que probar y ver con cuál solución se encuentra más cómodo y recibe mejor respuesta. Hay quien prefiere recoger del suelo el objeto y seguir como si nada hubiera pasado. Otros prefieren utilizar su personaje para recoger el objeto realizando movimientos similares a los previos (tipo danza o teatralidad). Los hay que aprovechan para hacer alguna broma o chascarrillo y relajar el ambiente (“es que así el truco parece más difícil”). Hay incluso páginas donde te dan varias de estas soluciones para que puedas ponerlas en práctica (ver abajo). Desde luego no parece buena idea poner malas caras en escena, lamentarse, o recoger los objetos con demasiada prisa, porque el daño ya está hecho. Eso transmite una inseguridad al público que hace que también lo pase mal y no disfrute del número.


Pero...¿Importa el fallo? Buenísima pregunta. El eje de todo. Tendemos a ignorar que el fallo existe. Como dijo Sean Gandini en esta entrevista: "El fallo es una parte muy grande del malabarismo, lo curioso es que se hace como si no existiera. Es como la muerte, estamos seguros de que vamos a morir, pero vivimos sin pensarlo, como si no fuera verdad". Todos los vídeos de Youtube de malabares dan fe de esta frase, ahí no se caen los objetos, todos son unos máquinas. Pero el fallo está ahí, esperando su momento, mirándonos de cerca. Viendo cuál es el momento para romper esa arquitectura aérea construida con tanto esfuerzo, bajando a la tierra esa ilusión que desafia la gravedad.

Es muy raro encontrarse con una actuación sin errores, son casi anecdóticas y como tales se recuerdan. Ése es quizá el punto clave, el recuerdo. Los fallos quedan en la memoria, se graban al son del gran "oohhh" que generan al verlos. Por muy complejo o espectacular que sea el número, todos, malabaristas y profanos, recuerdan los fallos tras el espectáculo. Y eso que se es muy permisivo con el fallo. No extraña una rutina con 10-12 errores. Además, se aplaude tras cada uno, es una costumbre. No se sabe si son aplausos de ánimo o de lástima, pero normalmente no son muy bien recibidos por el que actúa (aunque irá en gustos). Es el fino equilibrio entre algún fallo y un completo desastre donde artista y público están deseando que termine.



Ahora bien, ¿hay que evitar ese fallo? Un truco difícil que se consigue "a la tercera" recibe una ovación en pie, ya que se ha ensalzado la dificultad. Incluso la compañía Gandini Juggling, en su espectáculo Smashed utiliza el fallo continuamente, aunque no todo el público lo recibe bien. Algunos malabaristas contemporáneos se abrazan a la "extrañeza" o "modernidad" de su número para que los errores sean mejor aceptados, aunque a veces sea una forma de disfrazar la falta de técnica. Esto cambia por escuelas. En la disciplina rusa, por ejemplo, el fallo no se concibe, no existe, y la única solución es entrenar llevando la técnica a techos altísimos. Los clásicos como Rastelli, Brunn, Kremo, Gatto, Kiss y compañía tampoco fallaban, era impensable. Otros, como Steve "Thegoheads", los utiliza para crear nuevos trucos de una forma bastante vistosa.



Es, por tanto, el fallo, parte de los malabares, nos guste o no. El motor del progreso, lo que hace agacharse para intentarlo de nuevo. Aquél que, en su ausencia, aumenta la dificultad y la belleza de la rutina. Algo a tener en cuenta, que hay que valorar, observar, estudiar y manejar. Ignorándolo no desaparecerá.

 Webs que hablan del fallo:


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Concertino, la risa como motor

Cualquiera que haya ido a una EJC (European Juggling Convention) reconocería inmediatamente la risa de Concertino. Es una carcajada sonora, alta, aguda, larga y rotunda, procedente de la oronda y colorida figura de este barbudo alemán.



Concertino es una suerte de versión hippie de Santa Claus. Como si el traje rojo lo hubiera cambiado por un mono hecho de retales multicolor, adornado con sombreros de tela anchos, con aún más colores. La sonrisa y la carcajada, su carcajada, también son parte de su atuendo. Su pequeño acordeón, llamado concertina, tiene más de cien años y siempre viaja con él. Le permite cantar canciones que invitan a unirse y acabar sonriendo tanto como él.

Él apenas hace malabares, pero se las apaña para estar en todas partes de la convención. Mira con ojos bien abiertos cualquier espectáculo, para después romper a aplaudir y reír con entusiasmo. Habla con todo el mundo, escucha con atención y da talleres de risoterapia. También se le puede ver bailando a altas horas de la madrugada o tumbado en su hamaca a la sombra de un árbol.



Pero Concertino no ha sido siempre Concertino. Hubo un tiempo en que era un estresado alemán de mediana edad diseñador informático. Tenía problemas de salud debidos al estrés, y llegó a ponerse muy enfermo, recomendándole los médicos que rebajara el nivel de estrés. Ése fue el momento clave, decidió que así no podía seguir. Comenzó a tocar la concertina y aprendió a hacer malabares. Pensó en las cosas que le gustaba hacer.


Sucedió que en esa transición acabó en la EJC de Karlsruhe, en el año 2000. Maravillado por la explosión de color, creatividad y cultura del compartir, decidió que eso es lo que quería hacer. Además descubrió que había gente que vivía de eso y pensó que no tenía nada que perder al intentarlo. Hizo un petate, cogió una hamaca y se marchó a recorrer mundo. Sus amigos pensaron que al poco tiempo volvería a la "vida normal", pero aún sigue en la carretera.



Ahora se dedica a recorrer Europa con lo puesto. Un gran petate, su concertina, una hamaca y su risa. No pide dinero, no tiene móvil y aún manda cartas. Paga los viajes y las comidas con canciones, historias, risas y echando una mano en lo que pueda. No hay objetivo en su viaje, va improvisando. Llegará un momento en que se canse de viajar y se asentará, aunque no se sabe con qué modo de vida.

Por el momento sigue sin fallar a su cita anual con las EJC, y van 14 seguidas. En ellos seguirá contagiando con su risa y su forma positiva de ver la vida, a vivir el momento.


"Follow your heart and live your dreams" es su lema (sigue tu corazón y vive tus sueños)

Os dejo con el reportaje que le hizo la televisión finlandesa en 2010: "Concertino on the Road" 
Sólo hay audio en inglés, con subtítulos en finés, muy útil.

                       
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"Cuando das algo a alguien, haces feliz a esa persona, y tú te sientes feliz porque has hecho feliz a alguien. Son dos personas felices. Si sólo te dedicas a ti mismo, sólo habrá una persona feliz"