Entradas populares

martes, 29 de septiembre de 2020

Once años y aquí sigo

Once años y aquí sigo, escribiendo. 

Escribiendo un blog, que suena ya a anacronismo. 

Yo a veces me lo planteo, ¿alguien todavía lee blogs? Con lo que a mí me gusta como medio y los que consumo de forma consciente o insconsciente, me resisto a pensar que ya no se leen, aunque es obvio que han perdido protagonismo. Tengo la impresión -y esto va a sonar a perorata de señor mayor- de que el consumo de internet viaja desbocado en una aceleración constante. Hay mucha, muchísima, casi demasiada información, tanta que a veces dificulta encontrar lo que uno quiere. Las redes sociales van mutando y van ganando protagonismo aquellas que presentan información en forma de imágenes o vídeos de 15 segundos, no sea que nuestra limitada atención se sature. Todo lo que dure más parece condenado. Paradójicamente, esto convive con el éxito de unos youtubers que te plantan vídeos de 2 horas en el que comentan otros vídeos y hablan muchísimo. Así, en esta situación, tengo la impresión de que los blogs quedan como reducto para puretas y aquellos que aún disfrutan leyendo de vez en cuando. Pero oye, aquí seguimos.

Y es que este año, que parecía que se iba a presentar movido, llegó marzo y se fue todo al garete. Una pandemia global que ha puesto en jaque a nuestro queridoperonocuidado sistema sanitario, del que formo parte. Una vorágine de incertidumbre, caos, cambios de protocolos y malas noticias que aumentó el estrés laboral del colectivo hasta límites insospechados. El drama de las historias que ibas escuchando cada día. La rabia por la inutilidad de la clase dirigente y la premeditada confusión que generan los negacionistas. Esta pandemia que sigue, rebrota y nos pilla, quién lo diría, nuevamente desprevenidos, sin haber hecho los deberes. 

Una pandemia que ha arrasado con la cultura, dejándola en un tercer plano cuando sigue siendo muy necesaria; y con el circo, que aunque algunos han podido volver a actuar, la mayoría de los profesionales afrontan una crisis histórica en los meses venideros. El circo sobrevivirá, como siempre ha hecho, pero habrá que ver de qué forma se adapta a los cambios y si muchos se quedan por el camino. Desde aquí intenté aportar un pequeño grano de arena en forma de dos concursos durante el confinamiento para aliviar el encierro y demostrar que el circo no se para, y vuestra respuesta fue extraordinaria. 

Curiosamente, 2020 lo recordaré siempre como un año feliz y lleno de ilusión. ¿El motivo? Hace casi dos meses que ya somos cuatro personas en casa y eso, pese a la falta de sueño, hace que todo se vea desde un prisma más positivo. Para rematar el año, en el horizonte cercano se avistan una mudanza, que espero sea la definitiva, unas oposiciones y la defensa de una tesis. Quién dijo miedo.

Como véis, un año tranquilo y reposado, lo que este blog necesitaba. "Y sin embargo, se mueve", que diría Galileo, el número de entradas ha sido similar a los años previos y parece que esta es la velocidad de crucero del blog. Incluso he inaugurado recientemente mi página en Instagram, en plena contradicción con lo escrito en el primer párrafo. Será otra forma más de compartir las cosas que me gustan de forma más inmediata y cuando no tengo tiempo para escribir entradas largas. Espero que lo sigáis también ahí y os guste lo que veáis.

Nos seguimos leyendo por estos lares, que igual más pronto que tarde hay novedades.

¡Salud (ahora más que nunca) y mucho circo!

 


 

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Patrocinando al próximo malabarista

 Modern Vaudeville Press es una pequeña editorial independiente nacida en Philadelphia de la mano de Thom Wall, un malabarista y escritor tremendamente inquieto. Su catálogo está especializado en libros sobre malabares, circo y otras artes escénicas similares, alguno de los cuales ya he comentado por aquí


Este pasado mes de agosto han comenzado con una interesante iniciativa: regalar conocimiento. Han creado kits de iniciación a los malabares completamente manufacturados y los están repartiendo por espacios y bibliotecas gratuitas de su localidad. Estos kits constan de 3 pelotas de plástico reciclado rellenas de sal y una breve hoja de instrucciones sobre cómo aprender a hacer malabares.

Todo comenzó por un anuncio del Flea Theater de New York en el que ofrecía hasta 75000 pelotas de plástico. Thom solicitó 4000 tras echar cuentas sobre cuántas cabrían en su coche y, tras el sí de la compañía, viajó para recogerlas. Al principio sin un objetivo claro, pero tras hablarlo con sus amigos Benjamin Domask-Ruh y Ross Berenson, tuvieron la idea de regalar kits de malabares a través de ese fenómeno creciente de EEUU que son las pequeñas bibliotecas públicas. En estos momentos de pandemia, algunos artistas ligados a esta editorial se encuentran sin apenas trabajo, por lo que han decidido dedicarse a realizar estos kits. También han recibido la ayuda voluntaria de compañeros como los de Funicular Juggling. "Ahora mismo somos 8-9 personas implicadas en todo Philadelphia, pero quien quiera apuntarse será bienvenido" comenta Wall. 

 

El objetivo es "crear comunidad a través de los malabares". Y parece que lo están consiguiendo. Ha despertado el interés de otros malabaristas del país y de todo el mundo, con los que ya mantiene contacto para expandir la idea. "Por ahora no ha contactado con nosotros ningún receptor de esos kits, pero esperamos recibir noticias pronto ya que en muchos sitios hemos tenido que reponer hasta 3 veces".

Si quieres ayudar a esta iniciativa puedes difundirlo o también colaborar económicamente para pagar algunos de los gastos fijos que tienen (sal, cinta adhesiva, impresiones, etc) puedes acceder a través de su página:

https://thomwall.com/mvp/sponsor/