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miércoles, 21 de junio de 2017

¡Salud y Circo, que 'bellesa' sobra! Memorias de Circuba, por Lucas Escobedo (y 3)

En este artículo termina la serie de tres relatos sobre mi experiencia en el Festival Circuba 2016 y la posterior gira con el Circo Nacional de Cuba, un sueño hecho realidad (aquí podéis leer primer artículo y aquí el segundo). Aprovecharé este último escrito para hablar de algunas de las personas con las que he compartido este viaje y sobre las curiosidades del mundo del circo cubano que ellas me han trasmitido.



LOS MÚSICOS:
Antes de continuar el viaje, llega el momento de hablar de la música en la gira y lo haré a través de sus músicos.

En la batería, Heriberto Barbón, “Barbón” para todos. “Cuando he tenido dinero, he comido un bistec; cuando he tenido menos, un trozo de pan; y cuando ni eso, agua con azúcar.” Un señor negro de 69 años con energía y apariencia de 50, con un humor constante y un estar que emocionaba sólo de observarlo. Colecciona vídeos de directos de grupos de música “no puedo decir que soy un coleccionista de esos importantes, porque no tengo dinero para comprar, pero tengo bastantes vídeos”. El pasado mes de Junio vio a los Rolling Stones en directo “se me erizan los pelos al recordarlo”.

Barbón viaja con su batería, su pequeña maleta y una especie de caja de papel que va ampliando según la gira avanza. En ella guarda las cervezas que consigue en los hoteles por los que pasamos “como en cada comida tenemos derecho a una bebida, yo siempre pido cerveza para llevármela a la casa cuando volvamos; así tengo para cuando vengan las visitas” -me explica con entusiasmo. Barbón lleva casi 50 años de vida dedicada al circo. Tiene mucho que enseñar desde su honesta, sencilla y transparente persona.

Al saxo, Yosbel. “En mi vida no le he dedicado a Internet ni una hora”. Otro negro, joven, apenas 25 años, aunque bien podrían echarle 30. Intercambiamos gustos musicales y me habla de cómo aprendió a tocar con la hija de Bebo Valdés. Triste de que la gente de Cuba no cuide su música, triste también de no poder disfrutar de los grandes músicos cubanos que emigran y ya nunca regresan. Le pasé un disco de Bebo Valdés que desconocía y al cabo de unas horas me dice “ya voy por la cualta ves que lo escucho brothel”. Todo él es música, lo lleva dentro y le sale por cada poro de su piel.

Odilaysi, “me he sacrificado mucho para terminar el conservatorio, ahora no dejaré Cuba si con ello tengo que dejar de trabajar de música”. Toca el trombón de varas y, al igual que Alain, trompeta de la banda, renunciarían a dejar Cuba a menos que fuera para seguir viviendo de la música.

El director de la banda es el Chino, “yo sé lo que es lanzar un misil y luego pasar por el lugar donde ha caído y ver todo lo que ha provocado. Pero esa era la revolución hermano”. Trabajó en el ejército mientras realizaba sus estudios de física en la antigua URSS. En el año 1991, con la caída del bloque socialista, decidió cambiar de vida y dedicarse de lleno a la música. 60 años con apariencia de 70, dirige la banda desde su antiguo y preciado teclado.



Y proseguimos con el viaje...

LAS TUNAS, Teatro Tuyo.
“Las Tunas es, por lo general, una provincia de paso para el turista en su recorrido entre el occidente y el oriente de la isla” -eso dice la guía de viaje que me acompaña. Ciertamente, ni goza de la popularidad que tienen otros lugares de la isla, ni tiene algo único y característico de su zona. Precisamente en eso se encuentran trabajando los miembros del grupo Teatro Tuyo, única compañía teatral en todo Cuba, especializada en el lenguaje del payaso a nivel profesional, en hacer de las Tunas un lugar de referencia para toda persona interesada en el lenguaje del payaso.

Casi por casualidad di con ellos. Una revista en la que se hablaba de ellos, Tablas, cayó en mis manos. Me interesó lo que decían, vi que eran de Las Tunas y comprobé que nuestra gira pasaba por allí tres días después. Una vez allí, preguntando a unos y a otros, conseguí llegar al Teatro 28 de Septiembre, sede de la compañía, lugar de creación y de exhibición de sus espectáculos.

En Cuba abunda el payaso de circo tradicional, el que trabaja en la pista a base de breves entradas o reprises entre uno y otro número, muchos de los cuales son sketches clásicos que se transmiten de generación en generación. También es una de las disciplinas con las que puedes graduarte en la escuela nacional de circo e, incluso, existe un festival en La Habana dedicado única y exclusivamente al arte del payaso. A lo largo de mi viaje sólo había conocido esa realidad del clown cubano, hasta que me tope con Teatro Tuyo, según cuentan, los primeros artistas cubanos que sacaron al payaso de la pista del circo para ponerlo sobre las tablas de un teatro o a pie de calle. Dirigida por Ernesto Parra, recomiendo seguirles la pista y no dejar de visitarles cuando te dejes caer por Las Tunas. Para mi simbolizaron una bocanada de aire fresco en una Cuba, a veces, demasiado anclada en la tradición.



SANCTI SPÍRITUS, la seguridad de los riggers.
En Sancti Spíritus volví a vivir una de esas escenas que al otro lado del charco sería imposible. Siempre que en un sitio iba a trabajar el número de báscula, era necesario haber montado antes la “mecánica de seguridad” o arnés, puesto que lo utilizaban en la parte final del acto. Era inquietante observar cómo caminaban por unas vigas de escasos quince centímetros de grosor situadas a más de treinta metros del suelo sin ningún tipo de seguridad. En una ocasión, acudieron los bomberos de la localidad para observar la hazaña desde abajo, ni un pequeño ademán de asegurarle.


CIENFUEGOS el prestigio del artista de circo.
Con el carné de artista del Circo Nacional podía ir a cualquier lado: entrar a museos y otros lugares reservados, vivir como cubano, pagar con moneda nacional, incluso, en una ocasión, me lo aceptaron como pasaporte. Uno de los artistas del Dúo Vicanc me dijo- “el circo en el resto del mundo tiene dinero, pero no es una profesión de prestigio; en Cuba es al revés, los artistas de circo están muy bien valorados, pero muy mal pagados”.

Era muy bonito ver cómo celebraban las poblaciones la llegada del circo, observar las largas colas para sacar las entradas y alucinar al verles las caras de emoción al acabar la función.




MATANZAS la despedida.
Aquí terminó la gira, en uno de los lugares más turísticos de Cuba, Varadero. Suele ser común, en el mundo del circo tradicional, que, después de haber pasado una larga temporada en una ciudad, la última función de un espectáculo sea, de alguna manera, especial. Aquí ocurrieron dos cosas:

Por un lado, muchos de los artistas se cambiaron las músicas de los números, saliendo cada uno a trabajar con una música que no era la suya. Por otro lado, el director de la Troupe Scala de Báscula, Jorge Luís Salomón Guerra anunció que se retiraba de la pista de circo haciendo que esa fuera su última función.

Perdía, tras esta función, mi seudónimo de “España”. Nos llamábamos unos a otros por la disciplina artística o por el país de procedencia. Sólo me llaman Lucas al presentarme antes de la actuación “...premio Carpa de Plata en Circuba 2016, desde España, malabares de rebote, Lucaaaas Esssscobedooooo...”. Para todo lo demás, siempre fui “España”.



Se acaba la gira y me toca dejar Cuba, esa Cuba que atesoran los viejos y muchos jóvenes entierran, esa Cuba que a mis ojos no volverá a ser la misma, esa Cuba que tanto me ha dado y a la que estaré tremendamente agradecido. Me voy habiendo vivido momentos de todos los colores y con la sensación de que el Circo Cubano ya forma parte de mi ADN; y que también yo, de alguna manera, formo parte de la historia del Circo de Cuba.

¡Salud y Circo, que bellesa sobra!






NOTA A LOS RELATOS:

Lucas Escobedo, que presentaba un número de pelotas de rebote extraído de su espectáculo unipersonal Habitación 801, fue galardonado con dos premios en la pasada edición del Festival Circuba en julio de 2016: Premio Carpa de Plata Circuba 2016 y Premio de la Asociación de Empresarios y Artistas Circenses de Chile. Fue el primer artista no cubano en subir al podio, después de que la Carpa de Oro y el Grand Prix recayeran, ambos, sobre números de la casa.

Desde aquí quiero agradecer públicamente a Lucas por ceder sus escritos para este blog, espero que sea la primera de muchas colaboraciones.

Lucas, recibiendo el premio de manos de Antonio Álvarez


Fotografías: Gabo Rousserie 
Artículo aparecido en la Revista Zirkólika en Primavera de 2017
 

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