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miércoles, 9 de octubre de 2013

IX Malabaria, que se dice pronto

Nueve encuentros consecutivos es una cifra muy respetable para cualquiera, pero tiene más mérito cuando son nueve las ediciones de un encuentro tan particular como el Malabaria. Situado en Herrera de Pisuerga, un pequeño pueblo palentino de unos 2000 habitantes, donde hace ya casi una década un grupo de jóvenes montaron la asociación Kaskabel y decidieron hacer un encuentro. De eso ya ha pasado tiempo y la asociación perdió fuerza, pero no como para impedir seguir con el encuentro.

Y es que éste es de los que hacen honor a su nombre: un encuentro de gente con una afición común y ganas de pasarlo bien. Pocos asistentes (apenas 80 este año), pero muy buen ambiente: corrillos continuos con gente sonriente y ganas de intercambiar trucos o historias. El pueblo encantado con este brote de colorida actividad, los niños prueban los malabares y, esperemos, acaban picados por el gusanillo del circo. Como no deja de ser una actividad también para el pueblo, este año han apostado más por los espectáculos de calle.



El viernes se dedicó más que nada a la recepción de los participantes, a comenzar tímidamente a tirar cosas al aire y a saludar a caras conocidas y a ver que sigue habiendo -por suerte- caras nuevas en este mundillo. Por la noche Jaime "Kaskabel" se transformó en Jimmy Fire Chow para entretenernos con los malabares de fuego al son de los ritmos africanos de La Octava Nota. Después siguió el fuego un rato y comenzó el ambiente nocturno del pabellón, aunque más sosegado que otras ediciones.

Cía Dikothomia


El sábado comenzaba con la apertura del pabellón y la confluencia de los herrerenses y sus talleres de circo para niños, con los (escasos) talleres del propio encuentro. Cuchuflay realizó un divertido espectáculo infantil que incluía magia, malabares y mucho humor. Antes de comer, en la Plaza Mayor, la Cía Dikothomia (Endika y Bárbara) estrenaban Spazi O, un nuevo espectáculo donde lo cotidiano de una pareja se entrelaza con mazas, acrobacias y aro aéreo. Es sosegado y bonito, con buenas ideas y rutinas, aunque quizá se echa en falta algo de ritmo en alguna ocasión y más rodaje, claro, como en todo estreno.

Personal Trainer


Por la tarde la plaza volvía a llenarse esperando el divertido show del Personal Trainer (Juanjo), "en forma". Con un personaje disparatado que juega algunas rutinas clásicas de malabares entre mil y una bromas con doble sentido. Así, con una sonrisa, se trasladó al personal hacia el pabellón, donde la Cía La Trócola (Fede, Guillem, Andrea y Jon) trajeron desde Alicante su nuevo número: "Potted". Un original frenesí de bolas, macetas y acrobacias. Durante 40 minutos se suceden cientos de secuencias, en un estímulo visual constante que no da respiro, pero que deja la sensación (y la certeza) de haber visto algo muy bueno. Cuando se pulan algunos errores de coordinación y cierren los finales estaremos ante un gran espectáculo largo perfecto para salas y teatros (no, el ruidoso pabellón no fue el mejor medio).

Final de Potted. Cía La Trócola



Por la noche vino la Gran Gala. Se acondicionó un gran escenario sobre el que presentaron Los Imperdibles, desde Palencia, con su humor gamberro y sus habilidades de lo más punk (mención especial al tenedor golpeando la nuca del presentador). Abrieron The Funes Troup con un número de passing de mazas. El siguiente fue Fede, con su veterano número de bolas de luz "Llum", que no ha perdido su belleza. Le siguió Aliche al aro aéreo y después Stefano Fabris con su número de danza contemporánea y verticales. A continuación actuó Dani, de la Cía DD Massié  con su pausado número de diábolo. Después actuó Sebastiano Riccardi, mostrando nivelón con aros y pelota rebotando en la cabeza. Llegando al final volvió a actuar La Trócola, con su trío acrobático y para finalizar el número de báscula de The Funes Troup.

Tras la Gala llegó el sorteo de la cesta de productos regionales y circenses y luego el concierto de reggae de Pon Rastu & Jowi Selectah. Si el año pasado fue el Renegade más tarde la historia, en esta ocasión no hubo renegade, pero no quedaban muchas fuerzas ni personal para montarlo en condiciones.



El domingo también tuvo cambios. Intentando integrar más al pueblo en el encuentro, la organización decidió que el pasacalles fuese hasta la Plaza y no hasta el arco de todos los años. Buena idea porque hubo participación de los herrerenses, que es de lo que se trataba. Fueron las olimpiadas más largas de la historia debido a los cientos de premios que había. Tras dos horas y pico el hambre acechaba y la tradicional paella no se hizo esperar.

Ahí comenzaron los abrazos, apretones de mano y despedidas. El recuerdo de un gran fin de semana y la firmeza de los organizadores asegurando que habrá X Malabaria. Habrá que hacer lo posible en este encuentro familiar y con tan buen ambiente el año que viene. Gracias a Jaime y a la asociación Kaskabel por el gran trabajo realizado y por su consctancia.




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